La esperanza y el optimismo
El optimismo es diferente. El psicólogo Charles Carver define el optimismo como una expectativa general sobre la posibilidad de que ocurran cosas buenas en el futuro. Los optimistas tienden a buscar lo positivo y, a veces, niegan o evitan la información negativa. En resumen, el optimismo consiste en esperar cosas buenas; la esperanza consiste en cómo planificamos y actuamos para conseguir lo que queremos.
Aquí tenemos cinco estrategias clave para cultivar la esperanza en estos tiempos difíciles:
1. Haga algo: empiece con objetivos
Las personas con esperanza no desean, sino que imaginan y actúan. Establecen objetivos claros y alcanzables y elaboran un plan claro. Creen en su capacidad de acción, es decir, en su capacidad para lograr los resultados. Reconocen que su camino estará marcado por tensiones, obstáculos y fracasos. Según psicólogos como Snyder y otros, las personas con esperanza son capaces de «anticiparse a estos obstáculos» y «elegir» los «caminos» adecuados.
Además, las personas con esperanza se adaptan. Cuando sus esperanzas se ven frustradas, tienden a centrarse más en hacer cosas para conseguir sus objetivos.
Como escribe el psicólogo Eddie Tong, «las personas con esperanza tienden a pensar que los objetivos deseados son alcanzables aunque se agoten los recursos personales». En otras palabras, las personas con esperanza persisten incluso cuando las perspectivas pueden no ser tan favorables.
2. Aprovechar el poder de la incertidumbre
Varios investigadores han argumentado que, para que surja la esperanza, los individuos deben tener la capacidad de percibir la «posibilidad de éxito».
Las investigaciones muestran que gran parte de las incertidumbres que surgen en las personas durante la vida podrían ayudarles a cultivar la esperanza en momentos difíciles. Por ejemplo, un estudio de 2017 demostró que los padres de niños diagnosticados con esclerosis múltiple utilizaron el hecho de que se sepa muy poco sobre la enfermedad en la infancia para alimentar y mantener su sentimiento de esperanza. Los padres razonaban que, dado que es tan difícil diagnosticar con precisión la esclerosis múltiple infantil y el pronóstico es muy variado, existía la posibilidad de que sus hijos fueran diagnosticados erróneamente y pudieran recuperarse y llevar una vida normal.
En resumen, un futuro incierto alberga muchas posibilidades. Por eso, la incertidumbre no es un motivo de parálisis, sino un motivo de esperanza.
3. Gestione su atención
Las personas con esperanza y las optimistas muestran similitudes y diferencias en el tipo de estímulos emocionales a los que prestan atención en el mundo.
Por ejemplo, el psicólogo Lucas Kelberer y sus colegas descubrieron, mediante el uso de tecnología de seguimiento ocular, que los optimistas tendían a buscar imágenes positivas, como las de personas felices, y evitaban las imágenes de personas que parecían deprimidas.
Las personas con esperanza no buscaron necesariamente información emocionalmente positiva. Sin embargo, las personas con mucha esperanza pasaban menos tiempo prestando atención a la información emocionalmente triste o amenazante.
En un mundo en el que estamos inundados de opciones para lo que leemos, vemos y escuchamos, mantener la esperanza puede no requerir que vayamos en busca de información positiva, pero sí que evitemos imágenes y mensajes negativos.
4. Busque la comunidad: no vaya solo
Es difícil mantener la esperanza es difícil en el aislamiento. Las investigaciones demuestran que para las personas que trabajan por el cambio social, en particular los activistas contra la pobreza, las relaciones y la comunidad son la razón de la esperanza y encienden su convicción de seguir luchando.
La relación personal con los demás le permitió a los activistas sentirse responsables, reconocer que su trabajo era importante y que formaban parte de algo más grande que ellos mismos.
Las relaciones interpersonales son importantes, pero las investigaciones sobre salud también sugieren que mantener la esperanza depende, en parte, de la compañía particular que tengamos. Por ejemplo, los padres de niños con enfermedades crónicas suelen mantener la esperanza alejándose o evitando las interacciones con personas negativas que desafían sus esfuerzos por buscar fines positivos. Podemos mantener la esperanza si nos relacionamos con otras personas que nos hacen responsables y nos recuerdan por qué nuestras luchas son importantes.
5. Vea la evidencia
La esperanza también requiere confianza. Las personas con esperanza confían en los datos, especialmente en las evidencias de la historia. Las investigaciones demuestran, por ejemplo, que los activistas contra la pobreza tienen la esperanza de saber que, históricamente, cuando la gente se unía en la resistencia, era capaz de crear un cambio.
Cultivar y mantener la esperanza, por lo tanto, requiere que reunamos pruebas de nuestras propias vidas, de la historia y del mundo en general y que utilicemos esas pruebas para guiar nuestros planes, caminos y acciones.
La esperanza también requiere que aprendamos a utilizar estos datos para calibrar eficazmente el progreso —por pequeño que sea.
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