La cínica “diplomacia de la pandemia” de China

Beijing apunta a naciones y regiones estratégicas con el acceso a las vacunas, pero viene con condiciones y preguntas sin respuestas

Por James Gorrie
19 de Septiembre de 2020 10:48 PM Actualizado: 19 de Septiembre de 2020 10:48 PM

Opinión

¿Está China aprovechando su pandemia en nuevas formas? Parece que Beijing está sacando una página de su estrategia de trampa de deuda de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) y la está aplicando a los países que son víctimas del virus del PCCh (nuevo coronavirus).

Es la diplomacia de la pandemia viral en su máxima expresión.

¿Otra trampa de la deuda?

La estrategia de la (BRI) de China ha sido prestar dinero a las naciones más pobres que no pueden pagar de vuelta. Luego, China cobra la deuda al tomar posesión de sus puertos y estacionar su armada allí, y tal vez construir una base militar en expansión en su suelo, quieran ellos o no.

¿Podría la diplomacia de las vacunas de Beijing ser así de simple?

¿Podría el Partido Comunista Chino (PCCh) idear la idea de iniciar una pandemia global y luego vender o incluso dar la vacuna a los países más pobres que el régimen desea explotar o dominar militarmente?

Para aquellas naciones que no pueden pagar el precio de mil millones de dólares, les ofrece prestarles el dinero para la vacuna que China sabe que ellos no pueden devolver.

Luego, cuando los países pobres no pagan la deuda, el régimen chino termina siendo propietario de la infraestructura, de los servicios públicos o de las tierras agrícolas en los países receptores.

Parafraseando a El Padrino, suena mucho a “una oferta que no podrá rechazar”.

Ofertas estratégicas de vacunas

Este último giro en el cálculo de poder del PCCh está, en muchos casos, dirigido a países alineados con Estados Unidos o de importancia estratégica para China, o ambos.

Un blanco fácil, por ejemplo, son las naciones de América Latina y el Caribe. Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de México, el canciller chino Wang Yi llevó a cabo una reunión virtual con líderes nacionales de América Latina y el Caribe. En esa reunión, China ofreció un préstamo de mil millones de dólares para acceder a su vacuna. El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, agradeció públicamente a China luego del préstamo y por otros suministros médicos que China envió a México.

Sin lugar a dudas, China planea aprovechar esta ayuda para futuros planes de expansión en el patio trasero geopolítico de Estados Unidos y ganar mayor influencia a expensas de Estados Unidos. Y no es casualidad que el país vecino de México sea un objetivo.

¿Qué ofrecerá México a cambio? ¿La oportunidad para que China abra fábricas en México?

Eso ciertamente anularía parte de la efectividad de los aranceles contra China, ¿no es así? Tendremos que esperar y ver.

Por otro lado, no debería sorprender a nadie que Beijing también esté presionando su diplomacia de la pandemia mucho más cerca de casa.

Indonesia, por ejemplo, que ha desafiado los reclamos territoriales de China en el Mar de la China Meridional durante años, ahora está cantando una melodía diferente. Quiere y necesita una vacuna contra el virus del PCCh y sabe que el PCCh tiene una vacuna. O al menos, el gobierno indonesio cree en la afirmación de que Beijing tiene una vacuna.

En cualquier caso, una llamada telefónica personal entre el líder chino Xi Jinping y el presidente indonesio Joko Widod resultó en una promesa por parte de China de llevar la vacuna a Indonesia. Lo que es incierto es lo que Indonesia prometió a cambio.

Quizás uno de los países más importantes desde un punto de vista estratégico es Filipinas. Esa nación está ubicada en el Mar de la China Meridional y será clave para el dominio militar de China en la región. De hecho, es bastante factible que Beijing eventualmente llegue a gobernarlo de una forma u otra.

Al igual que en América Latina y el Caribe, el objetivo de la política de la pandemia de China con Filipinas es la relación estratégica entre Estados Unidos y Filipinas. Su proximidad a China permite a las fuerzas navales y terrestres estadounidenses un área de preparación clave desde la cual contrarrestar los movimientos militares chinos. Desde esa perspectiva, China ve una gran oportunidad para poner fin a esa amenaza.

Eso es porque a pesar de que la alianza entre Estados Unidos y Filipinas se remonta a 1951, la relación se ha vuelto mucho más frágil en las últimas dos décadas. El cierre de las bases militares estadounidenses a fines de la década de 1990 fue seguido posteriormente de un Acuerdo sobre Fuerzas Visitantes (VFA). El VFA reemplazó los tratados militares anteriores y alivió el compromiso de Filipinas con su alianza con Estados Unidos.

¿Duterte está dudando?

Luego, en febrero pasado, el presidente filipino Rodrigo Duterte notificó a Washington que terminaría el VFA con Estados Unidos dentro de 180 días. Es probable que el objetivo de Duterte fuera cortar los lazos con Washington y acercarse a Beijing. Sin lugar a dudas, él vio una recompensa potencial al hacerlo, incluso si es a expensas de la seguridad nacional y la soberanía de su país.

Al mismo tiempo, le dio espacio para negociar tanto con Estados Unidos como con China. Sin embargo, Duterte aparentemente se dio cuenta de que una relación más estrecha con Beijing conlleva riesgos. La militarización del Mar de la China Meridional por parte de China, su trato hacia Hong Kong y la creciente beligerancia hacia Taiwán pueden haber hecho dudar al presidente filipino.

Eso puede explicar por qué, en junio, Duterte suspendió—al menos temporalmente— la terminación del VFA con Estados Unidos.

¿Dando al diablo su merecido?

Sin embargo, quedan por ver varios resultados de la diplomacia de la pandemia de China.

Para empezar, ¿qué consideraciones políticas o militares logrará extraer China de las naciones que ha vacunado? ¿De qué manera amenazarán a Estados Unidos? ¿Qué respuesta potencial podría haber de Estados Unidos?

Quizás igualmente crítico es, ¿cómo se determinará si la vacuna de China es efectiva o si es segura?

Y, dado el historial de China, ¿por qué los líderes de todos estos países confiarían en China para una vacuna que, de alguna manera, han desarrollado repentinamente?

Además, ¿por qué un líder confiaría en el régimen chino después de que, para empezar, engañó al mundo sobre la existencia del patógeno, negó su origen y su transmisibilidad humana?

¿Están estos líderes viviendo en el engaño? ¿O se enfrentan a la realidad?

¿Su disposición a creer en la afirmación de China de que tiene una vacuna contra el virus es un reconocimiento de la probabilidad de que quien haya creado el virus sabrá mejor cómo curarlo?

Hay que darle al diablo lo que se merece.

James R. Gorrie es el autor de “The China Crisis” (Wiley, 2013) y escribe en su blog, TheBananaRepublican.com. Gorrie reside al sur de California.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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