La infiltración del marxismo en la educación superior (Parte 2 de 2)

Por Mike Shotwell
19 de diciembre de 2018 9:18 PM Actualizado: 22 de marzo de 2019 2:05 PM

En la Parte 1, investigamos la historia de la filosofía izquierdista, que surgió en la Era de la Razón o la Ilustración, hasta la explosión del pensamiento político de izquierda de Karl Marx y Friedrich Engels a mediados del siglo XIX en Europa. De estos comienzos vino la Sociedad Fabiana socialista-marxista en Gran Bretaña, con su objetivo de destruir el capitalismo e infiltrar las instituciones occidentales sigilosamente.

Aún más peligroso que los Fabianos, fue la Escuela de Frankfurt. Fue fundada en 1923 en la Universidad de Goethe en Frankfurt, Alemania, bajo el inofensivo nombre de «Instituto de Investigación Social» (Institut für Sozialforschung). Su objetivo era el desarrollo de los estudios marxistas en Alemania.

Al igual que los Fabianos, la Escuela de Frankfurt evitaba las ideas de Marx y Lenin de revolución violenta y en cambio se concentraba en desarrollar formas alternativas e insidiosas para imponer su ideología y destruir las instituciones de la civilización judeo-cristiana occidental.

Marxismo cultural

Este movimiento, distinto del marxismo económico, se hizo conocido como «marxismo cultural». Entre los filósofos fundadores estaban Herbert Marcuse, Max Horkheimer, Erich Fromm y Theodor Adorno.

Horkheimer desarrolló un plan de estudios llamado «teoría crítica», una ideología poco sólida y filosófica directamente opuesta a los principios de la civilización occidental, que se convirtió en la razón de ser de la Escuela de Frankfurt.

La teoría crítica planteaba que cualquier persona que viva bajo una sociedad capitalista era, de forma inconsciente, esclavizada, oprimida y vulnerable al fascismo. Por lo tanto, cualquier tema que atacara a las instituciones capitalistas, era justificada para el estudio crítico y repudio. Era natural, entonces, que las instituciones educativas de EE. UU. eventualmente estuviesen en su mira.

Durante los años 1930, la «Década Roja», los miembros de la Escuela de Frankfurt ganaron relevancia en los círculos pedagógicos de izquierda. Pero con el ascenso de Adolf Hitler, se dieron cuenta que tendrían que irse de Alemania, puesto que los filósofos fundadores de la escuela eran principalmente judíos seculares. Desde Estados Unidos, llegó un ángel en la forma de educador socialista soviético, John Dewey, padre de la «educación moderna» en Estados Unidos.

Con el financiamiento de la Fundación Rockefeller y otras instituciones, llevó a miembros destacados de la Escuela de Frankfurt a las mejores universidades [de EE. UU.] tales como la Universidad de California-Berkeley, la Universidad de Princeton, la Universidad Brandeis -pero la más prestigiosa fue la Universidad de Columbia en Nueva York y su bien conocida Facultad de Magisterio (Teachers College).

En pocos años Adorno, Fromm y Marcuse estaban «derribando campus, vilipendiando la decencia, glorificando la violencia y la pornografía y nazificando el deletreo de ‘Amerika'», escribió el periodista e investigador Ralph de Toledano en su libro «¡Griten caos!: La gran caída de América y cómo sucedió».

Así nació el lento e incesante desplazamiento hacia la izquierda de la academia estadounidense.

Amor libre

Un gran principio de la filosofía de la Escuela de Frankfurt, desarrollado por George Lukacs, Adorno, Fromm, Wilhelm Reich, y otros, fue la siniestra creencia que el sexo sin restricciones podría ser un instrumento útil y devastador si se lo impulsaba para que corriera desenfrenadamente. Promovían «la promiscuidad imperativa, los hogares de un solo progenitor, el sexo premarital y la homosexualidad», lo que atacó el corazón de los valores centrales de la familia y los hijos como pilares de la sociedad occidental. Los detractores eran condenados de fascistas y cómplices de la depravación capitalista.

En 1922, Lukacs junto con un pequeño puñado de teóricos intelectuales del Instituto Marx-Lenin en Moscú, elaboraron el esquema que seguiría la Escuela de Frankfurt, los objetivos eran la «abolición de la cultura [occidental]» y la meta de Marx: «la destrucción despiadada de todo lo existente».

