5 formas de evitar la «mediocridad planificada» en las escuelas

Por ANNIE HOLMQUIST
13 de abril de 2021 5:54 PM Actualizado: 13 de abril de 2021 5:54 PM

Ha pasado un corto año desde que los padres se hallaron repentinamente como los principales supervisores de la educación de sus hijos debido a la pandemia.

«Corto» no es la palabra para describirlo, casi puedo oír a muchos padres replicar, con alivio en sus voces al darse cuenta que pronto se librarán del problema, pues la responsabilidad de la educación de sus hijos volverá a estar en las manos de los expertos de la escuela.

Pero antes de alegrarse, permítanme sugerir que las cosas han cambiado en el último año. Hace poco los padres no tenía ni idea de lo que aprendían sus hijos, ni de cómo lo aprendían, ni de qué enfoques de aprendizaje funcionaban mejor para cada niño. Pero los padres lo han visto todo y, por tanto, tienen pocas excusas para regresar al modo de piloto automático de los días anteriores a la pandemia. Ahora son los expertos que tienen incluso más conciencia de lo que es mejor para sus hijos.

A pesar de esta experiencia, muchos padres continúan sintiéndose inadecuados en comparación con los «expertos» oficiales que llenan las aulas y los puestos administrativos de las escuelas actuales. ¿Qué derecho tienen los padres a hablar cuando los expertos parecen estar equivocados, o cómo saben siquiera en qué cosas deben fijarse para evaluar el tipo de educación que está recibiendo su hijo?

Es en este terreno donde los consejos de Mortimer Brewster Smith vienen en nuestra ayuda. En su libro de 1954, «The Diminished Mind» (La mente disminuida), Smith expone la «mediocridad planificada» presente en las escuelas públicas y orienta a los padres sobre cómo contrarrestar esta tendencia para sus hijos. Ella ofrece los siguientes cinco consejos.

Examine los libros de texto

Muchos libros de texto están mal escritos, señala Smith, y al tratar de hacer que su contenido sea atractivo para los niños, los autores descuidan el dominio, simplificando las lecciones, lo que a su vez hace que el material sea «desagradable» para el estudiante. Los padres deben observar atentamente los tipos de libros que estudian sus hijos y no tener miedo de quejarse cuando sea evidente que el contenido es inferior, aunque «los profesionales» se enfurezcan ante tal desafío.

Ponga atención a la propaganda

Los padres también deben estar muy atentos a «los libros de texto que hacen propaganda de las propias convicciones sociales del autor», escribe Smith, una práctica que se extiende más allá de los simples libros de texto en la cultura «woke» (un adjetivo para señalar a personas que ostentan sobre cuánto les importa alguna cuestión social) de hoy. Una forma primordial de reconocer la propaganda es observar si una lección presenta hechos o si defiende opiniones. Los niños podrán formar sus propios puntos de vista cuando lleguen a la edad adulta, explica Smith, pero solo si sus mentes primero se han llenado de hechos y no de opiniones políticamente correctas.

No se deje engañar por palabrería

Muchas escuelas —particularmente las universidades— utilizan ventajas superficiales para atraer la asistencia a su institución. Vea más allá del muro, del centro de estudiantes de moda o de la cafetería ecológica, para llegar al corazón de lo que en realidad están enseñando las escuelas contribuirá en gran medida para asegurar que sus hijos no se matriculen completamente por mantenerse entretenidos, pero con la cabeza vacía.

Desconfíe de los expertos

La definición de una buena escuela suele venir por los propios pedagogos, escribe Smith, y «el pedagogo casi nunca es una autoridad en una materia concreta, solo una autoridad en cómo enseñarla». Por ello, Smith advierte a los padres que desconfíen de quienes, desde las torres de marfil, se limitan a darse palmaditas en la espalda a sí mismos y a sus colegas pedagogos, utilizando sus propios criterios para definir los elementos que constituyen una buena escuela. Conozca lo que enseñan y recurra a varias fuentes antes de concluir que una determinada escuela le dará a su hijo una educación de alta calidad.

Sea claro

Por último, Smith recomienda a los padres que no se queden sin hacer nada, sino que se involucren, no solo en la escuela de sus hijos, sino también a nivel político. «Si estos comités [de educación] fueran conscientes del hecho de que algunas personas razonables sostienen un punto de vista (…) en desacuerdo con el de las autoridades», escribe Smith, «podrían ser menos propensos a recomendar una legislación que afiance el poder del lobby de la educación».

Todos estos puntos, por supuesto, se suman a la acción y responsabilidad individual general de los padres. Este es el «último remedio desesperado», escribe Smith. «Hasta que el hombre individual no se rebele contra la mediocridad, el analfabetismo espiritual y el servilismo de grupo, nuestro experimento único de educación universal no volverá a ser una brillante esperanza y promesa en la vida americana».

Puede que los padres no se sientan expertos en lo que se refiere a la educación de sus hijos, pero el amor, el cuidado y la preocupación que tienen por ellos les convierte en mucho más expertos de lo que consideran. Investigue. Mantenga los ojos abiertos. Siga su instinto sobre lo que es mejor para sus hijos y ellos estarán en el camino hacia una edad adulta inteligente, pero con sentido común.

Annie Holmquist es la editora de Intellectual Takeout y la editora online de Chronicles Magazine, ambos proyectos del Instituto Carlomagno.


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