Buzo español comparte su momento de felicidad tras el rescate de los niños tailandeses

12 de julio de 2018 Noticias

Un buzo español tuvo la dicha y el honor de haber participado desde el principio en las operaciones de búsqueda y rescate de los 13 atrapados en la cueva de Tailandia.

«Todo era felicidad al verlos salir», recuerda el buzo español Fernando Raigal, que participó en el rescate de los doce niños atrapados junto a su entrenador en una cueva del norte de Tailandia.

«Mientras los trasladábamos, algunos de ellos eran muy pequeños e iban sedados, pero era un alivio escuchar su respiración», cuenta en una entrevista a Efe tras su regreso a Bangkok, donde reside desde hace unos meses.

Los chicos y el entrenador recibieron sedantes «para evitar que entraran en pánico» durante el rescate, y salieron al exterior «inconscientes», detalla.

“La extracción comenzó el domingo 8 y sacaron a cuatro chavales; el lunes 9, sacaron otros cuatro; y el martes 10 completaron la operación con los cinco restantes, entre ellos el adulto”.

Los estudiantes, de entre 11 y 16 años, y el entrenador, de 25, se adentraron en la cueva Tham Luang, en la provincia de Chiang Rai, el sábado 23 de junio tras completar un entrenamiento del equipo de fútbol «Jabatos salvajes», del que forman parte.

Una súbita tormenta inundó parcialmente los túneles y les dejó atrapados en el interior.

La voz de alarma la dio una de las madres al ver que su hijo no regresaba a casa.

«Recibí un aviso (la noche del domingo) por parte de un conocido, y a primera hora del lunes ya estaba ayudando en la cueva», dijo el buzo, natural de Ciudad Real.

Raigal, que aprendió a bucear en el Ejército y se especializó en trabajos de alta mar, cumplió sus 33 años en el interior de la cueva mientras contribuía con los preparativos.

Ayudó a colocar los cabos que sirvieron como guía a un grupo de buzos británicos experimentados en inmersiones subterráneas, siendo justamente dos  de ellos los que encontraron a los desaparecidos  2 de julio, en una gruta a cuatro kilómetros de profundidad. Habían pasado nueve días desaparecidos, sin comida y en la oscuridad.

«Tenían un camino de cinco horas de ida y vuelta. El resto permanecimos a la espera de noticias. Cuando regresaron y dijeron que los habían encontrado fue tremendo (…) La operación de búsqueda había terminado y ahora tocaba el rescate», recuerda el voluntario español.

La misión de salvamento, en la que participaron más de mil personas, fue tomando forma poco a poco para superar las numerosas complicaciones con las que se encontraron los equipos de rescate.

Había que bucear con visibilidad nula por laberínticos túneles llenos de estrechos pasadizos y rocas afiladas para alcanzar la cueva donde se encontraba el grupo.

Varios de los niños rescatados de la cueva Tham Luang son atendidos en el hospital, en la provincia de Chiang Rai (Tailandia), 11 de julio de 2018. Crédito EFE.

La dificultad de la misión se hizo patente con el fallecimiento de Saman Gunan, de 38 años, quien perdió la conciencia por la falta de oxígeno durante una misión de abastecimiento. Sus compañeros han iniciado una campaña de colecta de donaciones para su familia.

Durante la fase subacuática del rescate, colocaron a los atrapados una máscara especial que le cubría toda la cara y le permitía respirar con normalidad a través de los 150 metros que duraba la inmersión.

Una hilera de soldados y voluntarios, entre ellos Raigal, llevó en volandas a los rescatados una vez fuera del agua -quienes permanecían postrados en una camilla- hasta la entrada, allí los aguardaban equipos sanitarios para el traslado al hospital de Chiang Rai.

Mira nuestro video completo aquí con la entrevista de primera mano del buzo rescatista español:

«Hubo un sentimiento de liberación al completar el traslado del último de los rescatados (…) El objetivo era sacar a los chavales, ‘cueste lo que cueste’, y lo conseguimos», dijo Raigal.

En estos momentos, los trece se recuperan con normalidad en el centro sanitario y ninguno sufre de problemas graves de salud, según los partes médicos. Los primeros que salieron recibirán el alta el próximo domingo.

El ciudadrealeño evita la etiqueta de héroe: «Al fin y al cabo hemos acudido a una llamada de auxilio, y lo hemos hecho lo mejor que pudimos», confesó con humildad.