Empresas del sur de California perseveran a pesar de las grandes pérdidas

Por Brad Jones
15 de abril de 2020 7:04 PM Actualizado: 15 de abril de 2020 7:04 PM

Keene Engineering, con sede en Chatsworth, forma parte de la cadena de suministro de defensa nacional. Suministra bombas de agua, sistemas de dragado por succión y equipos de control de incendios al Ejército de EE.UU. y a otras agencias gubernamentales.

Pero recientemente, el copropietario Patrick Keene vendió equipos de respiración—incluyendo mascarillas de oxígeno especiales para toda el rostro, mangueras para línea de aire y tanques de oxígeno de reserva—a hospitales, a precio de mayorista.

«Con el negocio a la baja como se encuentra, no podemos permitirnos donar», dijo Keene a The Epoch Times. «Nos dejaría en la quiebra. Pero estamos tratando de considerar primero a estas personas que están ayudando a salvar a otros, dándoles grandes descuentos».

La pandemia de COVID-19 ha mostrado el valor de muchos empresarios del sur de California como Keene para mantener sus empresas en funcionamiento y a sus empleados trabajando, a pesar de sus propias frustraciones y temores ante lo desconocido.

Keene Engineering

Keene Engineering, la cual se considera a sí misma como la «líder mundial en equipos portátiles de minería y excavación», emplea a 26 personas y vende sus productos a países en todo el mundo.

Pero la pandemia mundial ha golpeado duramente a la compañía, y los ingresos han disminuido significativamente.

La empresa ha perdido «probablemente el 50 por ciento de nuestro negocio», según Keene. «Es decir, en exportaciones y ventas dentro de Estados Unidos», agregó.

Hasta ahora, la empresa ha reducido las horas de trabajo de algunos trabajadores, aunque no ha tenido que despedir a ningún empleado.

«No he despedido a nadie, pero tengo un par de señores mayores a los que les he permitido tomarse un tiempo libre», dijo Keene.

«Tenemos demasiadas familias que dependen de nosotros, y como nadie ha recibido dinero, ni cheques ni nada, todo el mundo está siendo un poco cauteloso, así que quieren trabajar; tienen que trabajar».

Keene está atento a lo que sucede con la recientemente aprobada Ley de Ayuda, Apoyo y Seguridad Económica para el Coronavirus (CARES), la cual equivale a USD 2.2 billones.

Hay dos componentes principales del paquete federal: el Programa de Protección de Pago de Cheques (PPP) de USD 350,000 millones, destinado principalmente a cubrir los gastos de nómina, y el programa de Préstamos ante Desastres por Daños Económicos de la Agencia Federal de Pequeños Negocios de los Estados Unidos (SBA).

«Debido a la caída de nuestro negocio, estamos tratando de obtener un préstamo de la SBA», dijo Keene. «Vamos a necesitar ayuda financiera para todo esto».

Añadió: «El préstamo de la SBA es para mantener los negocios en marcha, y el otro [PPP] es para cubrir la nómina. Si no lo usamos, pues no lo usamos, pero al menos queremos tenerlo ahí para nuestros empleados».

La tienda de Keene Engineering está cerrada al público, pero los clientes pueden hacer pedidos y los productos serán enviados. Los empleados se están adhiriendo a los protocolos de seguridad en el almacén de 30,000 pies cuadrados.

«Llevamos mascarillas todo el día y usamos guantes», dijo Keene. «Todos tratan de mantener su distancia de todos. Y luego tengo un empleado que va todo el día y limpia las superficies de cualquier cosa que alguien tocar—con lejía y agua—tratando de mantener a todos a salvo».

Es vital para la compañía permanecer abierta, dijo Keene.

«Si no estamos allí para mantener el negocio, antes de que nos demos cuenta tendremos a todos nuestros vendedores presionándonos, especialmente si no estamos abiertos y no ganamos dinero, lo cual dificulta el pago de las deudas», dijo.

Sin embargo, ha sido un reto enviar los suministros y equipos a los clientes en el extranjero.

«Exportamos a la mayoría de los países del mundo. Pero hay muchas aerolíneas que están cerradas, y nos resulta difícil enviar el equipo al extranjero», dijo Keene.

«Eventualmente, si nuestros clientes internacionales no pueden obtener sus mercancías, pedirán reembolsos—y eso es lo que realmente nos preocupa».

