EXCLUSIVO: China obstruyó propuesta de ayuda de EE. UU. durante los primeros días de pandemia

Por Eva Fu y Zachary Stieber
26 de abril de 2022 11:01 PM Actualizado: 26 de abril de 2022 11:01 PM

Tres días después de que Beijing reconoció oficialmente el brote de una neumonía desconocida en 2020, el entonces director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU., Robert Redfield, le pidió a su homólogo chino, George Gao, conversar por teléfono.

“He estado tratando de comunicarme con usted y lo intentaré nuevamente en unas pocas horas”, escribió, según los correos electrónicos obtenidos por The Epoch Times. Eso fue el 3 de enero de 2020.

Este sería el primero de una serie de esfuerzos de los Estados Unidos para comprometerse con China y ofrecer asistencia durante las semanas posteriores.

“Desafortunadamente, esa asistencia no fue aceptada por el gobierno chino”, relató Redfield más tarde. “Creo que podría haber hecho una gran diferencia”.

Redfield dijo que tuvo “amplias conversaciones” con Gao en los primeros días de la pandemia y que un equipo de 20 personas estaba listo para volar al otro lado del mundo.

Gao rechazó personalmente las ofertas, citando la falta de autorización, según un artículo.

Una revisión de los archivos que The Epoch Times obtuvo a través de una solicitud de la Ley de Libertad de Información y las declaraciones públicas da otro vistazo de cómo China estaba obstruyendo a Estados Unidos durante los primeros días de la pandemia. Mientras tanto, el régimen comunista suprimía la información sobre el brote a nivel nacional cuando cualquier dato de salud habría sido crucial para formular una estrategia de contención contra la COVID-19 más efectiva y minimizar la propagación global de la enfermedad.

El día después de la llamada, Redfield volvió a escribir a Gao reiterando la oferta de ayuda de Estados Unidos.

“China tiene una enorme capacidad en la investigación de enfermedades infecciosas y brotes”, escribió en un correo electrónico el 4 de enero con el asunto “Ofrecimiento de asistencia”.

“En el espíritu de cooperación, me gustaría ofrecer expertos técnicos de los CDC en laboratorio y epidemiología de enfermedades infecciosas respiratorias para ayudarlos a usted y a los CDC de China en la identificación de este patógeno desconocido y posiblemente nuevo”.

Dos días después, hizo un seguimiento del correo electrónico y adjuntó una carta con el membrete oficial del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU. para extender una invitación formal.

“Esperamos continuar con nuestra estrecha colaboración y estamos listos para brindar apoyo adicional”, escribió en el correo electrónico de presentación.

El Dr. Robert Redfield, exdirector de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, testifica durante una audiencia del subcomité de Apropiaciones del Senado de EE. UU. en el Capitolio en Washington, el 2 de julio de 2020. (Saul Loeb/Pool/Getty Images)

Ninguna de la correspondencia escrita pareció recibir una respuesta. La solicitud que obtuvo los correos electrónicos tenía un rango de fechas del 1 de diciembre de 2019 al 1 de febrero de 2020. Redfield y Gao no respondieron a las solicitudes de comentarios.

El entonces secretario de Salud de EE. UU., Alex Azar, revelaría más tarde que la administración Trump había estado instando a las autoridades chinas a permitir la entrada de expertos estadounidenses, sin éxito. No fue hasta el 29 de enero de 2020 que sus ofrecimientos repetitivos recibieron un reconocimiento oficial, dijo.

“Más cooperación y transparencia son los pasos más importantes que se pueden tomar hacia una respuesta más efectiva”, dijo Azar durante una sesión informativa con los periodistas el 28 de enero de 2020, un día después de que volvió a plantear el tema en una conversación con el ministro de salud de China.

Más de una semana después, nada había cambiado.

“A estas alturas, realmente es una decisión para los chinos”, dijo Azar en una conferencia de prensa en Washington el 7 de febrero de 2020, siete días después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara el brote como una emergencia sanitaria mundial. “Estamos listos, dispuestos y capaces”, agregó Azar. “Estamos aquí para apoyar al gobierno chino, para ayudar a China con su respuesta”.

El Secretario del HHS, Alex Azar, habla sobre el coronavirus durante una conferencia de prensa sobre la respuesta de la administración a COVID-19, en la sede del Departamento de Salud y Servicios Humanos en Washington, el 25 de febrero de 2020. (Mark Wilson/Getty Images)

En última instancia, Estados Unidos y sus aliados, durante las primeras etapas de la pandemia, hicieron casi 100 solicitudes para pedir asistencia u ofrecer ayuda, todas las cuales fueron rechazadas por las autoridades chinas, según David Asher, exinvestigador principal de COVID-19 en el Departamento de Estado de EE.UU.

Al mismo tiempo, los funcionarios chinos habían estado suprimiendo agresivamente la información dentro de China. Mientras Redfield hablaba con Gao en una de las llamadas, la policía local de Wuhan convocó al médico chino Li Wenliang, uno de una serie de profesionales médicos chinos que intentaron alertar sobre el peligro de un nuevo virus similar a la neumonía, y lo acusaron de «rumores».

Li terminó falleciendo después de contraer COVID-19 el 7 de febrero, el mismo día que Azar reiteró la disposición de Washington para brindar ayuda en el terreno.

Los CDC de EE. UU. no tuvo acceso a datos directos de China. Más casos de COVID-19 comenzaron a surgir en Estados Unidos. No se invitó a ningún experto estadounidense al equipo de la OMS que llegó a China el 10 de febrero de ese año.

Una investigación de la OMS sobre el origen del virus finalmente se realizó un año después, bajo una creciente presión internacional y la estrecha supervisión de investigadores chinos. A bordo viajaban dos científicos estadounidenses, incluido Clifford Lane, subdirector del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE. UU. Esta fue la primera vez que a científicos estadounidenses afiliados al gobierno se les permitió ingresar a China desde la pandemia de la COIVD-19.

En ese momento, todos los rastros virales habían sido destruidos durante mucho tiempo en el mercado de mariscos de Huanan en Wuhan, el sitio vinculado a los casos que los funcionarios identificaron por primera vez. Al panel de la OMS se le negó de manera similar el acceso a datos sin procesar sobre los primeros casos.


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