Apreciar la belleza antes que se pierda: «Ilusiones perdidas»

Llegar al interior: Lo que el arte tradicional ofrece al corazón

Por ERIC BESS
06 de marzo de 2021 7:24 PM Actualizado: 06 de marzo de 2021 7:24 PM

A veces dejamos que las oportunidades se nos escapen, olvidando que nuestra vida se acaba en un abrir y cerrar de ojos.

Hace poco hablaba con un amigo sobre la retrospectiva. ¿Has pensado alguna vez: «Si pudiera volver atrás en el tiempo, haría eso de forma diferente”, o «si hubiera sabido entonces lo que sé ahora».

Estos experimentos de pensamiento pueden dejarnos preparados para un futuro más reflexivo o melancólicos der nuestro pasado.

El cuadro de Charles Gleyre «Ilusiones perdidas» (también llamado «La tarde») ilustra la melancolía y la reflexión que pueden derivarse de las oportunidades perdidas.

Charles Gleyre y las «ilusiones perdidas

Gleyre fue un artista suizo del siglo XIX que pintó principalmente en Francia. Utilizó su formación académica para producir cuadros románticos, uno de los cuales fue su más famoso, «Ilusiones perdidas».

«Ilusiones perdidas» fue un cuadro basado en una alucinación que Gleyre experimentó de joven en la orilla del Nilo durante sus viajes por Egipto. En 1843, a la edad de 37 años —casi 10 años después de su alucinación — Gleyre pintó «Ilusiones perdidas» y lo presentó al concurso del Salón Francés, donde recibió una medalla de oro y fue adquirido por el Estado francés.

La versión aquí representada es una reproducción pintada en 1867 por Gleyre y su alumno, Léon Dussart, a petición del empresario y coleccionista de arte estadounidense William Thompson Walters.

El cuadro muestra a un hombre a la derecha de la composición, que baja la cabeza y encorva los hombros con tristeza. La luna en el cielo púrpura y amarillo sugiere que es el atardecer, y la luz del sol poniente casi dibuja la silueta del hombre en la oscuridad.

Coloca su lanza en el suelo a su lado, mientras se sienta en el muelle y observa cómo una barca se lleva a una docena de figuras.

Las figuras, a diferencia del hombre, están iluminadas de tal manera que todos sus rasgos son visibles; es como si una fuente de luz independiente las iluminara.

Todas las figuras son mujeres, excepto Cupido, que dirige el barco. Las mujeres activas tocan instrumentos musicales, leen poesía y aplauden. Las pasivas escuchan y observan a las demás. Cupido deja caer pétalos de flores en el agua mientras la barca se aleja lentamente.

“Lost Illusions”, entre 1865 y 1867, de Charles Gleyre y Léon Dussart. Óleo sobre lienzo, 34 pulgadas por 52,2 pulgadas. Museo de Arte Walters. (Dominio publico)

Apreciar la belleza

Hay ciertos aspectos de este cuadro y sus significados que son obvios.

El hombre observa con tristeza cómo se alejan las artistas. ¿Representa esto simplemente que el hombre ve cómo sus deseos juveniles se alejan en la corriente de la vida a medida que se acerca el ocaso de la misma?

Cupido, una representación típica del enamoramiento y el amor apasionado, lanza pétalos al agua como si estos pétalos fueran oportunidades perdidas de relaciones románticas.

Las mujeres que parecen musas, todas ellas representaciones de las formas de arte que retransmiten la belleza, se alejan como si el hombre se hubiera perdido las bellezas de la vida, una pérdida que lo envuelve en la melancolía que ahora experimenta.

¿Y qué es lo que le hizo perderse tanto? ¿Es su lanza, que ahora colocó a su lado? ¿Es posible que haya pasado tanto tiempo persiguiendo el virtuosismo con su lanza, que se haya olvidado de vivir? ¿Estaba tan distraído que no se dio cuenta de la belleza que le rodeaba, belleza que solo ahora reconoce cuando huye en la noche de la vida?

Todo esto puede ser cierto, pero esta interpretación parece pasar por alto una perspectiva diferente sugerida por el título del cuadro. Gleyre se refiere a todo lo «perdido» como «ilusiones».

Para los artistas románticos, la ilusión era primordial, un equilibrio necesario para la búsqueda extrema de la verdad científica de los siglos XVIII y XIX. La fantasía, la imaginación y las cosas bellas que cautivan el espíritu humano fueron dejadas de lado por el estudio científico objetivo y racional.

Quizá la melancolía que experimenta el hombre no se limita a su propia pérdida. Tal vez represente a una época que perdió el acceso a las cosas bellas que antaño agitaban el espíritu humano.

¿Esas cosas bellas —la poesía, la historia y la música —que lguna vez encarnaban las musas y que caracterizaron gran parte de la historia humana han sido desechadas por una búsqueda fría y calculada de las verdades científicas? o ¿es que estas musas, al sentir que ya no hay lugar para ellas, zarpan hacia un lugar, un tiempo, una época que las aprecie de nuevo?

¿Es por esto que el hombre pone su lanza a su lado? ¿Porque no se aprecian sus actividades musicales en un mundo cada vez más frío, analítico y científico? ¿Es este extremo científico la fuente de su melancolía?

¿Está casi marcado porque las verdades científicas percibidas como universales oscurecen su individualidad única inherente a su apreciación de la belleza y las actividades creativas? ¿O está ensombrecido porque la creatividad tiene menos que ver con la autoexpresión y más con la belleza en sí misma, de allí la ilustración de las siluetas del barco?

Tal vez este cuadro no sea un ataque a la ciencia en sí misma, sino un testimonio de la pérdida causada por el extremo de la fría y calculada objetividad provocada por el cientificismo, una pérdida que recordaremos con el dicho: «Si supiera entonces lo que sé ahora…».

Tal vez este cuadro sirva de estímulo para mirar el futuro con detenimiento, con una nueva conciencia y aprecio por la belleza que encierra el espíritu humano, una belleza cuyas «ilusiones» sirven para equilibrar los extremos científicos.

El mensaje y su advertencia son conmovedores y animan a reflexionar sobre cómo podríamos equilibrar nuestra era científica, nuestras vidas y nuestros esfuerzos con una mayor apreciación de la belleza de la vida antes de que navegue por el horizonte y se pierda de vista para siempre.

Las artes tradicionales contienen a menudo representaciones y símbolos espirituales cuyo significado puede perderse para nuestras mentes modernas. En nuestra serie «Llegar al interior: Lo que el arte tradicional ofrece al corazón», interpretamos las artes visuales de manera que puedan ser moralmente perspicaces para nosotros hoy. No pretendemos dar respuestas absolutas a preguntas con las que lucharon generaciones anteriores, sino que esperamos que nuestras preguntas inspiren a un viaje de reflexión para convertirnos en seres humanos más auténticos, compasivos y valientes.

Eric Bess es un artista plástico en ejercicio y es candidato al doctorado en el Instituto de Estudios de Doctorado en Artes Visuales (IDSVA).


Únase a nuestro canal de Telegram para recibir las últimas noticias al instante haciendo click aquí


Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando

¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.