La determinación de un juez argentino para juzgar un genocidio

22 de Mayo de 2007 4:22 AM Actualizado: 24 de Abril de 2015 4:07 PM

Pocos saben que un juez argentino está juzgando un genocidio, u holocausto, si así quiere llamárselo, contra cien millones de personas que ocurre en la actualidad. Efectivamente, el Dr. Aráoz de Lamadrid es uno de los muy pocos jueces en el mundo que se ha atrevido a aplicar el derecho internacional (incorporado por la Constitución Argentina) para dar lugar a una de las sesenta demandas presentadas alrededor del globo para ajusticiar a los responsables del genocidio contra los practicantes de Falun Gong en China. Pero los escollos que ha tenido que superar y que tiene por delante son casi tan grandes como la causa misma.

La causa en cuestión es la presentada por al Asociación de Falun Dafa en Argentina, representada por el Dr. Alejandro Cowes, contra Luo Gan, uno de los nueve miembros del Politburó del Comité Central del Partido Comunista Chino, por su rol en la persecución a Falun Dafa como vicedirector de la Oficina 610 (la “GESTAPO” china). Dicha demanda se inició en diciembre de 2005 estando el funcionario chino en territorio argentino.

Es sabido que en Argentina, en la amplia mayoría de los casos, los jueces se atienen a las resoluciones de los fiscales en cuanto a la admisión o no admisión de una causa. Pero Aráoz de Lamadrid demostró no ser un juez del montón: a pesar del pedido de desestimación de dicha causa por parte del fiscal, quien básicamente limitó su argumento al principio de territorialidad del Código Penal – obviando el derecho internacional avalado por la Constitución-, Aráoz de Lamadrid resolvió admitir la causa invocando la Constitución y el derecho internacional y, a su vez, demostrando una completa inmutabilidad ante la enorme presión política que seguramente conllevaría aceptar una grave demanda penal contra uno de los más altos funcionarios del régimen chino.

En su resolución, además de admitir la causa, el juez elevó la misma a la Corte Suprema, ya que, por tratarse de un cónsul extranjero, ésta posee la competencia originaria. La Corte Suprema entonces avaló la decisión del juez de aceptar la causa y devolvió la causa al mismo juzgado, alegando que luego de irse del país el funcionario acusado, no contaba como “cónsul extranjero” y como consecuencia la competencia originaria de la Corte ya no tenía lugar.

Y efectivamente, la presión vino: según informó La Nación de Chile el 24 de febrero de 2006, el Ministerio de Relaciones exteriores de la República Popular de China emitió un comunicado en respuesta a la admisión de la demanda presentada por la Asociación del Estudio de Falun Dafa en Argentina, diciendo: “Falun Gong busca arruinar las relaciones entre China y otros países”; puso así sobre el tablero nada menos que las relaciones entre Argentina y China para generar presiones desde los diversos intereses involucrados – una severa prueba a la determinación del juez. Presiones como ésta posiblemente han sido causantes de que numerosos jueces en todo el mundo hayan tomado decisiones políticas o más bien diplomáticas al momento de decidir la no admisión de las demandas mencionadas, en lugar de asegurar el cumplimiento de la ley.

Pero la presión no se limitó al comunicado la Cancillería China. Un tiempo después, la Cancillería Argentina remitió un oficio, a modo de resolución, al juzgado Nº 9, “sugiriéndole” al juez que desestimara la causa en cuestión. En el mismo oficio, la cancillería incluso aclara que los considerandos habían sido motivados por un fax proveniente de la embajada de China. Ésta fue una verdadera prueba para conocer la rectitud de este juez.

Aráoz de Lamadrid, lejos de haber sido intimidado, validó su fallo –validó la independencia judicial- y avanzó eficazmente en la etapa de investigación que continúa hoy en día. Desde entonces, testigos y víctimas residentes en Australia, Canadá, Estados Unidos, España y otros países han estado viajando a Argentina para dar sus testimonios ante el Juez. La causa llamó entonces la atención de la Comunidad Internacional y generó elogios hacia la justicia argentina, incluso fue referida por el Tribunal Supremo de España en el marco de una demanda semejante.

