El arresto de Meng en Canadá y el arresto de Sun en China: Un mundo de diferencia

Por Joan Delaney
20 de diciembre de 2018 7:32 PM Actualizado: 20 de diciembre de 2018 7:32 PM

Opinión

Las diferencias entre el trato de una ciudadana canadiense detenida en China y una ciudadana china arrestada en Canadá no podrían ser más marcadas.

Después de que Meng Wanzhou fuera arrestada en Vancouver el 1 de diciembre a petición de los Estados Unidos, estuvo detenida durante unos días en un centro penitenciario de mujeres, compareció en audiencias en un tribunal abierto con representación legal competente, y ahora se encuentra en libertad bajo fianza viviendo cómodamente en una de sus mansiones en el área metropolitana de Vancouver mientras espera las audiencias formales de extradición.

Cuando Sun Qian, residente de Vancouver, fue arrestada en China hace casi dos años, no se le ofreció ninguna de esas delicadezas. El 19 de febrero de 2017, más de una docena de policías irrumpieron en su casa de Beijing y la saquearon, la sacaron a rastras y la arrojaron en un centro de detención, sin ningún tipo de proceso legal, ni siquiera una orden de arresto. Una orden fue emitida unas semanas después.

Mientras Meng enfrenta serias acusaciones relacionadas a la violación de las sanciones de Estados Unidos contra Irán, Sun fue detenida solo por practicar su fe en Falun Dafa, o Falun Gong, una disciplina espiritual tradicional china basada en los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia.

Y mientras Meng solo tiene que usar un brazalete electrónico en el tobillo y ser vigilada y escoltada por una empresa de seguridad privada mientras está en libertad bajo fianza, Sun permanece en el Centro de Detención No. 1 de Beijing, donde fue torturada y sometida a sesiones de lavado de cerebro con el objetivo de que renuncie a su fe.

Además, varios abogados que la familia de Sun logró encontrar, que estaban dispuestos a representar a la practicante de Falun Dafa, fueron presionados por las autoridades hasta el punto de abandonar su caso. Según su familia, ahora está siendo representada por un abogado designado por el gobierno, que está trabajando en contra de sus intereses.

Meng es la directora financiera del gigante chino de las telecomunicaciones Huawei, fundado por su padre. Está acusada de conspirar para defraudar a múltiples instituciones internacionales. Cada cargo conlleva una pena máxima de 30 años.

Sun fue vicepresidente de Beijing Leadman Biochemistry, una empresa multimillonaria que fundó y de la que era copropietaria junto con su marido, Shen Guangqian. Pero dos días después del arresto de Sun, su esposo habría robado 2000 millones de yuan en acciones de la empresa de propiedad conjunta, que pertenecían a Sun, e hizo que la sacaran del directorio falsificando su firma.

La hermana de Sun, Sun Zan, le dijo a La Gran Época en una entrevista anterior que Shen “conspiró con ciertos individuos del Buró de Seguridad Pública, usando la política de reprimir a Falun Gong para provocar la detención ilegal y el procesamiento de Sun”.

“La fiscalía y el tribunal no solo hicieron la vista gorda ante los actos criminales de Shen, sino que también están utilizando a Shen para condenar ilegalmente a mi hermana”, agregó.

En julio de 1999, el Partido Comunista Chino lanzó una campaña de persecución contra los practicantes de Falun Dafa, que para ese entonces sumaban entre 70 y 100 millones. Desde entonces, se detuvieron a decenas de miles de practicantes, y un número incalculable de ellos fue torturado hasta el punto de causarles la muerte o la discapacidad. Muchos otros murieron por la sustracción forzada de sus órganos, según informes de investigación.

Las autoridades chinas dijeron que la directora financiera de Huawei fue “secuestrada” y que su detención violó sus derechos humanos. En realidad, fue simplemente arrestada en suelo canadiense, de acuerdo con la ley, porque enfrenta cargos criminales en Estados Unidos, con el cual Canadá tiene un acuerdo de extradición.

En China, sin embargo, los practicantes de Falun Dafa son arrebatados constantemente de sus casas o lugares de trabajo y arrojados a campos de detención, centros de lavado de cerebro o cárcel. Minghui.org, un sitio web que documenta la campaña de persecución, describe esto como secuestro, porque en muchos casos no se respeta ningún proceso legal y cuando hay una audiencia judicial, siempre es para montar un show y no para asegurar la justicia.

Podría decirse que la detención de tres canadienses en China por cargos falsos, en represalia por la detención de Meng, también constituye un secuestro. La medida demuestra claramente la naturaleza mafiosa del régimen y su desprecio por el Estado de derecho.

Los expertos que observan el caso de Meng dicen que podría prolongarse durante años si decide luchar contra la extradición. En cambio, si opta por no luchar, podría ser extraditada en unas semanas, alegan. De cualquier manera, nunca tendrá que soportar torturas durante la detención ni será sometida a un juicio ficticio. Pase lo que pase, tendrá la posibilidad de tener la mejor defensa legal que el dinero pueda comprar.

Mientras tanto, ante la falta de Estado de derecho en China y frente a un sistema judicial corrupto, Sun perdió no solo su libertad, sino también su empresa multimillonaria.

Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.

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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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