’25 de abril de 1999′, de Haiyan Kong, gana el oro en el 5º Concurso Internacional de Pintura Figurativa de NTD

Exartista moderna dice que la práctica espiritual de Falun Dafa la ayudó a encontrar esperanza y renovación en el arte

Por Catherine Yang
29 de noviembre de 2019 8:22 PM Actualizado: 29 de noviembre de 2019 8:22 PM

Haiyan Kong estaba despierta la noche del 24 de abril de 1999 sin poder dormir. ¿Iría mañana o se quedaría en casa? Sin duda estaría a salvo si se quedaba en casa ese fin de semana, pero si ella no hablaba por lo que era correcto y verdadero, ¿cómo viviría consigo misma? Si todos cerraran los ojos ante la injusticia y mantuvieran la cabeza agachada para seguir adelante con su vida, ¿qué clase de sociedad sería esa?

«Si todo el mundo pensara así, no habría un 25 de abril del que hablar. Y ¿luego qué? Seríamos una sociedad sin humanidad», dijo Kong.

En ese momento Kong llevaba cinco años practicando la disciplina espiritual Falun Dafa, también conocida como Falun Gong, que fue presentada al público de China en 1992. Falun Dafa enseña a la gente a seguir los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia.

El día anterior, unas cuantas docenas de personas protestaron frente a una universidad en Tianjin, una ciudad portuaria de Beijing, porque un periódico estatal había publicado información descaradamente falsa, caracterizando erróneamente a un practicante de Falun Dafa. La policía antidisturbios se abalanzó sobre los manifestantes, golpeó a muchos de ellos y arrestó a 45 personas.

Una de estas personas era amiga de Kong y a veces leían juntas por las tardes. Pero esa noche, cuando Kong visitó a esta amiga de camino a casa, su departamento estaba vacío. Supo que ella había sido arrestada solo por querer que la verdad saliera a la luz. Esa noche la pasó en vela y decidió que iría a Beijing al día siguiente y apelaría ante la Oficina Estatal de Apelaciones para que se pusiera en libertad a los practicantes arrestados.

Ella no sabía que sería una de las 10,000 personas que fueron a apoyar a Falun Dafa en la Oficina de Apelaciones del Estado ese día.

«25 de abril de 1999» de Haiyan Kong. (Haiyan Kong)

Una creación de cinco años

Kong es una artista y desde ese día histórico ha tenido el deseo de conmemorar la escena a través del arte.

Pasarían años antes de que tuviera la oportunidad de hacerlo. Pero durante los últimos cinco años, en que Kong ha vivido en Hong Kong, ha trabajado en la enorme pintura al óleo que ahora mide cuatro yardas y media (4.1 metros).

La obra se exhibió en el Salmagundi Club de Nueva York la semana del Día de Acción de Gracias y acaba de ganar el Premio de Oro en el 5º Concurso Internacional de Pintura Figurativa de NTD.

«Estoy agradecida», dijo Kong. «Estoy agradecida por esta competencia y por la oportunidad de mostrar esta obra. Estoy muy agradecida de haber podido practicar Falun Dafa, lo que no solo cambió mi salud, sino también mi perspectiva y visión sobre el mundo sin lo cual no podría haber creado esta pintura. También estoy muy agradecida por toda mi familia y amigos que han seguido apoyándome durante todo este tiempo».

Haiyan Kong ganó el Premio de Oro en el 5º Concurso Internacional de Pintura Figurativa de NTD con su obra «25 de abril de 1999», el 26 de noviembre de 2019 en el Salmagundi Club de Nueva York. (Chung I Ho/The Epoch Times)

El formato largo y horizontal de la pintura recuerda a las obras chinas realizadas en pergamino, dijo Kong, y se la puede apreciar caminando lentamente de un extremo al otro. Al hacerlo se ven tres eventos principales dentro de la pintura, entre los que figura una interacción entre uno de los manifestantes y un policía de guardia.