Según comentó a La Gran Época la presidenta de la Asociación del Estudio de Falun Dafa en Argentina, Liwei Fu, para muchos practicantes de Falun Dafa en todo el mundo, el juez Aráoz de Lamadrid es “uno en un millón” y es ahora una esperanza de justicia para por lo menos cien millones de personas inocentes, víctimas de un genocidio. Pero su situación de ser juez “subrogante” (pues se encuentra en el Juzgado N° 9 cubriendo la vacante creada por la salida del ex juez Galeano) ha dado lugar a un nuevo escollo para los esfuerzos mundiales por establecer justicia frente al genocidio contra Falun Dafa. El nuevo escollo tiene que ver con la continuidad del Juez Aráoz de Lamadrid.

Un nuevo escollo: lo convirtieron en chivo expiatorio

En medio de las críticas suscitadas por la multiplicación de las subrogancias en el sistema judicial argentino, al haber sido mencionado el nombre del juez subrogante Aráoz de Lamadrid debido a una calificación de “1” obtenida en un examen del concurso de la Magistratura para el juzgado Nº 9 (exámenes que han sido oficialmente impugnados), pareciera que este juez ha sido apuntado como chivo expiatorio y utilizado como elemento para ejercer presión.

Sin embargo, a pesar del corto lapso que lleva como juez, por todo lo antedicho, Aráoz de Lamadrid ha demostrado no corresponder a la crítica principal que han recibido los jueces subrogantes en general: la susceptibilidad a las presiones políticas debido a la inestabilidad de tales cargos.

Si unimos cabos, entonces, podemos decir que el genocidio contra Falun Gong es el tema más sensible y acallado por el Partido Comunista Chino, y también que las relaciones sino-argentinas involucran muchos intereses, especialmente comerciales. Pero el juez no ha dado el brazo a torcer ante la presión ya generada por la Cancillería China, la embajada China y la Cancillería Argentina. Entonces es posible que algún o diversos grupos con intereses particulares, incluyendo probablemente a individuos o sectores que mantienen relaciones con la embajada de la R.P. China para realizar negocios en ese país, estén intentando encontrar otros medios para archivar esta demanda, puesto que las relaciones comerciales suelen ser utilizadas por las embajadas de la R.P. China alrededor del mundo para imponer sus intereses en otros países –cuando éstos lo permiten- y, entre otras cosas, diluir intentos de justicia como éste.

Ahora, al mismo tiempo, artículos periodísticos se están valiendo de este “uno” en un examen para “ejemplificar” la presunta ineptitud de los jueces subrogantes, y además pareciera que algunos medios inclusive se han enfocado más en Aráoz de Lamadrid que en el problema concreto de las vacantes y los subrogantes.

Para ello, existen tres posibilidades:

1– Urgencia periodística y desconocimiento

2– Que se esté utilizando el “uno” de Aráoz de Lamadrid, omitiendo -sea en desconocimiento o adrede- la verdadera aptitud de este juez, con el objetivo de dar forma a los reclamos sobre las subrogancias.

3– Que grupos o individuos con intereses particulares, influidos por la embajada de la R.P. China y dispuestos a sacrificar sus conciencias para interferir la soberanía judicial de Argentina, hayan hecho uso de la situación planteada con respecto a las subrogancias, para convertir a Aráoz de Lamadrid en un chivo expiatorio y así sacarse de encima a él y a la causa por el genocidio contra Falun Gong.

Sea uno de estos puntos o todos a la vez, hay que separar los tantos y no permitirnos perder injustificadamente a un juez que, habiendo tenido el coraje de aferrarse a la Constitución Nacional y al Derecho Internacional para actuar sobre las gravísimas denuncias de los practicantes de Falun Gong, ha dado una muestra de capacidad para ejercer justicia dignamente en Argentina, y cuya recta labor sobre dicho genocidio en curso –uno de los más atroces, masivos y más ocultos hasta el presente- será recordada con enorme gratitud por el pueblo chino y por la historia mundial.

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