El daoísta Liu An inventó el tofu por accidente

Por The Epoch Times
03 de Enero de 2020 10:40 PM Actualizado: 06 de Enero de 2020 6:46 PM

Liu An, el rey de Huainan que vivió durante la dinastía Han occidental (en la provincia actual de Anhui), hace más de 2100 años, era un practicante aficionado del daoísmo, a través del cual inventó de manera accidental el tofu.

Liu An se gastó una fortuna hospedando a muchas personas talentosas para discutir sobre cómo lograr la santidad y el dao, cómo escribir libros sobre daoísmo y cómo cultivar masas de energía llamadas dan.

Un día, según las leyendas de esos tiempos, Liu An utilizaba agua mineral para producir leche de soja para conservar el dan. Pero cuando la leche fue accidentalmente mezclada con polvo de yeso y sal, y se formó algo parecido a una cuajada, resultó inesperadamente en el primer “tofu”.

Como a tanta gente le pareció delicioso el tofu, gradualmente se convirtió en una comida popular. Hoy en día, el tofu se ha convertido en una palabra común en español.

Liu An también es el autor-editor de “Huainanzi”, una respetada colección de ensayos que resultan de una serie de debates académicos.

Se dice que el grabado de “Huainanzi”, o “Huai-nan-tzu” de la dinastía Song en la colección del National Palace Museum, es la única edición sobreviviente de la Dinastía Song. (National Palace Museum, Taiwán)

La historia de “El hombre anciano que perdió su caballo”, incluida en Huainanzi, es una de las más conocidas para el pueblo chino.

Se dice que una vez hubo un hombre anciano que vivía con su único hijo en la frontera del estado. Era muy aficionado a los caballos y a menudo los dejaba pastar libres en las praderas.

Una vez, un sirviente le reportó al anciano: “¡Hay un caballo desaparecido! Debe haberse ido al estado vecino”.

Sus amigos sintieron lástima por él, pero al anciano no le preocupó la pérdida en lo absoluto. En efecto, dijo: “¡Quién sabe! ¡Quizá la pérdida nos traiga buena fortuna!”.

Unos meses después, algo extraño aconteció. No solo retornó a salvo el caballo desaparecido, sino que trajo consigo un espléndido caballo del estado vecino.

Cuando sus amigos escucharon la noticia, felicitaron al anciano por su buena suerte. Pero el anciano dijo, “¡Quién sabe! ¡Quizá esto nos traiga mala fortuna!”.

Un día, cuando el hijo del anciano estaba montando el espléndido caballo, se cayó por accidente, se quebró pierna y quedó inválido.

Muchos amigos vinieron a consolar al anciano, pero él  no estaba perturbado por el accidente en lo absoluto. “¡Quién sabe! ¡Quizá esto nos traiga buena fortuna después de todo!”, dijo.

Un año después, cuando el estado vecino envió tropas a lo largo de la frontera, tanto los hombres jóvenes como los fuertes fueron reclutados para pelear contra los invasores y la mayoría de ellos murieron. El hijo del anciano no fue reclutado porque estaba lisiado, así conservó la vida.

En esta historia, Liu An ilustró vívidamente la filosofía de Lao Tse en cuanto “la mala fortuna es parte de la fortuna, la fortuna se origina de la mala fortuna”.

La mala fortuna y la fortuna coexisten y bajo ciertas condiciones son intercambiables. Para todo lo que sucede hay una razón subyacente.

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