Aunque Keene Engineering es conocida principalmente por desarrollar y fabricar equipos de extracción de oro, también produce equipos para la extracción de diamantes y minerales de tierras raras. Gran parte del equipamiento más grande se exporta a lugares como África, Australia, América del Sur, Dubai y Filipinas.

Pero aunque el precio del oro se ha disparado en los últimos meses y la empresa está aceptando pedidos por correo, no tantos clientes locales están comprando suministros para la minería.

«Creo que a todo el mundo le preocupa el virus, pero estoy seguro de que hay gente por ahí que sigue explotando la minería a toda escala», dijo. «He oído hablar de gente que utiliza equipos más pequeños y encuentra una buena cantidad de oro».

Aunque su negocio está sufriendo, Keene cree que el presidente Donald Trump tomó la decisión correcta de suspender los viajes internacionales y tomar medidas para ayudar a contener la propagación del COVID-19.

Pero Keene sigue preocupado de que el condado de Los Ángeles se haya excedido en su vigilancia para controlar la pandemia al tomar medidas demasiado duras contra los negocios que solo tratan de mantenerse a flote.

«El condado de Los Ángeles quiere parar a todas las empresas, a menos que sean absolutamente esenciales», dijo.

A medida que se prolonga el orden de confinamiento en el hogar y el número de casos comienza a disminuir, Keene espera que Trump pronto confirme la reapertura de más empresas, y así salvar la economía del colapso.

«Todos esperamos que la nación vuelva a trabajar, pero con ciertas restricciones y protocolos para estar completamente seguros y evitar la propagación del COVID-19», dijo Keene.

«Si la gente cumple con la seguridad, no veo ninguna razón por la cual la mayoría de la gente no pueda volver al trabajo».

El gobernador Gavin Newsom anunció el 13 de abril que trabajaría con otros estados de la costa oeste para considerar la reapertura de la economía.

Star Milling Company

Star Milling Company, una empresa familiar fabricante de alimentos para mascotas y animales ubicada en Perris, está clasificada como un servicio esencial. Hasta ahora, no ha tenido que despedir a ninguno de sus 85 empleados.

«Podemos mantener a toda nuestra gente empleada», dijo Paul Cramer, el vicepresidente de la compañía, a The Epoch Times. «Nuestro negocio está en marcha y funcionando».

El único problema, dijo Cramer, es «conseguir algunas de las materias primas que necesitamos», incluyendo el maíz, el trigo, la soja y el milo.

«Pero no prevemos que nada vaya en el sentido opuesto con nuestra cadena de suministro en este momento», añadió.

Star Milling produce alimentos para perros, conejos, caballos y pollos. «Vendemos mucho alimento para aves de corral a los ranchos que producen huevos», dijo Cramer.

La compañía también vende alimento para peces. «Vendemos directamente a muchas granjas para la acuicultura, para las granjas de bagres, tilapias y truchas», añadió.

Para ayudar a evitar que los empleados se enfermen, la empresa permite que cerca de la mitad del personal de oficina trabaje desde su casa o venga en diferentes horarios. En la planta de producción, los empleados se agrupan en equipos más pequeños, y practican el distanciamiento social dentro de sus grupos.

«Dios no lo quiera, que alguno se enferme», dijo Cramer.

Pero si un empleado contrae la enfermedad, no tendrá que preocuparse por su salario.

«La compañía pagará por ello», dijo Cramer. «Se les pagará para que estén en casa si están enfermos. Y, si se hacen la prueba y dan positivo, no tienen que preocuparse de que perderán días de vacaciones o por días de enfermedad».

Los trabajadores de la planta de producción ya usaban mascarillas para el polvo, y en los descansos continúan gradualmente el distanciamiento social. Los 55 empleados de producción se dividen en tres turnos, con no más de 20 en el piso al mismo tiempo.

«Para nuestra industria, que trata con animales, no es algo completamente nuevo lo que estamos pasando, porque la industria animal tiende a pasar por otras pandemias», dijo Cramer.

«Hay una que todavía está ocurriendo al sur de California, llamada la exótica enfermedad de Newcastle, que afecta a las aves de corral. De todas formas, siempre hemos tenido medidas de bioseguridad. Así que esto no es muy abrumador para adaptarnos», agregó.

Los camioneros entregan todo y la compañía ha pasado a un sistema sin contacto, de acuerdo con Cramer.

«Hacemos entregas en todo California, Arizona, Nevada y Hawái, y luego tenemos muchas cuentas de exportación», dijo.