El cuadro no contiene 10,000 personas. Hay unas 400 personas, 200 de ellas con rostros visibles y discernibles. Kong llegó a Nueva York en agosto para ver el cuadro en el espacio donde sería colgado y añadir los detalles finales. Había estado trabajando en la pintura en su casa, que es muy pequeña, así que fue la primera vez que pudo dar un paso atrás y verla en toda su extensión desde unas yardas de distancia.

Al mirar de cerca el cuadro, se ve un mar de rostros solemnes que devuelven la mirada, cada uno como un retrato de una fiel convicción, incluso en los rostros tan pequeños que solo miden media pulgada.

Cada una de estas figuras es una persona real.

«Tengo sus nombres, tengo sus historias», dijo Kong.

Pero no son los manifestantes originales del 25 de abril de 1999.

«Eso era lo que originalmente quería hacer, quería pintar a la gente que había venido a Beijing ese día, pero cuando miré las fotografías que pude encontrar, estaban demasiado borrosas para que yo pudiera distinguir sus rostros», dijo Kong. Así que se puso en contacto con otros practicantes de Falun Dafa que conocía, quienes amablemente le presentarían a otros practicantes de Falun Dafa que conocían, y durante los últimos cinco años Kong ha fotografiado y pintado sus rostros en la pintura sin parar.

«Todos se esforzaron por mí, hicieron todo lo posible por mí», dijo Kong. «Hacían las expresiones faciales que yo necesitaba. Algunos lloraron al escuchar las historias de las personas que representaban. Una mujer se conmovió hasta las lágrimas sosteniendo el libro para la foto, pero luego recobró la compostura para hacer esto por mí».

Había una mujer que no había usado tacones altos como la figura que representaría, pero sin quejarse se puso de puntillas como si llevara tacones. Había un músico muy ocupado que viajaba por todo el mundo con frecuencia, pero se tomó el tiempo para posar para Kong en múltiples sesiones, durante varios años.

Visitantes a la exposición de finalistas del 5º Concurso Internacional de Pintura de Figuras NTD en el Salmagundi Club de Nueva York el 26 de noviembre de 2019. (Dai Bing/The Epoch Times)

La obra es sorprendentemente compleja y una labor de verdadero amor, no solo para Kong sino para muchos.

«Tengo cinco años de historias», dijo Kong.

Vivir en Hong Kong en ese momento representó desafíos únicos. Kong necesitaba encontrar el tipo de árboles que se plantaron a lo largo de la calle frente a la sede central del Partido Comunista Chino en Beijing, y resultó que había un solo lugar en todo Hong Kong donde crecían estos árboles chinos. Como no pudo encontrar materiales de arte tradicionales como ciertos pigmentos y pinceles en Hong Kong, otros practicantes de Falun Dafa la ayudaron a hacer un pedido de pinceles a Francia y la acompañaron a Taiwán a comprar los pigmentos.

«Si no fuera por los practicantes de Falun Dafa, esta pintura no habría sido posible», dijo Kong.

Algunos de estos practicantes con los que Kong se contactó también eran artistas, y le ofrecieron conocimientos valiosos –cosas técnicas, secretos del oficio que, según ella, los artistas normalmente no comparten tan abiertamente.

Debido a esto, las habilidades artísticas de Kong mejoraron de manera impresionante.

De hecho, hace cinco años, Kong había presentado otra obra en el concurso de NTD. Esto marcó su retorno a los estilos figurativos. Fue un proceso difícil y, admite ahora, bastante torpe. Pero recibió comentarios tan significativos que la animaron a seguir con el arte tradicional y la pusieron en el camino en el que se encuentra hoy.

Un largo viaje artístico

Kong amaba el arte incluso de niña. Su padre, que también se dedicaba a las artes, vio su talento y la dejó tomar clases. Kong tuvo dos tutores que le enseñaron a dibujar y pintar en el estilo tradicional. Luego para la universidad se postuló en varias de las mejores escuelas de arte.

