La intensa semana de las Marinas de China y Rusia

Por Daksha Devnani
21 de enero de 2022 4:50 PM Actualizado: 21 de enero de 2022 10:28 PM

Análisis de noticias

Los ejercicios navales conjuntos entre China, Rusia e Irán llegan en un momento preocupante para Estados Unidos y sus aliados.

El 21 de enero se desarrollaron en el norte del Océano Índico los ejercicios «Cinturón de Seguridad Marítima 2022», con el objetivo declarado de aumentar la cooperación entre los tres países. Según un portavoz de las fuerzas armadas iraníes, esta empresa pretende «apoyar conjuntamente la paz mundial, la seguridad marítima y crear una comunidad marítima con un futuro común».

Este es el tercero de estos ejercicios oficiales navales conjuntos entre los tres países desde 2019. El funcionario iraní, Mostafa Tajoldin, informó que el objetivo de dichas maniobras es reforzar la seguridad de las rutas comerciales internacionales, luchar contra la piratería e intercambiar experiencias. Algunas de las capacidades que se demostraron incluyen operaciones de rescate de barcos en llamas, respuesta a un secuestro de barcos y ejercicios de tiro antiaéreo.

Estas programadas operaciones forman parte de una tendencia más amplia que busca incrementar las relaciones económicas y de seguridad entre los tres países. El 19 de enero, el recién elegido presidente iraní, Ebrahim Raisi —una figura de línea dura antioccidental— se reunió con el presidente ruso Vladimir Putin en Moscú. El acto fue seguido por exclamaciones de una relación cada vez más profunda entre las dos naciones y llamados a una cooperación aún mayor en el futuro.

Al mismo tiempo, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hossein Amir-Abdollahian, visitó China la semana pasada para hablar de un acuerdo de 25 años recientemente firmado entre ambos países. Bajo el nombre de «asociación estratégica integral» este acuerdo pretende consolidar aún más la floreciente asociación económica y política. China y Rusia —potencias con armas nucleares y capacidades militares tecnológicamente más avanzadas que Irán— han aprovechado el creciente descontento de Teherán con las políticas agresivas de Occidente.

Estas últimas debilitan la influencia regional del país de Oriente Medio, lo que impulsa que Irán busque vías alternativas para aumentar su influencia económica y política. Beijing y Moscú han estado más que felices de proporcionar esta salida al régimen teocrático de Teherán.

El impulso para mejorar las capacidades navales y aumentar la coordinación entre China y Rusia no es nuevo, pero parece que se está intensificando. Hace varios meses, en octubre de 2021, Rusia y China realizaron su primera patrulla naval conjunta en el Océano Pacífico, «Maritime-Interaction-2021», que incluyó 10 buques rusos y 5 chinos, los que viajaron por el Mar de Japón. Según una declaración del ministerio de Defensa ruso, las fuerzas realizaron ejercicios de tiro antibuque y practicaron maniobras tácticas conjuntas.

Estos acontecimientos llegan en un momento preocupante para el actual entorno internacional. El 20 de enero, Estados Unidos desafió las reivindicaciones territoriales de China en el Mar de China Meridional con una operación de libre de navegación. El USS Benfold navegó alrededor de las Islas Paracel (conocidas como Islas Xisha en China) en la parte noroeste de la zona marítima. Beijing afirma que tiene derecho a la soberanía sobre la zona y construyó guarniciones militares para consolidar su reclamación. Estados Unidos no acepta la soberanía de ningún país sobre el área y realiza regularmente este tipo de ejercicios de navegación para desafiar al régimen chino.

Según informó el medio estatal ruso RT, un portavoz del Mando del Teatro Sur del Ejército Popular de Liberación de China declaró que el barco estadounidense «entró ilegalmente» en la zona antes de ser «advertido». El coronel Tian Junli dijo a continuación que las acciones de Estados Unidos «amenazaban seriamente la soberanía y la seguridad de China y que ese tipo de comportamiento llevará a Washington a «soportar las graves consecuencias por los acontecimientos imprevistos».

Los funcionarios estadounidenses reafirmaron su compromiso de mantener los dictados del derecho internacional al realizar este tipo de operaciones.

Las preocupaciones navales no se limitan únicamente a las zonas marítimas que rodean el continente asiático. Según se informa, una flotilla de buques anfibios rusos salió recientemente del Mar Báltico transitando a través del Canal de la Mancha. Los analistas militares esperan que el destino final de estos barcos sea el Mar Negro, con el fin de reforzar las capacidades navales que Moscú tiene actualmente en la región.

Esto coincide con el reciente desplazamiento de las tropas rusas a su vecino occidental, Bielorrusia, para llevar a cabo importantes ejercicios de guerra. Además Moscú tiene acumulada una fuerza armada considerable en su frontera con Ucrania. El movimiento de una flotilla en el Mar Negro podría asegurar ostensiblemente que el Kremlin rodea a Ucrania por tres lados. Muchos observadores occidentales recuerdan movimientos similares antes de que Moscú se anexara Crimea en 2014 y el posterior movimiento separatista en el oeste de Kiev. A pesar de que Rusia ha negado repetidamente tal movimiento, muchos temen que Putin pueda estar preparando una repetición de 2014 en un intento de apoderarse de más territorio ucraniano al este del país.

Si la situación se agrava en cualquiera de estas zonas, no es probable que Rusia o China acudan en ayuda militar hacia la otra, al menos no abiertamente. Es difícil imaginar que Rusia se arriesgue a una guerra a gran escala con Estados Unidos por las reivindicaciones territoriales de China en el Mar de la China Meridional; del mismo modo, es poco probable que Beijing despliegue fuerzas navales en el Mar Negro si estalla la guerra en el este de Ucrania.

Sin embargo, la escalada de coordinación naval entre los países demuestra la mayor capacidad de los regímenes considerados «autoritarios» por Occidente para coordinar eficazmente sus actividades y establecer relaciones independientes de la hegemonía mundial de Estados Unidos. Esto les permite aumentar la presión sobre el orden internacional en su estado actual, como en el caso de la amenaza de Rusia a la seguridad energética europea y la presión económica de China sobre los países por sus relaciones con Taiwán.

Los beneficiosos acercamientos de Rusia y China a otras naciones condenadas al ostracismo, como Irán, no solo solo son ventajosos para cada una de ellas, sino que también contribuyen a que el mundo multipolar previsto por Moscú y Beijing esté un paso más cerca de ser una realidad.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente la opinión de The Epoch Times.


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