Cómo pensamos sobre el perdón a diferentes edades

La comprensión de los niños del perdón se profundiza y se desarrolla a medida que crecen

Por ROBERT ENRIGHT
03 de julio de 2020 1:54 AM Actualizado: 03 de julio de 2020 1:54 AM

Si has visto a tus hijos luchar por perdonar a alguien que les hizo daño, sabes que el perdón es complicado. Después de todo, el perdón es complicado para los adultos también. A veces nos preguntamos por qué intentamos perdonar a alguien de todas formas. Más tarde, podríamos pensar que los hemos perdonado, para luego experimentar un repentino estallido de ira y resentimiento.

Mi investigación ha descubierto que nos lleva muchos años comprender la noción de perdón a medida que crecemos. En más de 30 años de estudios del perdón, he entrevistado a niños y adolescentes, así como a estudiantes universitarios y adultos, y he descubierto que nuestra comprensión del perdón evoluciona a lo largo de la infancia y de la juventud, influida por lo que aprendemos de nuestros padres y comunidades.

A los niños pequeños se les enseña que proclamar: «lo siento» seguida de la respuesta automática de: «te perdono» puede resolver cualquier conflicto. Esto puede deberse a que nosotros, como padres y educadores, buscamos una solución rápida a las disputas interpersonales, y cuando los problemas son de corta duración, este tipo de intercambios rápidos ayudan. Al mismo tiempo, si hay un daño más profundo con una ira más profunda, los niños necesitan más tiempo para procesar la injusticia y sentirse enojados por un tiempo.

Para apoyar la comprensión madura del perdón por parte de los niños, los padres pueden empezar por tener discusiones apropiadas para la edad de sus hijos, basadas en el estado de desarrollo cognitivo y emocional de los niños. Estas conversaciones pueden cambiar la forma en la que, los niños piensan acerca del perdón y ayuda a que se recuperen emocionalmente cuando inevitablemente experimentan daño y trato injusto de otros en la vida.

Venganza

En nuestros estudios sobre cómo piensan los niños, adolescentes y adultos acerca del perdón, evaluamos su pensamiento presentándoles dilemas y haciéndoles preguntas sobre qué tipo de condiciones podrían facilitar el perdón. Como ejemplo de un dilema, la Sra. Jones acusa falsamente al Sr. Thompson de un crimen, y ahora se enfrenta a un tiempo en prisión por algo que no hizo. En general, lo que encontramos es que los niños y adolescentes empiezan con algunas ideas equivocadas sobre el perdón y finalmente desarrollan una comprensión y práctica del mismo.

Cuando piensan en el perdón, los niños de cuarto grado a menudo lo identifican con el principio de la venganza. Sin un aprendizaje formal sobre lo que es el perdón, muchos niños de 9 y 10 años piensan que podrían perdonar y reconciliarse con sus compañeros de clase solo si esos compañeros recibieran primero lo que se merecen: un castigo por su mal comportamiento.

Por supuesto, a veces los compañeros de clase no son castigados, porque lo que haya pasado nunca llama la atención de un padre o un maestro. Si los niños no perdonan a menos que el culpable sea llevado ante la justicia, nunca podrán liberar su ira reprimida.

En esta etapa, una forma de ayudar a los niños a aprender sobre el perdón es desafiar su pensamiento condicional (si no hay castigo, no hay perdón). Los padres pueden alentar a sus hijos a reflexionar sobre estas cuestiones: ¿Todas las personas tienen un valor inherente o incorporado? Si es así, ¿los que actúan injustamente también poseen este tipo de valor? Si es así, ¿puedes ver que aquellos que a veces te lastiman también tienen un valor inherente?

No es que la gente con valor inherente no deba ser castigada nunca. Pero cuando los niños ven el valor inherente de todos, incluso de los que se han comportado mal, pueden considerar perdonar (porque el otro tiene valor) y no quedarse atrapados en su ira mientras esperan un castigo que tal vez nunca llegue.

Esto no significa que los niños abandonen la búsqueda de la justicia o que se queden callados ante el daño que se les hace. Más bien significa que las circunstancias externas no se interpondrán en el camino de la curación emocional que el perdón puede proporcionar.

Recompensa

Comparado con los de cuarto grado, cuando hablamos con alumnos de séptimo grado, los vemos desarrollar lo que se llama una perspectiva recíproca. Pueden pensar en sí mismos y en los demás al mismo tiempo, y a su vez pueden tratar de hacer el bien para sí mismos y para los demás. Con una perspectiva recíproca, los alumnos suelen decir que será más fácil perdonar si se les compensa por lo que les sucedió.

Esto no es lo mismo que los niños más pequeños que buscan un castigo. Si a un niño de 12 años le robaron una manzana en el almuerzo, por ejemplo, podrían perdonar cuando la otra persona eventualmente le da una manzana a cambio.

