Estudiantes andan entre las ruinas de sus escuelas a un año del sismo en Oaxaca

Por EFE
17 de febrero de 2019 5:55 PM Actualizado: 17 de febrero de 2019 5:55 PM

Los pobladores de Santa María Huazolotitlán, sureño estado mexicano de Oaxaca, que sufrieron la pérdida de sus viviendas hace a un año por un sismo de magnitud 7,2, se han dado a la tarea de reconstruir sus casas, mientras que los estudiantes caminan entre los escombros de sus escuelas.

Tras el sismo y una rápida revisión protocolaria, el Gobierno mexicano indicó que el movimiento telúrico de ese 16 de febrero fue sentido también en los estados de Guerrero, Puebla, Morelia, Colima y Jalisco.

En Oaxaca los daños más significativos ocurrieron en Pinotepa Nacional, Río Grande, Jamiltepec, distrito al que pertenece Santa María Huazolotitlán, y en San José del Progreso, con unas 16.000 viviendas destruidas o resentidas.

Tras la emergencia, se puso en marcha un plan para atender a los damnificados, pero en miles de casos solo representó la entrega de un folio como el caso de Gladys Martínez, que lo recibió al reportar los daños a su vivienda en Huazolotitlán.

La autoridades le prometieron recursos del Fondo Nacional de Desastres Naturales, un instrumento financiero público que tiene por objeto proporcionar auxilio a la población en casos de desastre, y una le dijeron que otorgaría una tarjeta con dinero para la reconstrucción.

Pero 365 días después al ver que esos recursos nunca llegaron, y de que ella misma percibió que no llegarían, comenzó a reconstruir su vivienda con su propio dinero.

«Poco a poco hemos estado comprando material, nos hemos endeudado para volver a construir nuestra vivienda ya que durante dos meses mi familia estuvo durmiendo a la intemperie; el gobierno no nos hizo caso y no abandonó», contó Gladys a Efe.

La atención se centró en primer lugar en su papá, un adulto de la tercera edad al que le construyeron un techo provisional y posteriormente un cuartito para que pudiera vivir.

Pero el sismo no solo afectó sus vivienda, porque también repercutió en su economía y en los planes de estudio que tenía para su hija menor Mayte, los cuales quedaron aplazados.

Debido a que Gladyz destinó todo sus ahorros a construir un pequeño cuarto que dejó inconcluso, la joven Mayte no pudo comenzar a estudiar la carrera de relaciones internacionales en un colegio de balneario de Puerto Escondido.

Además de miles de viviendas, el terremoto afectó 925 escuelas de la región de la Costa, de acuerdo con el registro de la Coordinación Estatal de Protección Civil de Oaxaca.

En la comunidad José María Morelos, perteneciente también a Huazolotitlán, el temblor daño una decena de escuelas del nivel de educación básica que aún no se han reconstruido.

Los estudiantes, reciben sus clases en salones improvisados con techos de lámina y paredes de madera, casi a la intemperie.

En la primaria «Corregidora», más de 200 niños padecen las inclemencias del tiempo y juegan y caminan entre escombros. Aquí la única ayuda que llegó fue para demoler los salones afectados y nada más.

«Es mucho ruido y tenemos que poner cortinas para que no se distraigan mucho los niños. La verdad que si estamos mal, incómodos, porque está muy fuerte la calor y los padres de familia han apoyado para poder seguir en este espacio», dijo Marisela Gómez, una maestra de sexto grado de la citada escuela.

Uno de los estudiantes, Jasón Gutiérrez, aseguró que bajo esas condiciones no se siente «tan seguro» ya que los salones están en mal estado, mientras que su compañera Salma Elena López pidió que las aulas se reconstruyan «para seguir estudiando y no carecer de esta enseñanza porque la necesitamos».

Dos días después del temblor del 16 de febrero, se declaró como zona de emergencia a 38 municipios que fueron afectados por el temblor y en un primer censo se contabilizaron más de 16.000 viviendas.

El representante municipal de José María Morelos, Gonzalo Santos, relató a Efe que fueron los mismos padres de familia quienes «prácticamente demolieron y se encargaron de sacar lo escombros de la escuela» para que sus hijos regresaran la institución, pero las autoridades no han retirado los escombros.

Otros estudiantes como los 162 alumnos de una secundaria técnica, 117 estudian en salones que tienen los pisos hundidos y las paredes se tambalean.

«Si nos da un poco de miedo porque las paredes están muy maltratadas y tras el temblor la escuela no recibió apoyo de parte del gobierno», contó la estudiante Jacqueline Pérez.

El terremoto ocurrió a las 17.39 hora local del viernes 16 de febrero de 2018 con magnitud de 7,2 y fue seguido por 225 réplicas en las siguientes cinco horas, la mayor de magnitud 5,9. Todos los temblores tuvieron epicentro en la zona cercana a Pinotepa Nacional, Oaxaca, una zona de alta actividad sísmica.

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