Estación espacial militar china en Argentina es una «caja negra» secreta que despierta sospechas

31 de enero de 2019 Noticias

La estación espacial militar china en Argentina es una «caja negra» que funciona bajo secreto, sin acceso, y con poca supervisión física de sus operaciones por parte del gobierno argentino.

Desde septiembre de 2014, La Gran Época ha informado sobre los riesgos concretos de que la estación espacial china en Neuquén tenga usos militares, al depender directamente del Departamento General de Armamentos del Ejército Popular de Liberación, brazo armado militar del régimen comunista chino.

El objetivo declarado de la estación que entró en operación desde el mes de abril del año 2018, es la observación y exploración espacial pacífica.

Pero el remoto complejo de 200 hectáreas opera con poca supervisión por parte de las autoridades argentinas, según cientos de páginas de documentos del gobierno argentino obtenidos por la agencia Reuters y revisados por expertos en derecho internacional.

El acuerdo obliga a China a informar a Argentina de sus actividades en la estación, pero no prevé ningún mecanismo de aplicación para que las autoridades aseguren que no se está utilizando para fines militares, dijeron los expertos en derecho internacional.

Operadores chinos trabajando en el Centro de Control de la Estación CLTC-CONAE-NEUQUEN. Foto CONAE.

La exministra de Relaciones Exteriores del presidente Mauricio Macri, Susana Malcorra, dijo en una entrevista a Reuters que Argentina no tiene supervisión física de las operaciones de la estación. En 2016, revisó el acuerdo de la estación espacial china para incluir una estipulación de que fuera para uso civil solamente.

Cuando se le preguntó cómo se asegura que la estación no sea utilizada para fines militares, la agencia espacial argentina CONAE dijo a Reuters que el acuerdo entre los dos países establecía su compromiso con el «uso pacífico» del proyecto.

Dijo que las emisiones de radio de la estación también fueron monitoreadas, pero los expertos en radioastronomía dijeron que los chinos podrían fácilmente ocultar los datos ilícitos en estas transmisiones o agregar canales encriptados a las frecuencias acordadas con Argentina.

En base a las últimas estrategias militares publicada por el Ejército Popular de Liberación en su último Libro Blanco, la función de dicha base y sus implicancias para Argentina y la región, cobran una relevancia que trasciende sus fronteras.

En la nueva estrategia, los dominios espacial y cibernético se describen como los picos dominantes de la competencia estratégica.

La antena de la base de Neuquén es una antena que “tiene la posibilidad de servir para fines militares, de comando y control de satélites, en una gama de satélites que circulan por determinadas órbitas que pasan por el hemisferio occidental, es decir, todo lo que es América en conjunto”, comentó a La Gran Época, el ingeniero aeronáutico Ricardo Runza, quien ha sido asesor de temas de defensa para varios gobiernos argentinos.

Según este experto, la antena probablemente sirva para estar interconectados con una serie de otras estaciones que tiene China en una red que permita servir como un nexo de información, para triangulación de información, para comando y control del sistema ASAT (anti-satélite).

La enorme antena parabólica de 450 toneladas es la pieza central de una estación construida por el ejército chino.

Las antenas y otros equipos que apoyan las misiones espaciales, como el que China tiene ahora aquí en la Patagonia, pueden aumentar la capacidad de recolección de inteligencia de China, dicen los expertos.

«Una antena gigante es como una aspiradora gigante», dijo Dean Cheng, un exinvestigador del Congreso que estudia la política de seguridad nacional de China. «Lo que estás absorbiendo son señales, datos, todo tipo de cosas», añadió, según The New York Times.

Envuelto en el secreto, el complejo despierta malestar entre los residentes locales, alimenta teorías de conspiración y también preocupación en la administración Trump sobre su verdadero propósito.

El teniente coronel Christopher Logan, portavoz del Pentágono, dijo que los oficiales militares estadounidenses estaban evaluando las implicaciones de la estación de monitoreo china. Los funcionarios chinos rechazaron las solicitudes de entrevistas de ese medio sobre la base y su programa espacial.

Tecnología de doble uso

Cuando se discutía el acuerdo por parte de los legisladores argentinos, quedó claro que la tecnología de la estación china podía usarse tanto para fines civiles como militares.

En ese momento, el ex vice canciller Roberto García Moritan, señaló que la tecnología y actividades que presentará la estación pueden utilizarse con fines militares, como el “escaneo de comunicaciones, rastreo y detección de satélites, control de lanzamientos a escala global incluso, en caso de necesidad, de misiles, drones y otras actividades militares semejantes”, según afirmó el ex vice canciller en una columna del diario Infobae.

China Satellite Launch and Tracking Control General (CLTC) tiene una larga experiencia en tecnologías de información y de satélites.

Desde que China comenzó a desarrollar sus propios satélites de comunicaciones a principios de la década de 1970, todos fueron diseñados por la Academia China de Tecnología Espacial (CAST) con fines militares, y todos ellos han sido operados por CLTC y subordinados a la Comisión de Ciencia, Tecnología e Industria para la Defensa Nacional de la República Popular China, según el Comité Especial sobre Seguridad Nacional y Asuntos Militares/Comerciales de Estados Unidos con China, conocido como el Informe Cox.

El Teniente General Ronald L. Burgess, director de la Agencia de Inteligencia de la Defensa de EE. UU. advirtió ya en febrero de 2012 sobre la estrategia de China de enfocarse en la guerra espacial.

Burguess afirmó que además de las armas anti-satélite, China también está “desarrollando sistemas de interferencia y armas de energía dirigidas para misiones ASAT (anti-satélite)” y remarcó especialmente que “rara vez Beijing reconoce las aplicaciones directas de su programa espacial, y se refiere a casi todos los lanzamientos satelitales como científicos o civiles”.

Por ejemplo, el 12 de mayo pasado de 2013, China probó una de sus armas anti-satélite, el Dong Ning-2, y dijo que se había tratado de una misión científica.

Por otra parte, el acuerdo firmado entre Argentina y el régimen chino busca ampliar la colaboración entre ambas naciones.

Según un comunicado de CONAE, en diciembre de 2018 una delegación china visitó esa agencia, y se analizaron los futuros pasos para ampliar la cooperación entre ambas instituciones.

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