Empeora el colapso de la burbuja inmobiliaria en China

Por Daniel Lacalle
22 de febrero de 2022 2:46 PM Actualizado: 22 de febrero de 2022 2:46 PM

Opinión

Hace unos meses, cuando los inversionistas comenzaron a discutir los problemas de Evergrande, el desarrollador inmobiliario más grande de China, muchos economistas vieron el problema como algo aislado e insignificante. El mensaje de consenso fue que la crisis inmobiliaria era controlable y que el impago de Evergrande sería un caso único. Sin embargo, los incumplimientos de pago chinos en bonos locales y extranjeros aumentaron a un récord de USD 43,000 millones en 2021, según Bloomberg, liderados por incumplimientos generalizados en el sector inmobiliario.

Hasta hace una semana, los bonos de Zhenro Properties Group se consideraban seguros, y la empresa era percibida como un caso excepcional de solidez de balance en un sector con problemas. Desafortunadamente, la realidad fue significativamente diferente y la empresa advirtió que es posible que no cumpla con sus obligaciones crediticias.

El sorpresivo anuncio de riesgo crediticio de Zhenro Properties destaca el alcance de los riesgos que se han acumulado en el sector inmobiliario chino, con una burbuja de enormes proporciones que está estallando lentamente y creando efectos dominó en el resto de la economía.

En mi artículo “Los problemas de China son más grandes que Evergrande”, ya mencioné que el gigante inmobiliario en dificultades no era una anécdota, sino un síntoma de un modelo basado en el crecimiento apalancado y que busca inflar el producto interno bruto (PIB) a toda costa, incluyendo ciudades fantasmas, infraestructura no utilizada y construcciones salvajes. El modelo de cadena de endeudamiento de Evergrande no es poco común en China, y Zhenro muestra que incluso aquellos desarrolladores que se percibían como relativamente más prudentes están, de hecho, en una situación similar.

Esta «sorpresa» no es infrecuente. Cuando observamos el estallido de las burbujas inmobiliarias en Suecia, España, Japón, Islandia y otras economías, el proceso siempre comienza con el mensaje de que un incumplimiento es una anécdota y continúa con la constatación de que las empresas supuestamente más seguras sufren problemas similares de apalancamiento excesivo y débil generación de flujo de caja.

Como mencioné en septiembre, muchas empresas chinas siguen la estrategia de «correr para quedarse quietas», acumulando una deuda cada vez mayor para compensar la escasa generación de flujo de caja y los débiles márgenes. Muchos promotores se endeudan masivamente para construir una promoción que o bien no se vende o se queda con muchas unidades sin vender, y luego financian esa deuda añadiendo más crédito para nuevos proyectos utilizando como garantía activos invendibles o ya apalancados.

El sector inmobiliario es enorme en China. Su peso directo e indirecto, según JP Morgan, es del 25 por ciento del PIB chino, más del doble del tamaño de las anteriores burbujas inmobiliarias en Japón o España. Es imposible para el régimen chino contener la implosión de un sector que tiene ramificaciones masivas que afectan a todo el sector de servicios y numerosas industrias secundarias. El régimen chino trata de disimular el riesgo inyectando liquidez en los bancos chinos y recortando tipos de interés, pero, aunque la gran mayoría de la deuda de los promotores inmobiliarios está en manos de ahorradores nacionales, el colapso de la confianza de los inversores es difícil de contener. En el mejor de los casos, la economía china experimentará una desaceleración inevitable. En el peor de los casos, la implosión del sector inmobiliario puede causar un gran agujero en los activos de los bancos nacionales que pueden necesitar el mayor rescate de los tiempos modernos. El resultado puede estar en algún punto intermedio.

Es posible que muchos sectores de China sigan prosperando a pesar del desplome inmobiliario, pero ninguno de ellos, ni siquiera todos juntos, puede compensar el impacto de una parte tan dominante de la economía china. Si otras economías mundiales fueron incapaces de compensar el estallido de una burbuja inmobiliaria, incluso cuando el tamaño de sus sectores inmobiliarios en el total de la economía era extraordinariamente menor que en el caso de China, es prácticamente imposible creer que el gigante asiático pueda alcanzar su objetivo de crecimiento cuando el estallido de la burbuja inmobiliaria coincida con una intervención gubernamental sin precedentes en otros sectores.

Los desarrolladores inmobiliarios chinos deben pagar o refinanciar hasta USD 100,000 millones en deuda en 2022, según Bloomberg. No es difícil predecir que al menos la mitad incumplirá, superando la cifra récord de 2021. Además, la demanda global e interna de los sectores chinos más grandes se está debilitando debido a las expectativas de más medidas represivas del gobierno en 2022.

La combinación del creciente intervencionismo del gobierno con la creciente preocupación por la situación financiera de los emisores de deuda puede ser insuperable para la economía china. Repetir las fallidas políticas keynesianas del lado de la demanda no es la respuesta. China necesita abrir su economía y abandonar un modelo impulsado por la deuda.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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