EE.UU. advierte a El Salvador sobre “trampas diplomáticas y de deuda” por parte del régimen chino

Por Pachi Valencia
15 de octubre de 2019 9:17 PM Actualizado: 15 de octubre de 2019 9:17 PM

El embajador de Estados Unidos en El Salvador, Ronald Johnson, advirtió al presidente salvadoreño Nayib Bukele que actúe con cautela en su involucramiento con China, a fin de evitar “trampas diplomáticas y de deuda”.

“Exhortamos a #ElSalvador a ejercer cautela con respecto a su involucramiento con #China, de manera que evite las trampas diplomáticas y de deuda. Es vital buscar alianzas con un #SocioConfiable”, escribió el diplomático en Twitter el pasado 10 de octubre.

El presidente de la Asociación de Industriales de El Salvador, Eduardo Cáder, dijo a VOA que luego de más de un año de relaciones diplomáticas con el país asiático, siente que no hay mayores logros.

«Comercialmente hablando, ¿qué ha ganado El Salvador con eso? Eso es lo que pregunto siempre…», refirió.

Luego de la decisión de El Salvador de romper relaciones con Taiwán el año pasado para establecer vínculos con China, Johnson dijo que esta nueva relación era “preocupante por muchas razones”, y que el gobierno de EE.UU. evaluaría su relación con el país latinoamericano.

La relación de El Salvador con China empezó el 20 de agosto de 2018, luego de que el presidente de ese entonces, Salvador Sánchez Cerén, anunciara su decisión de acercarse al régimen comunista luego de un “cuidadoso” estudio.

Taiwán es una democracia plena con su propia Constitución, funcionarios electos y ejército, por lo que cada vez que el régimen chino establece alianzas estratégicas con otras naciones que tienen relaciones diplomáticas con Taiwán, los obliga a dejar sus relaciones diplomáticas con la isla asiática –otorgando grandes sumas de dinero en préstamos e inversiones– como una manera de poder presionarlas para que reconozcan a solo “una China”.

Tsai Ing-wen, presidente de República de China (Taiwán) y presidente Salvador Sánchez Cerén de El Salvador. Foto de Gobierno de El Salvador.

La presidente taiwanesa Tsai Ing-wen culpó a la presión del PCCh por la decisión de El Salvador en una conferencia de prensa el 21 de agosto del año pasado, alegando que era otro ejemplo de cómo el régimen chino ha intentado ejercer presión sobre Taiwán para reducir el reconocimiento internacional de la nación insular.

“Nos dirigiremos a países con valores similares para luchar juntos contra el comportamiento internacional cada vez más descontrolado de China”, afirmó Tsai.

La separación hizo que El Salvador se convirtiera en el tercer país latinoamericano en los últimos dos años en romper relaciones con la nación insular. Panamá abandonó Taiwán por China en 2017, y República Dominicana lo hizo a principios de este año.

Mediante un comunicado, la entonces portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, dijo que la decisión de El Salvador no era una decisión que solo afectaba a la nación, sino “también a la salud y seguridad económica de toda la región de las Américas».

Así mismo, agregó que «en todo el mundo, los gobiernos se están dando cuenta del hecho de que los incentivos económicos de China provocan la dependencia económica y la dominación, no la asociación», añadió Sanders, quien reiteró el compromiso de Estados Unidos por continuar oponiéndose al Partido Comunista Chino en el Hemisferio Occidental.

El buque mercante chino Cosco Shipping Panamá cruza las nuevas esclusas de Agua Clara durante la inauguración de la ampliación del Canal de Panamá en esta foto de archivo. (RODRIGO ARANGUA/AFP/Getty Images)

Bajo el lema de “una nueva plataforma para la cooperación mutuamente exitosa” el régimen comunista invitó a América Latina y el Caribe a unirse a la iniciativa de “La Franja y La Ruta”, y en la actualidad son 16 países de la región los que firmaron adhesión, entre ellos Venezuela, Bolivia, Uruguay, Cuba y Ecuador.

China lanzó la iniciativa de la “Franja y Ruta” (OBOR) en 2013. El valor total del proyecto se estimó en 3,7 billones de dólares, y abarcaba docenas de países de Asia, Europa, África, Oceanía y Sudamérica. En la primera cumbre de OBOR, China tuvo un sentido de expansión, propagando el modelo chino y abrazando la idea que China se convertiría en el nuevo líder de la globalización. Esto activó la alarma en algunos países. Durante la guerra comercial, Estados Unidos hizo varias críticas cuestionando la “expansión roja” de China, lo que también provocó que algunos países de la iniciativa OBOR vacilaran.

Durante la segunda cumbre de la iniciativa OBOR en 2018, China prometió destinar 250.000 millones de dólares a proyectos de infraestructura solo en Latinoamérica.

Sin embargo, la práctica de China es realmente utilizar miles de millones de dólares de deuda de los países para obtener activos estratégicos, dominio económico e influencia política mediante sus relaciones diplomáticas, dijo Fernando Menéndez, escritor y analista de relaciones China-América Latina radicado en Washington, D.C., en un artículo para La Gran Época.

En un tono parecido, el exembajador de México en China, Jorge Guajardo, comentó a la BBC que “China busca países más que todo que no tienen acceso a los mercados financieros internacionales. Entonces llegan y les venden un financiamiento que es caro, pero sí efectivamente va atado a infraestructuras con ingeniería china, material chino, mano de obra china, que ellos venden como para desarrollar al país”, y resumiendo agregó: “Dejan la obra de infraestructura, pero la paga el país”.

Un estudio de Harvard en octubre de 2018 detectó una tendencia en aumento de países con deudas demasiado grandes como para pagarlas, lo que permite a Beijing “adquirir activos estratégicos o influencia política sobre las naciones deudoras”. Las grandes instalaciones de infraestructura construidas con préstamos chinos se arrendan cada vez más por períodos de hasta 99 años como una forma de “ayuda” para pagar las deudas.

Por otro lado, para Ramón Collado, especialista en seguridad transnacional, el acceso de China Latinoamérica, en particular, permite a los talentosos agentes de inteligencia de China realizar actividades de recolección de información, especialmente operaciones de reconocimiento, ciberataques, espionaje industrial y recolección de información mediante la interceptación de señales electromagnéticas (ELINT) y de comunicaciones electrónicas (COMINT).

Además, al tener una presencia sólida en una región cercana a Estados Unidos, los espías chinos tienen una gran oportunidad de reclutar y, por lo tanto, de obtener información clasificada de funcionarios del gobierno estadounidense y miembros del ejército estadounidense, así como de estadounidenses que trabajan para ONGs, empresas multinacionales y organizaciones internacionales e intergubernamentales.

El periodista de La Gran Época Julián Bertone contribuyó con este informe.

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