Consejos de un emperador chino para aumentar la productividad

23 de abril de 2015 7:08 AM Actualizado: 07 de febrero de 2017 11:34 AM

Si leíste nuestro artículo “Un día en la vida de un Emperador Chino”, puede que te haya sorprendido cuan poco trabajo real diario hacia el emperador Kangxi de la dinastía Qing para ser productivo.

En la totalidad de su día, las reuniones ocupaban solo 1 hora y media. Todos los otros asuntos los hacia durante el desayuno y el almuerzo. El resto del tiempo lo ocupaba leyendo en la biblioteca, entreteniéndose con canciones y bailes, o en meditación religiosa. Sin embargo, se las arregló para ampliar y proteger los territorios chinos, promover el comercio con Occidente, hacer un compendio de poesías de la dinastía Tang, y registrar cada palabra en el idioma chino.

Por supuesto, contó con todo un ejército de asistentes personales, pero a juzgar por la investigación el emperador Kangxi aparentemente sabía algo acerca de cómo aprovechar al máximo su tiempo y energía. A continuación te ofrecemos algunos consejos para ayudarte a hacer crecer tu “imperio” sin agotarte.

Conoce tus mejores horas

Kangxi comenzaba y terminaba su día meditando y en adoración, lo hacía dos horas después de despertar, y cuatro antes de acostarse. Además de ayudar al emperador a tener la cabeza lúcida y centrada en sus prioridades, estas horas le servían como sesiones de calentamiento y relajamiento. Como bien saben los que tienen que ir al trabajo diariamente, salir a la calle corriendo ni bien uno se despierta no es la mejor forma de empezar el día.

Los expertos en productividad de hoy en día advierten en contra de comenzar el día de trabajo revisando los correos electrónicos porque esto permite que otras innumerables demandas guíen tus actividades. Mientras habrás desperdiciado las horas más frescas de tu cerebro en ponerte al día en vez de hacer algo proactivo.
En su lugar, recomiendan hacer lo que hacía Kangxi: Iniciar cada día planificando lo que quieres lograr. Su primera tarea era revisar los escritos que traían noticias de todo el imperio, eso le ayudaba a decidir con cuál de los funcionarios tendría que reunirse a las 9:30 a.m., una hora primordial para el pensamiento creativo y la toma de decisiones.

Kangxi eliminaba esa sensación que uno tiene a las 3 de la tarde, de querer tomar un café o de sentir que uno se va a desmayar, y evitaba realizar cualquier trabajo real a esa hora. A media tarde, lo podías encontrar relajado con alguna poesía o viendo alguna actuación. En lugar de arar a través de un informe más, o del correo electrónico, es aconsejable hacer algo variado durante la tarde.

Los chinos tienen el concepto antiguo de las horas de los órganos, en que ciertos procesos biológicos y tareas son más aconsejables en diferentes horas del día según qué órgano está más activo en ese momento. Del mismo modo los investigadores modernos han llegado a comprender el impacto de los ritmos circadianos en la productividad.

Menos trabajo y más juego

Parece tan contradictorio que para funcionar mejor debamos jugar más, pero es verdad.

Stewart D. Friedman, profesor en prácticas de gestión en Wharton School, encontró en un experimento que cuando las personas se enfocan más en sus familias, comunidades, o en el desarrollo personal, en lugar del trabajo, su rendimiento laboral aumenta junto con la satisfacción general de su vida.

El emperador Kangxi ponía su tiempo en sus prioridades. Como hombre profundamente espiritual y culto, pasaba la mayor parte de su día en oración Budista y ocupado en las artes. Estas actividades le ayudaban a conectarse culturalmente con sus súbditos chinos, la mayor parte de ellos no eran de la misma etnia que la familia real de Manchuria.

La clave está en saber elegir las actividades de ocio que reflejen lo que es importante para nosotros. Usando el tiempo en actividades de ocio que nada tienen que ver con nuestros valores (por ejemplo viendo a Netflix con desenfreno) no te hace mucho bien. La idea es que enfocándonos en nuestras pasiones nos energice en nuestro trabajo diario y nos ayude a filtrar las tareas sin importancia, lo cual nos lleva a nuestro siguiente punto.

Trabajar en forma selectiva

Tus jefes, colegas, clientes, padres, vecinos, niños y hasta tus mascotas están siempre prestos para entregarte una larga lista de demandas que te mantendrán ocupado desde el amanecer hasta la noche. Y hablamos sólo de tu caso, no del de un emperador. Si Kangxi hubiera hecho lo que la mayoría de nosotros hacemos (todo, para complacer a todos), su imperio hubiera sido un caos total.

Por eso lo más inteligente que él concibió hacer fue su horario artificialmente desocupado. Ten en cuenta que sólo mantenía reuniones durante 1 hora y media al día, no más, porque eso cortaría su horario de almuerzo “Real”.

Tú puedes hacer lo mismo. Esto te va a forzar a ti y a todos los demás a elegir sólo las tareas más importantes.

Leer con entusiasmo

William C. Taylor, cofundador de la revista Fast Company, escribió que los mejores líderes son aprendices insaciables. Herminia Ibarra, autora de “Actúa como Líder, Piensa como un Líder”, ciertamente respaldaría ese concepto.

Ambos autores postulan que una tarea esencial de liderazgo es la de exponerse constantemente a nuevas personas, actividades y ambientes, para de esa forma romper los rígidos conceptos de uno mismo. ¿Con cuánta frecuencia nos golpeamos la cabeza contra la pared tratando de resolver nuevos problemas con herramientas antiguas y con viejas formas de pensar? Esa no es la forma de salir adelante.

Continuando con la autoeducación de Kangxi, añadamos que él leía constantemente sobre temas de filosofía, historia, literatura, arte, agricultura, estrategia militar y gobernabilidad. Se reunía regularmente con sabios de diversas tradiciones incluyendo misioneros cristianos del extranjero.

Descansa bien

Por último, Kangxi dormía realmente las ocho horas de sueño que él mismo recomendaba, además de una siesta por la tarde. El sueño es esencial para mantener la memoria, el buen juicio, la concentración, el estado de ánimo, y otra serie de funciones biológicas como la regulación hormonal. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades en EE. UU. (CDC, por sus siglas en inglés) llaman a la privación del sueño como una “epidemia de salud pública”. Para las personas modernas, el sueño debe ser algo no negociable, aun sea que tengamos un imperio que dirigir, o no.

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