La heroica postura de Lituania contra China: El mundo debería escuchar

Por Anders Corr
24 de mayo de 2021 1:55 PM Actualizado: 24 de mayo de 2021 1:56 PM

Comentario

Lituania es un pequeño país báltico de 2.8 millones de habitantes y 65,300 kilómetros cuadrados de superficie. Compárelo con los 1400 millones de habitantes y los 9.6 millones de kilómetros cuadrados de China. Sin embargo, Lituania ha tomado una serie de medidas contra el Partido Comunista Chino en los últimos meses que en ocasiones habrían infundido temor en los corazones de naciones más grandes como Estados Unidos, Japón, Alemania y Francia.

Aparentemente impulsada por el reconocimiento del genocidio en la región china de Xinjiang, Lituania ha bloqueado las inversiones chinas, ha abierto una oficina comercial en Taiwán y, más recientemente, el 22 de mayo, se ha retirado de un foro de cooperación económica en Europa Central y Oriental liderado por Beijing. Las acciones de Lituania son un indicio de un deterioro de las relaciones entre la Unión Europea, de la que es miembro, y China. La Agencia France-Presse reporta que las acciones de Lituania están enfadando a Beijing.

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La gente participa en una protesta de cadena humana en apoyo de la Cadena de Hong Kong, una recreación de una protesta prodemocracia «Cadena Báltica» contra el gobierno soviético hace tres décadas, en Vilnius, Lituania, el 23 de agosto de 2019. (Petras Malukas/AFP vía Getty Images)

El sábado, Lituania puso fin a su relación con el foro 17+1 de China para la cooperación con los Estados de Europa oriental y central. El foro es ahora 16+1, e incluye a 11 países de la UE (Bulgaria, Croacia, República Checa, Estonia, Grecia, Hungría, Letonia, Polonia, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia) junto con Albania, Macedonia del Norte, Montenegro, Serbia, Bosnia y Herzegovina. Estos dos últimos se consideran un solo país.

En un aparente esfuerzo por dividir y conquistar, y para aumentar su influencia, Beijing está proporcionando a los últimos cinco países numerosas vacunas y mascarillas gratuitas. Pero un préstamo de 1000 millones de dólares a Montenegro para una carretera se tornó agrio, con el acaparamiento del dinero por parte de China para su propia empresa constructora, las acusaciones de sobornos a políticos «ladrones», los reembolsos atrasados, el estancamiento de la construcción y la amenaza de una adquisición china de activos clave para Montenegro, como su principal puerto, que el país podría haber empeñado como garantía del préstamo. Según EuroNews, cualquier adquisición de este tipo podría otorgar a China un territorio «soberano» en Montenegro.

Dadas las circunstancias cada vez más autoritarias de la expansión e influencia económica mundial de China, Lituania hizo lo correcto. «Ya no existe el 17+1, ya que a efectos prácticos Lituania está fuera», dijo el ministro de Asuntos Exteriores de Lituania, Gabrielius Landsbergis, en un correo electrónico a Politico.

La UE, más rica y democrática, es obviamente la mejor opción para el país. «La puesta en marcha de la vacunación y la lucha contra las pandemias son solo algunos ejemplos recientes de la UE27 unida en solidaridad y propósito. La unidad [de los 27] es la clave para el éxito en las relaciones de la UE con sus socios externos. Las relaciones con China no deberían ser una excepción», declaró el ministro de Asuntos Exteriores a Politico.

Lituania calificó la organización dirigida por Beijing de «divisoria» para la unidad de la Unión Europea. Lituania instó a otros miembros de la UE a abandonar el foro ante el deterioro de los lazos con China por los trabajos forzados sufridos por los uigures y la sanción a funcionarios de la UE.

Según la Agence France-Presse, Landsbergis pidió a los miembros de la UE que buscaran «un enfoque mucho más eficaz de los 27+1 y la comunicación con China».

El 20 de mayo, el Parlamento de Lituania reconoció el genocidio y los crímenes contra la humanidad cometidos por China. Pidió una investigación, por parte de Naciones Unidas, de los campos de concentración uigures en la región china de Xinjiang, y solicitó una revisión de las relaciones con Beijing por parte de la Comisión Europea.

El mismo día, el Parlamento Europeo congeló el acuerdo de inversión entre la UE y China, hasta que este país levante las sanciones impuestas a los miembros del Parlamento Europeo y a los académicos europeos. La votación supuso un duro golpe para Beijing, que a través de su genocidio y su diplomacia de guerrero lobo se está distanciando constantemente de sus mayores socios comerciales en todo el mundo. Las dos votaciones probablemente precipitaron el anuncio del ministro de Asuntos Exteriores de romper con la agrupación 17+1 de Beijing. Su singular ruptura, sin embargo, indica la continua confusión entre los Estados miembros de la UE sobre la necesidad de distanciarse política y económicamente de Beijing.

