EE. UU. debe ser más duro con los ataques de China a Falun Gong

Esperemos que un número cada vez mayor de estadounidenses apoye a Falun Gong en su búsqueda de la libertad de un grado de persecución que tristemente debe llamarse genocidio

Por Anders Corr
08 de agosto de 2021 1:53 PM Actualizado: 08 de agosto de 2021 1:53 PM

Opinión

Entre el 16 y el 20 de julio, miles de practicantes de Falun Gong vestidos de amarillo salieron a las calles de Washington, Nueva York, San Francisco, Londres y otros lugares en sus concentraciones de protesta anuales, distintivamente coreografiadas, contra los implacables abusos a los derechos humanos cometidos por China durante décadas. En el acto de Washington, D.C., una experta en libertad religiosa del Instituto Hudson afirmó con razón que China estaba perpetrando un genocidio contra Falun Gong.

Numerosas fuentes del gobierno de EE. UU. han reconocido la existencia de informes y estudios mundiales sobre la persecución a Falun Gong y de pruebas significativas e incontrovertidas sobre el encarcelamiento masivo, la tortura y la sustracción forzada de órganos de quizás millones de personas. Los actos de China se ajustan a la definición legal y a la descripción académica de genocidio de acuerdo con la Convención de la ONU para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948.

Falun Gong es una espiritualidad enraizada en los principios budistas y taoístas que se popularizó en China a partir de 1992. Siete años después, el Partido Comunista Chino (PCCh) vio en esta práctica pacífica su mayor amenaza.

Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, promueve los tres principios de benevolencia, verdad y tolerancia, que aparentemente son contrarios a las propias filosofías del PCCh de, por ejemplo, el poder político nace del cañón de un arma (según Mao Tse Tung en 1938).

El movimiento Falun Gong es una amenaza particular para el creciente poder del PCCh porque a menudo está dentro de las empresas chinas, las universidades y el Estado. Los practicantes de Falun Gong dentro de China, obligados a guardar el secreto por la persecución del Estado, operan al menos 200,000 «imprentas clandestinas» dentro del país totalitario, «en lo que probablemente constituye la mayor resistencia de base no violenta del mundo», según una página web de Falun Gong.

Los practicantes de Falun Gong han filtrado en ocasiones información crítica a publicaciones establecidas fuera de China. Esto convierte a Falun Gong en un aliado natural y poderoso de todas las democracias que buscan revelar la verdad sobre las atrocidades cometidas por el PCCh.

A finales de la década de los noventa había entre 70 y 100 millones de practicantes de Falun Gong en todo el mundo, según diversas fuentes, incluidos los medios de comunicación del gobierno chino. Esto era más que el número de miembros del PCCh en ese momento.

La vigilancia cada vez más hostil del PCCh obligó al fundador de Falun Gong, Li Hongzhi (李洪志), a instalarse en Estados Unidos en 1995. A medida que aumentaba la presión, especialmente en los medios de comunicación estatales, los practicantes de Falun Gong en China comenzaron a protestar. Esto alcanzó su punto álgido el 25 de abril de 1999, cuando al menos 10,000 Falun Gong hicieron un llamamiento al PCCh con una meditación pacífica en Zhongnanhai, el edificio del gobierno central de China en Beijing.

El Partido se sintió amenazado. Declaró que el movimiento era una «religión herética» y la mayor amenaza para la seguridad del Estado desde el movimiento democrático de 1989. El jefe del PCCh, Jiang Zemin, prohibió Falun Gong el 20 de julio de 1999 y estableció la «oficina 610», similar a la Gestapo, para pasar por encima de los tribunales y la policía en China, país donde la libertad religiosa existe supuestamente, pero no realmente, ya que está protegida por la constitución china.

La persecución a Falun Gong que siguió fue llevada a cabo por funcionarios del PCCh como Chen Quanguo (陈全国), y utilizó técnicas de «reeducación» que más tarde formarían parte del genocidio contra los uigures. La persecución a Falun Gong en China es igualmente un intento de «destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso», incluso mediante el asesinato y otros daños corporales y mentales, y es, por tanto, un genocidio según la definición de la ONU.

