California está en un estado lamentable, en camino de convertirse en un estado socialista

Por John Mac Ghlionn
03 de noviembre de 2021 3:36 PM Actualizado: 03 de noviembre de 2021 9:40 PM

Comentario

En 1965, The Mamas and The Papas lanzaron «California Dreamin», una de las canciones pop más icónicas del siglo XX. El estribillo, contagioso y reconocible al instante, tiene al cantante imaginando la seguridad y la calidez de Los Ángeles.

Anhelando dejar atrás el frío, el vocalista se encuentra «soñando» con California.

Medio siglo después, el sueño californiano se convirtió en una pesadilla.

El Estado Dorado se encuentra en un estado lamentable. Ahora, un número creciente de personas sueña con dejar atrás California. El estado, que antes era un bastión de la libertad, se convirtió en algo verdaderamente trágico —con políticas alucinantes, una fijación en las reformas socialistas, niveles crecientes de desempleo y una enorme crisis inmobiliaria.

Como señaló recientemente el autor Joel Kotkin, con Gavin Newsom a salvo «y los demócratas cada vez más dependientes de sus aliados sindicales del sector público (que lo ayudaron poderosamente con la revocación), se esperan nuevas iniciativas para expulsar a las empresas».

Los políticos californianos parecen empeñados en ahogar la economía del estado y están teniendo mucho éxito en sus desacertados esfuerzos.

Tesla Inc., el mayor fabricante de coches eléctricos del planeta, está abandonando California. El 7 de octubre, en la reunión anual de accionistas de Tesla, Elon Musk anunció sus planes de trasladar la sede de la empresa a Austin, Texas. Las razones de la mudanza son muchas, pero Musk criticó la carestía de las viviendas y los trámites burocráticos de California. Teniendo en cuenta que Musk calificó en su momento de «fascistas» las políticas de California relacionadas con la vivienda, el traslado no debería sorprender. Después de todo, ¿quién querría vivir en un estado «fascista»?

Hacer negocios en California es extremadamente difícil. De hecho, conseguir hacer cualquier cosa parece ser un obstáculo de proporciones épicas.

Por ejemplo, en 2018, el cómico Bill Maher, presentador de «Real Time with Bill Maher», solicitó que le instalaran paneles solares en su caseta del jardín. Parecía un trámite sencillo. Sin embargo, tres años después de solicitarlo, Maher aún se encontraba sin los paneles.

¿Por qué? Por las políticas kafkianas. California está plagada de una burocracia hinchada y de leyes absurdas.

«Prosperidad común» y muerte del sentido común

Parece que los responsables políticos de California están dispuestos a aplicar su propia versión de la «prosperidad común» de China. A principios de este año, antes de las elecciones de revocación, varios legisladores de extrema izquierda plantearon la idea de un nuevo impuesto sobre la riqueza. De aplicarse, nos dicen, recaudaría alrededor de 22,000 millones de dólares cada 12 meses.

Sin embargo, como escribió el periodista John Coupal, esa alza de impuestos sería un desastre sin paliativos, en gran medida porque sus objetivos están alejados de la realidad económica.

Según el autor, la idea fue presentada por primera vez por Alex Lee, «el miembro más joven de la Asamblea de California». Lee, de 25 años, «todavía vive con su madre en la zona de la bahía de San Francisco». No se trata de lanzar un golpe bajo a un joven que aún vive en su casa. Pero, pregunto, ¿está Lee realmente cualificado para encabezar una alza de impuestos tan agresiva?

Además, como señaló Coupal, de todos los estados del país, California ya tiene el impuesto más alto sobre la renta. Además, también es el hogar de «la tasa de impuesto estatal a las ventas más alta de Estados Unidos y el impuesto a la gasolina más alto de Estados Unidos».

Lee, al igual que otros responsables políticos de California, debe reconocer la diferencia entre gravar a los ricos y comerse a los ricos. Un nuevo impuesto sobre la riqueza haría lo segundo en lugar de lo primero.

Esto no quiere decir que los ricos no deban pagar su parte justa; ciertamente deberían hacerlo. Pero seguro que hay mejores formas de abordar las cuestiones de desigualdad. Ante unos impuestos tan agresivos, ¿por qué alguien elegiría perseguir el éxito en California, especialmente cuando los responsables políticos buscan castigar a los que tienen más éxito?

En un artículo de opinión para The Hill el pasado otoño, Chris Talgo dijo a los lectores estadounidenses que el «abrazo al socialismo de California debería servir de advertencia» para el país. Él indicó que «en las últimas décadas» la voluntad del estado de abrazar las políticas socialistas «debería servir como (la denuncia de peligro de) un canario en la mina de carbón» para los legisladores de todo el país.

«No cabe duda de que el socialismo está inseparablemente entrelazado con el totalitarismo y la adoración abyecta del Estado. Este Estado ha de ser el archi-patrón, el archi-planificador, el archi-administrador y gobernante, y el archi-jefe de bancada», citando a Winston Churchill.

Como todos sabemos, nada bueno sale del socialismo, o de un gobierno «comunista-lite».

Con una de las tasas de desempleo más altas del país, California se está convirtiendo rápidamente en un lugar miserable para vivir. Teniendo en cuenta que el precio medio de una vivienda unifamiliar es ahora de 827,940 dólares, ¿es de extrañar que California tenga una crisis de personas sin hogar?

Con más de 160,000 personas viviendo en la calle, las ciudades como Los Ángeles y San Diego son ahora el reflejo de los campos de refugiados, con campamentos de tiendas de campaña que ensucian las calles. Sin acceso a aseos, la gente literalmente defeca en las aceras. No es de extrañar que el aumento de los sin techo haya traído consigo un incremento de muertes por sobredosis. Lamentablemente, un aire de desesperación asfixiante recorre California.

El Estado Dorado, el equivalente a un coche con frenos defectuosos, está siendo conducido al borde de un precipicio. De forma un tanto inevitable, todo sueño socialista termina en una pesadilla.

California, en el pasado un estado formidable, está en llamas tanto literal como metafóricamente. Las políticas socialistas no ayudarán a extinguir las llamas.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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