Pero el envío a la mayoría de los países extranjeros se ha suspendido. «Simplemente se han apartado temporalmente», dijo Cramer. «Así que, ya sabes, como que duele en ese sentido».

Las ventas nacionales aumentaron inicialmente, pero el pico ha comenzado a disminuir, agregó, ya que los clientes se han abastecido de sus suministros.

Debido a que todo el mundo está trabajando, el negocio probablemente no calificaría para ayuda federal, a menos que los trabajadores se enfermen con COVID-19, en cuyo caso la empresa podría calificar para créditos fiscales, dijo Cramer.

«No necesitamos nada en términos de pérdida de ingresos o de nómina o algo similar, por lo que no hemos solicitado», añadió.

Miembros del personal juegan al golf en el Club de Golf Woollahra en Sydney, Australia, el 2 de abril de 2020. (Matt King/Getty Images)

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Club de golf Goose Creek

Por otro lado, la familia de Cramer también posee una participación mayoritaria en el Goose Creek Golf Club en Jurupa Valley, cerca de Mira Loma, lo cual le da una visión adicional de los negocios gravemente afectados por la pandemia.

Al principio del brote del virus, muchos campos de golf seguían operando, y la mayoría de los gerentes de los campos de golf consideraban que el deporte era una actividad de bajo riesgo. Pero cuando el estado emitió su orden de permanecer en casa el 19 de marzo, se vieron obligados a cerrar al día siguiente.

«Ese es un lado completamente diferente del espectro», dijo Cramer. «Por lo tanto, puedo ver cómo todo esto está afectando a la gente que es esencial y a la gente que no lo es».

Sin embargo, el campo aún tiene permitido que su personal de mantenimiento trabaje.

«El reto de un campo de golf es que, incluso cuando está cerrado, necesita mantenimiento—porque si no le das mantenimiento, simplemente crecerá, y tendrás que gastar mucho más dinero tratando de volver a donde estaba», dijo Cramer.

La empresa ha solicitado préstamos y apoyo federal para pequeñas empresas agregó, pero «realmente no hemos recibido mucha orientación».

«Hasta ahora, no he oído nada positivo en cuanto al subsidio que se va a recibir (…) o cuando vamos a recibir el dinero».

Si el campo permanece cerrado hasta el 19 de junio como el estado ha ordenado, le costará a la compañía cientos de miles de dólares en ingresos perdidos.

«Por lo general, tenemos alrededor de 150 jugadas al día, y se trata de un promedio de USD 70 dólares por jugada», dijo Cramer. «Así que saque las cuentas».

El empresario Gene Boere (centro), dueño de la empresa de reparación de camiones y tractores Gene Boere, comparte un buen momento con sus amigos. (Cortesía de Gene Boere)

Gene Boere, reparación de camiones y tractores

«Arreglo cualquier cosa que ruede y/o corra en las carreteras», dijo a The Epoch Times Gene Boere, quien se autodenomina el «MacGyver de la reparación de camiones y maquinaria pesada».

Boere, un empleado independiente de 66 años, dueño de un negocio de reparación de camiones y tractores en Menifee, ha perdido cerca del 75 por ciento de su negocio en las últimas semanas—luego de haber comprado recientemente un nuevo camión de USD 195,000 para operar su servicio transportable.

«Mi nuevo camión es transportable, pero no tengo trabajo para él», dijo.

La mayor parte de su negocio proviene de la construcción, que se considera no esencial. Para empeorar las cosas, el trato para vender su vieja camioneta a un posible comprador fracasó debido a la incertidumbre económica, añadió.

Su negocio es considerado un servicio esencial, por lo que ha estado haciendo un trabajo limitado, pero a pesar de sus pérdidas, no quiere solicitar ayuda federal.

«No la necesito, así que se la voy a dejar a que quien la necesite», dijo. «Yo me cuido a mí mismo».

El pecho de Boere fue aplastado en un accidente agrícola en 1987, y sus pulmones fueron dañados. Le preocupa que se contagie de COVID-19 en su lugar de trabajo, especialmente por las condiciones insalubres en las grandes ciudades de California.

«La higiene es un arte olvidado que todo el mundo está aprendiendo muy rápido en estos momentos», dijo.

«Soy muy cuidadoso con mi lugar de trabajo, para no infectarme con este virus», añadió Boere.

«Si este virus hubiera empezado una semana antes, nunca habría comprado un camión nuevo. Me habría dirigido a una cabaña en algún lugar y me habría escondido».


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