Las investigaciones académicas han estimado que el número total de trasplantes de hígado y riñón en China entre 2000 y 2014, probablemente procedentes principalmente del Falun Gong, asciende a 1.5 millones. El Tribunal de China de 2020, que celebró audiencias en Londres, citó estadísticas que indican de 60,000 a 90,000 trasplantes de órganos anuales (menos unos 5000 donantes voluntarios documentados, lo que revela un vacío de aproximadamente 55,000 a 85,000 trasplantes anuales no explicados).

Sir Geoffrey Nice c.r., presidente del China Tribunal, dicta el fallo del tribunal en Londres el 17 de junio de 2019. (Justin Palmer)

El Tribunal de China encontró además que: «La sustracción forzada de órganos ha ocurrido en múltiples lugares de la RPC [República Popular China] y en múltiples ocasiones durante un período de al menos 20 años y continúa hasta el día de hoy. (…) En la práctica a largo plazo en la RPC de la sustracción forzada de órganos fueron, de hecho, los practicantes de Falun Gong quienes fueron utilizados como fuente —probablemente la principal— de órganos para la sustracción forzada de órganos».

Según un informe de Freedom House de 2015, «cientos de miles de adeptos [de Falun Gong] fueron condenados a campos de trabajo y a penas de prisión, lo que los convierte en el mayor contingente de prisioneros de conciencia del país», y podría añadir, del mundo. Fuentes de Falun Gong dicen que en los últimos veinte años en China, varios millones de practicantes de Falun Gong han sido detenidos.

Freedom House verificó en 2017, de forma independiente, 933 casos de condenas de hasta doce años a Falun Gong entre 2013 y 2016, a menudo impuestas únicamente por sus creencias religiosas. Según la organización sin ánimo de lucro, «las pruebas disponibles sugieren que la extracción forzada de órganos a los prisioneros del grupo Falun Gong para su venta en operaciones de trasplante se ha producido a gran escala y puede que continúe».

Una parte fundamental de la campaña anti-Falun Gong es el uso de la prensa estatal para presentar a los practicantes como infrahumanos con el fin de justificar su tortura y erradicación.

«Los actos de tortura, en general, revelan una actitud y un enfoque global y coherente del Estado chino hacia los practicantes de Falun Gong, que es de naturaleza sistemática y está diseñado para castigar, condenar al ostracismo, humillar, deshumanizar, rebajar y demonizar a los practicantes de Falun Gong para que renuncien y abandonen su práctica. La RPC y sus dirigentes incitan activamente esta persecución con el único propósito de eliminar la práctica y la creencia en Falun Gong». —El Tribunal de China

Los efectos generalizados y devastadores de la deshumanización de Falun Gong por parte de la prensa estatal no deben subestimarse en una sociedad sin libertad de expresión. Sin embargo, según Freedom House, millones de practicantes de Falun Gong en China han persistido a lo largo de años de persecución. Las manifestaciones de este mes conmemoraron el vigésimo segundo aniversario de la supresión de Falun Gong por parte del PCCh.

Cada vez más, los estadounidenses están despertando al genocidio que se está perpetrando contra el Falun Gong. Los políticos están tomando medidas de forma bipartidista. De los diecisiete senadores y representantes de EE. UU. que apoyaron una petición de Falun Gong para mostrar su apoyo en el vigésimo segundo aniversario de su persecución, ocho eran demócratas y nueve republicanos. Los senadores Robert Menéndez (demócrata de Nueva Jersey) y Marco Rubio (republicano de Florida) mostraron su apoyo en declaraciones por separado con ocasión del 20 de julio a Falun Gong y a la libertad religiosa en general.

Este año, los representantes demócratas que mostraron su apoyo, y que por tanto merecen el crédito público, han sido Zoe Lofgren (California), Mike Doyle (Pensilvania), Bill Foster (Illinois), Sean Maloney (Nueva York), Dean Phillips (Minesota), David Trone (Maryland), Juan Vargas (California) y Gerald Connolly (Virginia). Los republicanos fueron Elise Stefanik (Nueva York), Gus Bilirakis (Florida), Vicky Hartzler (Misuri), Tim Walberg (Michigan), Steve Chabot (Ohio), Glenn Grothman (Wisconsin) y Jack Burgman (Michigan).

