El coronavirus no detiene la persecución religiosa en China

Por Bitter Winter
02 de Marzo de 2020 8:05 PM Actualizado: 02 de Marzo de 2020 8:06 PM

Mientras lucha por lidiar con la propagación de la enfermedad mortal, el COVID-19, parece ser que la persecución religiosa sigue siendo una de las principales prioridades para el régimen chino. Según numerosos informes procedentes de todo el país, las personas de fe continuaron siendo hostigadas durante los primeros dos meses del año. Desde principios de febrero, la policía de las provincias de Fujian y Shandong arrestó al menos a 30 miembros de la Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT) –el grupo religioso más perseguido en China–.

Un miembro de la IDT le dijo a Bitter Winter que según documentos secretos internos del Partido Comunista Chino (PCCh), el régimen había planificado poner en marcha una operación a gran escala contra la Iglesia de Dios Todopoderoso en el año 2020. “Podría haber habido más arrestos si no fuera por el brote”, piensa el creyente.

Algunos creyentes fueron arrestados solo por haber orado por las víctimas del coronavirus o por haber compartido fotos y mensajes relacionados con la epidemia. Según un informe de Radio Free Asia, Sun Feng, un cristiano procedente de la ciudad de Zibo, en Shandong, publicó el 31 de enero un mensaje en línea en el que le pedía a la gente rezar y ayunar durante nueve días por el fin de la epidemia. El 7 de febrero, fue arrestado por la policía y permaneció detenido durante 24 horas. En el año 2014, el Sr. Sun había sido sentenciado a cinco años de prisión por “incitar a subvertir el poder estatal” por haber apoyado abiertamente la Revolución de los Paraguas de Hong Kong tras conocerse las protestas contra los cambios en el sistema electoral en la región administrativa especial.

El informe también relata la historia del reverendo Li Wanhua, pastor de la Iglesia de Fengle emplazada en la ciudad de Jiangmen de la provincia de Cantón. La policía lo convocó el 14 de febrero por haber publicado fotos y mensajes sobre Li Wenliang, el médico denunciante que fue silenciado por las autoridades por tratar de advertirle a la gente sobre el mortal virus y luego murió a causa del mismo. El pastor ya había sido anteriormente reprimido por el PCCh: el 14 de junio de 2018 había sido detenido por la Agencia de Seguridad Pública de la ciudad de Heshan, en el condado de Jiangmen, por “organizar y utilizar sociedades secretas reaccionarias, organizaciones de culto y hacer uso de la superstición para socavar el cumplimiento de la ley”. El mismo fue posteriormente liberado bajo fianza.

“Ante la epidemia, el Gobierno no escatima esfuerzos para controlar y reprimir a los creyentes en lugar de luchar contra el desastre. ¡Para el Partido Comunista, el mantenimiento de la estabilidad siempre es lo primero!”, le dijo a Bitter Winter un cristiano procedente de la provincia de Cantón.

“El PCCh ha estado persiguiendo salvajemente a nuestras iglesias durante los últimos años”, comentó un cristiano procedente de Chengdu, la capital de la provincia suroccidental de Sichuan. “Demuele los edificios de las iglesias, elimina los diez mandamientos, reemplaza las cruces con retratos de Xi Jinping, distorsiona las enseñanzas bíblicas y detiene a los pastores. Y la persecución continúa en medio del brote mortal”.

Un colaborador de una iglesia de las Tres Autonomías (la Iglesia protestante unida, establecida en el año 1954 y estrictamente controlada por el PCCh, el cual designa a sus líderes y pastores) procedente de la provincia de Shandong le dijo a Bitter Winter que, desde el inicio del brote, los Dos Consejos Cristianos Nacionales (el Consejo Cristiano de China (CCC) y el Movimiento Patriótico de las Tres Autonomías (MPTA), ambos protestantes, son denominados colectivamente como los “dos Consejos Cristianos Nacionales” o los “dos Consejos Cristianos Chinos”) de la provincia emitieron órdenes estrictas en las que se les prohibía a los miembros de la Iglesia protestante dirigida por el Estado visitar las iglesias no registradas. Varios líderes de iglesias oficiales afirman que las discusiones sobre el virus en las iglesias domésticas que no están reguladas por el Estado equivalen a “discursos antigubernamentales” y perjudican la “seguridad social y pública”, y exhortan a los creyentes “a ser los pioneros en el mantenimiento de la estabilidad social” en medio de la epidemia.

Este artículo fue publicado originalmente en Bitter Winter, una publicación sobre libertad religiosa y derechos humanos en China.

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