La historia de la resistencia de Lituania contra la tiranía

Lituania tiene una amplia experiencia en tratar de mantener su independencia frente a un régimen autoritario extranjero, incluidas las múltiples particiones y ocupaciones de su territorio en los siglos XVIII y XIX por parte de Rusia, Prusia, Francia, Alemania y Polonia. Es probable que esta profunda comprensión histórica del imperialismo autoritario impulse en parte a los dirigentes lituanos a oponerse a los intentos de Beijing de imponer su influencia en la Unión Europea.

Las revueltas contra el dominio ruso sobre Lituania en el siglo XIX condujeron a los intentos de rusificación del país por parte de Moscú, que perdió su código legal, que databa del siglo XVI, en 1840. El imperialismo cultural ruso estimuló la resistencia nacionalista y cultural lituana. Bajo el yugo ruso, los lituanos siguieron promoviendo su cultura y su lengua a través de escuelas informales que utilizaban libros en lituano traídos de contrabando desde Alemania.

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La gente forma una cadena humana bajo el lema «la Vía Báltica – Somos nosotros» desde la Torre Gediminas hasta los límites de la ciudad en Vilnius, Lituania, el 23 de agosto de 2019. Desde los separatistas catalanes hasta los activistas prodemocracia de Hong Kong, la cadena humana que ayudó a los estados bálticos a ganar la independencia de la Unión Soviética hace tres décadas sigue inspirando a los buscadores de la libertad en todo el mundo. (Petras Malukas /AFP/Getty Images)

El Congreso de 1905, que aprovechó la liberalización durante la Revolución Rusa de 1905, exigió el establecimiento de una entidad política lituana autónoma. Pero en 1915, el ejército alemán ocupó Lituania con el objetivo de crear un estado satélite. El estado fue proclamado «independiente» en febrero de 1918, para permanecer bajo control militar alemán hasta el armisticio de noviembre de 1918. A principios de 1919, el ejército soviético ocupó el país, para ser expulsado por el ejército polaco a mediados de 1919. Los aliados occidentales protegieron algún territorio para Lituania, y dos años después, tras algunos enfrentamientos con Polonia, Lituania se unió a la Sociedad de Naciones como estado soberano independiente.

El Ejército Rojo, aliado de la Alemania nazi, reocupó Lituania en 1940 y absorbió el país en la Unión Soviética. 35,000 lituanos fueron deportados. Alemania atacó a los soviéticos en 1941 y volvió a ocupar Lituania. Murieron aproximadamente 250,000 lituanos, la mayoría de los cuales eran judíos. En 1944, los soviéticos volvieron a ocupar Lituania, que se defendió mediante una guerra de guerrillas hasta principios de la década de 1950. Joseph Stalin deportó a unos 220,000 lituanos entre 1947 y 1949 e impuso sus reformas culturales en el país. Lituania mantuvo un movimiento clandestino ferozmente nacionalista, produciendo más publicaciones clandestinas que cualquier otra república de la Unión Soviética.

La perestroika y la glasnost (reestructuración y apertura) en la Unión Soviética crearon las condiciones para una legislatura lituana independiente que declaró su independencia en 1990. En 2004, tras una década de trabajo, Lituania logró ingresar en la UE y en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Lituania y China en la actualidad

La población lituana actual no es especialmente antichina. Una encuesta de Pew de 2019 encontró que solo el 33 por ciento de los lituanos tenía una opinión desfavorable de China, mientras que el 45 por ciento tenía una opinión favorable. Compárese con el 85 por ciento de los japoneses, el 70 por ciento de los suecos y el 67 por ciento de los canadienses que tienen una visión desfavorable de la superpotencia asiática.

La opinión sobre China en Lituania se ve afectada por las perspectivas económicas del encuestado, lo que tiene sentido, ya que una de las principales quejas sobre China es que roba puestos de trabajo y tecnología. «En Lituania, el 55% de los que califican su economía como buena tienen una opinión favorable de China; solo el 33% de los que dicen que la economía está en mal estado comparten esa opinión, una diferencia de 22 puntos», según Pew. La mediana de la opinión desfavorable de China en los 34 países encuestados por Pew en 2019 fue del 41%.

Los lituanos han sufrido en la intersección de los imperios durante cientos de años. Lo último que deberían querer es otro aspirante, esta vez a la hegemonía mundial, de un país tan lejano como Beijing.

La postura tan firme del gobierno lituano contra el Partido Comunista Chino y sus tácticas de «divide y vencerás» debería ser una señal para el resto de la UE, y para el mundo. Este pueblo fuerte, que ha vivido cientos de años de dominación extranjera y que finalmente logró la libertad en 1990, nos está diciendo algo sobre China. Deberíamos escuchar.

Anders Corr es licenciado en Ciencias Políticas de la Universidad de Yale (2001) y doctor en Gobernabilidad de la Universidad de Harvard (2008). Es director de Corr Analytics Inc. y editor del Journal of Political Risk. Ha realizado numerosas investigaciones en Norteamérica, Europa y Asia. Es autor de “The Concentration of Power” (de próxima aparición en 2021) y “No Trespassing”. Además ha editado “Great Powers, Grand Strategies”.

Siga a Anders en Twitter: @anderscorr

Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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