¿Qué espera de los próximos meses? ¿Quiere progresar en su carrera o tal vez comprar una casa? ¿Quizás busque comenzar una nueva relación o conseguir finalmente ese aumento de sueldo?
Aunque no hay nada inherentemente malo en perseguir cualquiera de estas cosas, al unir su sentido de autoestima a este tipo de éxitos externos, el camino a seguir puede estar lleno de peligros. Así que con la ayuda de la filosofía de los antiguos estoicos, es hora de repensar qué es lo que vale la pena perseguir.
Al fijarnos en los éxitos externos, la mayoría de nosotros terminamos pensando que si no alcanzamos estos objetivos, hemos fracasado. A menudo pensamos: «si yo fuera más decidido o trabajara más duro, entonces cumpliría con todas mis ambiciones porque si no lo hago, solo me tengo a mí mismo para culparme».
Entonces, ¿cuál es el truco para evitar esta trampa? La respuesta podría muy bien estar en los antiguos estoicos, que propusieron varias ideas que sugieren una forma diferente de pensar.
El estoicismo es una filosofía que fue fundada en Atenas a principios del siglo III a.C. Los estoicos creen que la virtud (como la sabiduría) es la felicidad, que el juicio debe basarse en el comportamiento, en lugar de las palabras, y que no controlamos y no podemos confiar en los acontecimientos externos, únicamente en nosotros mismos y en nuestras respuestas.
Así que mientras se propone crear la vida que desea, aquí están las tres ideas estoicas clave que podrían ayudarle a pensar de manera diferente.
1. Mucho de lo que sucede está fuera de su control
Aunque ciertamente podemos contribuir a los resultados, como hacer lo mejor en una entrevista de trabajo, nunca podemos controlar completamente el resultado. Nuestro desempeño en la entrevista puede ser excelente, pero el resultado estará determinado en gran medida por cómo lo hacen los otros candidatos y cómo se siente el entrevistador en el día.
Si vincula su sentido de éxito y autoestima a algo fuera de su control, entonces está convirtiendo su felicidad en un rehén de la fortuna. No es una buena posición para estar, pero se puede hacer algo al respecto.
2. Concéntrese en la actividad, no en el resultado
Los estoicos hicieron una analogía con el tiro con arco. Por absurdo que parezca, el objetivo del tiro con arco no es dar en el blanco, sino simplemente disparar bien.
Dar en el blanco está fuera de su control. Por ejemplo, una ráfaga de viento podría desviar la flecha de su curso. Así que en lugar de eso, debe centrarse en dominar la técnica del tiro con arco. Eso no garantizará que siempre acertará al blanco (seguirá habiendo ráfagas de viento), pero aumentará la probabilidad de acertar más a menudo.
Lo más importante es que el objetivo de disparar flechas lo mejor posible está completamente bajo nuestro control, y ningún molesto viento lateral puede impedirnos lograrlo. Pensar en estas líneas nos ayuda a devolver nuestra felicidad a nuestro control.
3. El verdadero valor reside dentro, no fuera
Los estoicos argumentan que conseguir un nuevo trabajo, un ascenso o un aumento de sueldo no es realmente bueno. ¿Por qué? Porque incluso si lo obtiene, puede que siga estando infeliz o insatisfecho. Incluso podría empeorar las cosas debido a más responsabilidad, estrés y mayores expectativas. O puede olvidarse rápidamente cuando centra su atención en subir el siguiente peldaño de la escalera.
Los estoicos insistieron en que, para que algo sea bueno, siempre debe beneficiarnos. Y sugirieron que solo hay una cosa que siempre nos beneficia cuando la tenemos: una mente tranquila, racional y consistente. Aquí es donde reside el verdadero valor.
Así que para el año 2020, trate de olvidar las ambiciones externas que no puede controlar y en su lugar concéntrese en cultivar el estado de ánimo adecuado, como el deseo de hacer lo que sea que esté haciendo tan bien como pueda, simplemente por la satisfacción de hacerlo bien, sin pensar en una mayor recompensa.
Esa es una ambición completamente dentro de su control. Nada puede detenerlo, y usted puede ser el maestro de su propio éxito este año que corre.
John Sellars es profesor de filosofía en Royal Holloway, Universidad de Londres. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
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