Como Ministro de Educación y Cultura, en el corto y sangriento gobierno comunista húngaro-soviético bajo el mando de Bela Kun en 1919, el camarada Lukacs introdujo el insidioso plan de quitar a los hijos del cuidado parental e introducir la educación sexual en la currícula de escuela primaria; este plan fue precursor de la filosofía de la Escuela de Frankfurt llamada «freudo-marxismo», incluso a pesar que Freud se refería a los adherentes de esta teoría como «moralmente desquiciados» y pensaba que sus ideas eran «completamente lunáticas», según Paul Kengor en su libro ‘Demantelamiento: De comunistas a progresistas, Cómo la izquierda saboteó la familia y el matrimonio’.

Durante los años 1960 y 1970 en Estados Unidos, los estudiantes fueron educados dentro del marco del socialismo y marxismo cultural de la Escuela de Frankfurt y Fabiana, con la estimulante mezcla de sexualidad abierta y la agitación social del ‘se vale todo’. La Escuela Frankfurt atrajo a demagogos como Marcuse, proclamado como «padre de la Nueva Izquierda» y líder académico de la «revolución sexual». Él alentaba no solo a la militancia revolucionaria de grupos como las Panteras Negras y los Weatherman, sino que también inspiraba a la agitación generalizada, los disturbios estudiantiles y el control de los campus.

No sorprende que estas nuevas ideas fueran internalizadas vigorosamente entre los rangos de los jóvenes recientemente «liberados» de nuestros colegios y universidades. Ésto fue el antecedente de la sofocante corrección política, que ha establecido las pautas de la inestabilidad cultural y política de las que hemos sido testigos en las últimas décadas.

Los miembros de la Escuela de Frankfurt no se limitaron a la cultura, las ciencias sociales y la política; también fueron capaces de ganar asideros en las artes, Hollywood y los medios de comunicación; todos objetivos fáciles.

La sociedad en general

En la arena científica de los Estados Unidos, a partir de los años 80, los profesores líderes, como Stephen Jay Hould y Richard Lewontin, educados dentro del ámbito marxista, se convirtieron en los portavoces principales de los campos de la antropología y la ciencia evolucionista. Desde sus púlpitos en la Universidad de Harvard, Columbia y otras instituciones, proclamaban orgullosamente sus creencias marxistas como un cimiento creíble para sus teorías científicas.

Juntos, con sus camaradas del área científica, expresaban libremente su ideología socialista-marxista en publicaciones radicales como Solidaridad, Ciencia para el Pueblo, y Repensando el Marxismo. Gould también estaba en el gabinete de asesores del Foro Marxista Brecht y patrocinaba la Escuela Marxista de Nueva York. Su impacto en el campo de la ciencia fue profundo.

Así, gracias a la «Ilustración», a Karl Marx y Friedrich Engels, a los Fabianos, a la Escuela de Frankfurt, al movimiento de ciencia radical, y a muchos más; el sistema educativo de Estados Unidos ha sido indeleblemente marcada por esta lenta marcha de idealismo izquierdista destructivo.

Los resultados que finalmente están siendo revelados representan un repertorio de ataques, no solo a los valores tradicionales occidentales, sino a la libertad de expresión fundamental. La corrección política se convirtió en un término tan común que es fácil pasar por alto su propósito fundamental; concretamente, el sofocamiento de la libertad de expresión y los puntos de vista opuestos, equivalentes a una tiranía y represión en los campus y en la arena pública.

La continua revolución propagada por Marx está viva y creciente en la forma de una constante agitación y división sembradas por la izquierda, desde la plataforma académica. Marx y Lukacs se sentirían satisfechos con la matanza que engendraron.

Pero la cortina está finalmente tirándose hacia atrás, revelando la verdadera naturaleza que domina la educación superior. Y cuando se arroje luz sobre la verdad, al menos tendremos la posibilidad de reivindicar nuestras instituciones.

Mike Shotwell fue criado en un hogar marxista y conoce íntimamente la historia comunista estadounidense y sus efectos en el siglo XX. Es autor de “Inmerso en rojo: Mis años de formación en un hogar marxista”. También es docente, investigador de la Guerra Civil y arquitecto forense retirado que vive con su esposa en Atlanta, Georgia.

Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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