Durante la dinastía Ming, hubo una persona en Changzhou llamada Wu Zitian, cuya esposa, Sun, era muy amable. La madrastra de Wu Zitian fue muy cruel con él. A menudo, apenas podía soportar los abusos. Su esposa, Sun, lo convenció de que se calmara una y otra vez para evitar que ofendiera a alguien mayor. Después de la muerte de su padre, su madrastra escondió el dinero de su esposo y se lo dio todo a su propio hijo. También le dio todas las tierras buenas de cultivo a su propio hijo y le dejó solo un pequeño lote de tierra infértil a Wu Zitian, quien estaba muy enojado y discutió con su hermanastro. Sun volvió a persuadirlo de que no ofendiera a su madrastra, a pesar de su evidente favoritismo hacia su propio hijo. Ella le dijo a su esposo que aunque eran muy pobres, podrían mejorar si trabajaban duro.
Desde entonces, Wu Zitian y su esposa trabajaron muy duro y cultivaron su tierra cuidadosamente. En menos de 10 años, se habían convertido en una familia bastante rica. Mientras tanto, su hermanastro se había vuelto adicto al juego y vendió toda su tierra. Su hermano se había vuelto tan pobre que no podía cuidarse a sí mismo. Sun, no se sentía feliz con la situación de su cuñado. Ella persuadió a su esposo para que invitara a su hermano a vivir en su casa con ellos, devolviendo el mal con bondad.
Los cielos recompensan a la gente buena. Por la bondad de Sun, sus tres hijos tuvieron éxito en sus estudios.
Hay un dicho común: “¿Cuándo termina, si uno devuelve mal por mal?” Devolver mal por mal y castigar a los malvados con maldad, no resuelve ningún problema. Solo puede amplificar el conflicto y el odio. Si uno devuelve bien por mal y perdona, los malentendidos se aclararán y el odio se disipará. Este comportamiento beneficia tanto a uno mismo como a los demás. ¿Por qué no lo hacemos con benevolencia?
Adaptado de http://www.clearwisdom.net/emh/articles/2005/12/2/67467.html
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