Unos practicantes de Falun Gong participan en un desfile en Washington el 16 de julio de 2021 que marca el 22° aniversario del inicio de la persecución del régimen chino a Falun Gong. (Samira Bouaou/The Epoch Times)

El senador Menéndez, que es el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, hizo el 20 de julio la mejor declaración sobre el Falun Gong. «Hace hoy 22 años, la República Popular China emprendió una despiadada y brutal represión contra los seguidores del movimiento espiritual Falun Gong que continúa hasta hoy», escribió en una carta. «En las más de dos décadas transcurridas desde entonces, decenas de miles de ciudadanos chinos han sido perseguidos por sus creencias religiosas, encarcelados, torturados, sometidos a trabajos forzados y a acusaciones creíbles de sustracción de órganos».

El senador Rubio hizo una declaración similar el 20 de julio. «El PCCh ha detenido a los practicantes de Falun Gong, y en algunos casos, en múltiples ocasiones, en centros de ‘transformación a través de la reeducación’, un anticipo del actual internamiento masivo y de los actos de genocidio contra los uigures y otros musulmanes en Xinjiang. Los funcionarios del PCCh han sometido a los practicantes de Falun Gong a agresiones físicas y sexuales, trabajos forzados y torturas para que renuncien a sus creencias. Aún más inquietantes son las acusaciones creíbles de sustracción forzada de órganos».

Un informe del 12 de mayo del Departamento de Estado de EE. UU. sobre la libertad religiosa señalaba informes que hablan de hasta decenas de millones de practicantes de Falun Gong en el país, detenciones de más de 6600 en 2019 y más de 600 condenados a penas de hasta catorce años de prisión. El informe señalaba la tortura y la privación de alimentos y atención médica a los practicantes en prisión, y se refería a las pruebas de sustracción forzada de órganos, tal y como se desprende de los informes del Tribunal de China y de la Fundación Memorial de las Víctimas del Comunismo (VOC).

El Departamento de Estado citó reportajes de varios medios según los cuales «las autoridades irrumpieron en la casa de una practicante de Falun Gong, la inmovilizaron y le tomaron por la fuerza una muestra de sangre, diciéndole que era ‘requerida por el Estado’. Un agente gritó: ‘La ley no se aplica a ustedes. Vamos a acabar con todos ustedes'».

Al publicarse el informe, el secretario de Estado Antony Blinken impuso, con razón, la prohibición de visado a Yu Hui y a su familia por la complicidad de este funcionario con las detenciones arbitrarias de varios creyentes de Falun Gong.

El informe de 2021 de la Comisión de Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional (USCIRF) también señaló la persecución a Falun Gong en China y las pruebas de sustracción forzada de órganos. «Según los informes, miles de practicantes de Falun Gong fueron acosados y arrestados durante el año 2020 por practicar su fe, y algunos probablemente murieron debido a los abusos y la tortura mientras estaban detenidos», afirmaba. «Informes internacionales creíbles también sugirieron que la sustracción de órganos, incluso de los practicantes de Falun Gong, probablemente continuó».

No podemos esperar que muchos académicos o grandes empresas defiendan la causa del Falun Gong en breve, ya que muchos buscan alguna ventaja comercial de China, incluyendo más estudiantes chinos que pagan la matrícula completa en las universidades estadounidenses. Sin embargo, esperemos que un número cada vez mayor de estadounidenses, del tipo de principios mencionado anteriormente, apoyen a Falun Gong en su búsqueda de la libertad de un grado de persecución que tristemente debe llamarse genocidio. Este genocidio es doblemente aborrecible ya que los principios básicos de lo que practica el Falun Gong, es decir, verdad, tolerancia y benevolencia, son muy loables y lamentablemente faltan en el gobierno de China hoy en día.

De NationalInterest.org.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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