En esa época, al igual que hoy, la tendencia iba hacia el expresionismo abstracto. Esta era la norma y era todo lo que se enseñaba. Kong no había pensado mucho en ello porque era la forma de arte más reconocida.

«Teníamos clases de dibujo de modelos y un buen dibujo sería aquel en el que el modelo no se pareciera al modelo. El objetivo no era hacer arte que se pareciera a lo que representaba», dijo Kong. «El objetivo era ser individual o supongo que se puede llamar ‘original'». Se animaba a los estudiantes a desarrollar un estilo tan obtuso que no fuera replicable, creando así una firma o marca. Se les enseñaba que esta era la manera de alcanzar el éxito.

Esto fue los que sucedió en el caso de Kong. Ella recibió buenas críticas y solicitudes de coleccionistas después de su exposición de graduación y tuvo una segunda exposición unos años más tarde que también fue considerada un éxito.

Pero aunque Kong estaba en camino a la fama y se estaba haciendo un nombre, empezó a preguntarse si esto era lo que realmente quería como artista.

Como artista ella veía muchas obras y estaba claro que la tendencia era cada vez más hacia las vanguardias, pero también estaba claro que los artistas no solo buscaban la singularidad, sino también la oscuridad o un estado mental irracional. Era el caos y la desesperación manifestados en pintura y escultura, y Kong comenzó a considerar si esta era la mejor manera de representar al mundo. Después de todo, el arte es un espejo de la sociedad.

Ella recuerda un momento durante su segunda exposición, cuando un extranjero que había venido a la galería con amigos se arrodilló ante una de sus obras abstractas e inclinó la cabeza ante ella. Kong dice que no es un buen recuerdo. El hombre intentó comprar el cuadro pero ella sintió que no podía vendérselo. Ahora está contenta de no haberlo hecho –era oscuro, y no cree que hubiera sido bueno para él vivir con un cuadro como ese.

Hubo otro caso de un comentario que fue más personal, pero solo tendría sentido para Kong al verlo en retrospectiva.

El hijo de Kong nació en la época en que ella era una artista en ascenso, y su casa era también su estudio. Sin embargo su bebé siempre lloraba cuando veía sus obras y terminó teniendo que voltearlas para que quedaran mirando las paredes. La madre de Kong le dijo más tarde que la habitación que usaba como su estudio siempre tenía una sensación tan oscura, sombría y opresiva, y que le resultaba difícil siquiera poner un pie en ella. Kong dice que ese es un testimonio de lo profundamente extraviada que estaba, al principio todo esto le pasaba desapercibido.

Verdad, Benevolencia, Tolerancia

En 1993, Kong estaba caminando por un parque cuando vio a un grupo de personas haciendo algunos ejercicios de meditación lentos, como los del tai chi. Ellos habían puesto una pancarta que decía «Verdad, Benevolencia, Tolerancia», con la que sintió una conexión inmediata.

Estas tres palabras, que resultaron ser los tres principios enseñados en Falun Dafa, eran exactamente lo que ella quería representar en su trabajo. Verdad, Benevolencia y Tolerancia parecían resumir la bondad de la humanidad y Kong sabía que ese era el camino que ella quería seguir como artista.

«Sentí que finalmente había encontrado lo que se supone que deben ser los humanos», dijo Kong. Después de haber estado inmersa en la oscuridad y el caos durante años, esto era una revelación. «Toda mi actitud cambió. A partir de entonces cambié».

Kong comenzó a practicar Falun Dafa y además de su nueva perspectiva en la vida, mejoró su salud física dramáticamente.

Entonces tomó la decisión de dejar de vender su arte moderno, que todavía estaba alcanzando altos precios en el mercado. No fue una decisión tan difícil como uno podría pensar. Luego durante los años siguientes, Kong trabajó como profesora universitaria de arte y enseñó lo básico y lo fundamental.

Sin embargo elevar sus habilidades como artista figurativa capaz de representar y comunicar algo verdaderamente significativo requeriría mucho trabajo.