Lo que es similar es la tendencia de estos niños a ver el perdón como un acto condicional, ofrecido solo si hay recompensa. De nuevo, esto significa que pueden quedar atrapados en la falta de perdón deliberado hasta que llegue la compensación.

Por supuesto, la compensación no siempre es posible. Si una persona empuja a la otra hacia abajo, ¿qué compensación puede ocurrir allí? Tal vez una disculpa sincera sea suficiente, pero es menos clara, y el perdón condicional puede no tener lugar nunca.

A esta edad, podemos ayudar a los niños a aprender sobre el perdón distinguiendo entre perdonar y reconciliar, un proceso en el que las personas negocian su regreso a un sentido de confianza mutua. ¿Es posible perdonar antes de restablecer la confianza en la otra persona? La respuesta es sí; solo porque perdones a alguien no significa que elijas reconciliarte con él, y solo porque no estés interesado en la reconciliación no significa que no puedas liberar tu ira y conseguir un cierre a través del perdón. A medida que los niños aprenden que perdonar y reconciliarse no es lo mismo, pueden estar más abiertos a ofrecer un perdón incondicional, incluso mientras (como en el caso anterior) siguen esforzándose por ser justos.

Como norma social

En mis entrevistas, algunos de los alumnos de séptimo grado y muchos de los de décimo grado tienen una visión más compleja del perdón, sin relacionarlo con la necesidad de castigo o compensación. Ahora, el foco está puesto en su grupo de pares y en su contexto familiar. Los estudiantes consideran: ¿Qué tiene que decir mi grupo de compañeros sobre el perdón? ¿Les gusta y lo alientan o no? ¿Qué piensa mi familia sobre el perdón?

En este punto, la disposición del adolescente a perdonar depende de cuáles son las normas en su grupo y en su familia. Al igual que en las edades más tempranas, el adolescente sigue estando influenciado por factores externos—en este caso, las creencias y actitudes de otras personas—en lugar de estar impulsado por una convicción interna de que el perdón es bueno en sí mismo.

No obstante, las normas sociales pueden ser útiles para formar los propios valores de las personas, por lo que fomentar el perdón a esta edad significa aprovechar esas normas. Por ejemplo, podemos destacar ejemplos de interacciones entre pares y familias en las que el perdón era un tema central y se consideraba bueno. Escuchar historias de compañeros que aceptan el perdón, o de familias que pasan por conflictos y sin embargo perdonan y se reconcilian, podría ayudar a los adolescentes a valorar y a experimentar el perdón ellos mismos.

Si los padres se oponen al perdón, en esta etapa se hace más difícil para los adolescentes aprender a apreciarlo. Aun así, si los compañeros y los profesores valoran la norma de perdonar, esto puede desafiar a los adolescentes a pensar más profundamente en ello. En la sociedad recibimos mensajes contradictorios todo el tiempo, y por eso algunos de los grupos importantes en la vida de un adolescente (incluidas las familias, los grupos de redes sociales o las casas de culto, si pertenecen a alguna) podrían considerar la posibilidad de hablar del tema del perdón como posible respuesta a la injusticia.

Los adolescentes pueden manejar fácilmente la complejidad cognitiva de tener en cuenta al mismo tiempo el perdón y la justicia: Perdonar y buscar justicia.

Como virtud moral

En su nivel de desarrollo más alto, el perdón significa ofrecer misericordia incondicionalmente a alguien que actuó injustamente. Los estudiantes universitarios y los adultos empiezan a ver que, si perdonar es una virtud moral fuerte, entonces debe ofrecerse independientemente de factores externos como el castigo, la recompensa o las normas de los diferentes grupos. Tienden a ver el perdón como algo digno de su tiempo porque es bueno para las familias, las comunidades y las sociedad enteras.

La forma más elevada de perdonar es ofrecer amor y amabilidad por el bien de los demás, y no por alguna razón egoísta, como esperar una compensación o la aprobación de nuestro grupo de pares después de que perdonemos.

A veces, sin embargo, los adultos jóvenes (al igual que los adolescentes) todavía pueden experimentar una presión externa para perdonar, si ven que sus comunidades exigen el perdón. En otras palabras, están perdonando debido a las expectativas de otras personas y no como un fin en sí mismo.

Entender plenamente el perdón en este sentido es raro, y puede ser necesario aprender formalmente sobre el perdón. Los niños pueden alcanzar una profunda comprensión del perdón en la edad adulta si lo practican persistentemente, con la ayuda de los padres, cuando son heridos por otros. Este aprendizaje, que se inicia a una edad temprana, es un elemento fundamental para que los adultos maduros piensen en el perdón.

Es un trabajo duro, pero ayudar a nuestros hijos a alcanzar este nivel más alto de perdón puede hacer que ejerzan su propia elección de perdonar, y que vivan una vida sin enfados enfermizos y con más paz.

El Dr. Robert Enright es el fundador del Instituto Internacional del Perdón. Este artículo fue publicado originalmente en la revista online Greater Good.


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