Un grupo de ética médica instó a la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, a exigirle a China que ponga fin a sus prácticas ilegales de trasplante de órganos y permita investigaciones independientes sobre la sustracción forzada de órganos.
El llamamiento hecho el 6 de mayo por el grupo de defensa de los derechos humanos con sede en Washington, Médicos contra la Sustracción Forzada de Órganos (DAFOH), se produjo antes del viaje planeado de Bachelet a China, programado para finales de este mes.
“La sustracción forzada de órganos de personas vivas, específicamente con el propósito de vender sus órganos para cirugías de trasplante lucrativas, es uno de los crímenes contra la humanidad más atroces concebibles”, dijo el grupo en un comunicado de prensa.
“En 2006, surgieron denuncias de la brutal persecución a Falun Gong, una disciplina espiritual pacífica que sigue los principios de verdad, compasión y tolerancia cuyos integrantes están sujetos a la práctica industrializada de sustracción de órganos en los sistemas hospitalarios militares y civiles de China”, continúa el comunicado.
Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es una disciplina espiritual con ejercicios de meditación y enseñanzas morales. Creció en popularidad durante la década de 1990, lo que llevó a que hasta 100 millones de personas lo practicaran en China al final de la década. Al percibir que esto era una amenaza, el régimen chino lanzó en 1999 una campaña nacional para erradicar la disciplina.
Millones de practicantes de Falun Gong han sido detenidos en cárceles y centros de detención en todo el país, donde son sometidos a tortura y sustracción forzada de órganos.
Desde 2006, ha surgido una «plétora» de investigaciones y testimonios sobre los abusos de Beijing en materia de trasplantes de órganos, según DAFOH, todos ellos revisados por un grupo de expertos independientes en 2019.
El Tribunal de China con sede en Londres concluyó que el régimen chino había estado matando a presos de conciencia por sus órganos para trasplantes a gran escala durante años, una práctica que aún continúa. El Tribunal concluyó que tales acciones equivalían a crímenes contra la humanidad y que las principales víctimas eran practicantes de Falun Gong detenidos.
DAFOH, en particular, llamó la atención sobre una resolución reciente adoptada por el Parlamento Europeo que expresa «serias preocupaciones» sobre los informes de «sustracción de órganos persistente, sistemática, inhumana y sancionada por el Estado a prisioneros en la República Popular China y, más específicamente, a practicantes de Falun Gong y a otras minorías como uigures, tibetanos y cristianos”.
La resolución también pidió al régimen chino que coopere con las organizaciones de la ONU en este asunto y que el “Consejo de Derechos Humanos de la ONU aborde el tema de la sustracción forzada de órganos como un asunto prioritario”.
El régimen chino ha negado persistentemente las acusaciones de sustracción de órganos, pero también se ha negado a permitir el acceso externo a las instalaciones médicas y de detención para investigar adecuadamente el asunto.
Entre 2012 y 2018, DAFOH organizó una campaña de petición global a la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos exigiendo que le pidiera a China que detuviera de inmediato la sustracción forzada de órganos y realizara más investigaciones.
Más de tres millones de personas de más de 50 países y regiones firmaron la petición, dijo el grupo.
La semana pasada, el representante estadounidense Chris Smith (R-N.J.) denunció la sustracción de órganos de Beijing como una “herramienta de genocidio”.
La sustracción forzada de órganos a presos de conciencia es «una forma aparente de castigo y, de hecho, una herramienta de genocidio destinada a sacrificar a las poblaciones minoritarias consideradas ‘indeseables’ por el estado», dijo Smith el 12 de mayo durante una audiencia de la Comisión de Derechos Humanos Tom Lantos de la Cámara de Representantes.
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