«En realidad, mi entrenamiento original [con mis tutores] era tradicional. Tuve que trabajar mucho para olvidar todo mi entrenamiento, fue muy duro. En realidad fue mucho trabajo», dijo Kong. En la universidad se estudiaban cosas como la «realidad de la llanura» y otras filosofías artísticas modernas y postmodernas en un esfuerzo por lograr esa originalidad egocéntrica.

Cuando empezó a hacer arte figurativo de nuevo, Kong se dio cuenta de lo mucho que sus habilidades se habían deteriorado.

«Fue difícil», dijo pesadamente. «Había olvidado los fundamentos después de la universidad. Al principio dibujaba algo y las líneas no eran rectas, los ojos no estaban bien. Me había entrenado para dibujar en ese estilo retorcido».

«Mucho tiene que ver con ver», dijo Kong. Estaba aprendiendo a ver el mundo de manera diferente otra vez, esta vez a través de una lente de Verdad, Benevolencia y Tolerancia.

Haiyan Kong recibe el Premio de Oro en el 5º Concurso Internacional de Pintura Figurativa de NTD por su obra «25 de abril de 1999», el 26 de noviembre de 2019 en el Salmagundi Club de Nueva York. (Chung I Ho/ The Epoch Times)

Mientras vivía en Hong Kong, donde se había mudado en 2007, se enteró de la exposición de arte Zhen Shan Ren («Verdad, Benevolencia y Tolerancia»), que los practicantes de Falun Dafa de todo el mundo estaban organizando. Era un esfuerzo para describir a través de las bellas artes la pacífica práctica de meditación, así como para revelar la persecución contra Falun Gong por parte del Partido Comunista Chino.

Kong inmediatamente pensó de nuevo en su deseo de pintar el evento del 25 de abril.

«Este es un evento histórico, una protesta de esta magnitud», dijo Kong. «Y fue completamente pacífica».

«Viví en Beijing durante 20 años, fui a la protesta del 25 de abril. Conocía estas calles de Beijing y quería pintar eso», dijo Kong.

Pero se dio cuenta de que sus habilidades no estaban a la altura, y no pudo terminar la obra a tiempo. A lo largo de los años, la exposición de arte Zhen Shan Ren ha realizado giras por 900 ciudades en 50 países de todo el mundo.

La oportunidad surgió para Kong más tarde, cuando se enteró del Concurso Internacional de Pintura Figurativa de NTD, que se celebraría en Nueva York en 2014. Ella presentó un retrato de un niño que, aunque difuso en los bordes, llegó a la ronda finalista y tuvo así la oportunidad de conocer a muchos otros artistas, incluyendo a otros finalistas y a los jueces, que compartieron sus propias experiencias y su invaluable incentivo.

Haiyan Kong recibe el Premio de Oro en el 5º Concurso Internacional de Pintura Figurativa de NTD por su obra «25 de abril de 1999» el 26 de noviembre de 2019 en el Salmagundi Club de Nueva York. (Chung I Ho/The Epoch Times)

«Puse mi corazón en el esfuerzo de ser una mejor artista», dijo Kong. «A través de mi estudio también me di cuenta con convicción de la responsabilidad que tiene un artista».

Kong dice que un artista tiene una responsabilidad hacia la sociedad, y por lo tanto también una responsabilidad moral personal. Cuando una obra de arte se cuelga en la casa de alguien o se exhibe para que todos la vean, también lleva un poco del carácter del artista y Kong siente que lo correcto es que el efecto sea bueno. Su deseo de hacer lo correcto por los demás proviene de su práctica de Falun Dafa.

El arte es un medio poderoso e inevitablemente influye en quien lo observa, dijo Kong, y un artista tiene que elegir el camino a seguir.

«Quiero transmitir compasión y dar a la gente algo brillante y edificante», dijo Kong. «Creo que muchos artistas en el mundo quieren crear artes tradicionales y presentar valores tradicionales, por eso es importante un concurso como este, que da a los artistas la oportunidad de mostrar estas obras al mundo».

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