Lidiando con el desafío de China

Por Peter Huessy
13 de mayo de 2020 2:28 PM Actualizado: 13 de mayo de 2020 2:28 PM

Comentario

En el «Mago de Oz», se le advierte a Dorothy y a sus compañeras que «no presten atención al hombre detrás de la cortina» porque hacerlo habría expuesto al propio Oz como un fraude. Del mismo modo, la propagación mundial del virus COVID-19 ha revelado la verdadera naturaleza de las múltiples políticas ilegales, agresivas y peligrosas del Partido Comunista Chino (PCCh).

Tome primero la pandemia de COVID-19. No hay duda de que esta plaga comenzó en China, que el PCCh suprimió la información sobre su alcance y letalidad, y cuando el mundo supo de ella, Beijing trató de echarle la culpa a Estados Unidos. También hay evidencia de que el líder chino Xi Jinping le pidió a la OMS (Organización Mundial de la Salud) que retrasara la transmisión de información al extranjero sobre el alcance de la pandemia.

Pero las políticas agresivas de China también van más allá. China, Rusia e Irán están coordinando una guerra de información tripartita contra Estados Unidos donde China, además de llevar a cabo sus propios ataques cibernéticos e informativos de larga data, ahora también está emulando tácticas rusas de IW (guerra de información).

La UE y Australia fueron amenazadas con guerras comerciales y sanciones por China si dicen la verdad sobre cómo el país asiático ha contribuido a la difusión global de COVID-19. Los hackers patrocinados por China, Rusia y Corea del Norte han aprovechado esta oportunidad para lanzar una campaña global que tiene el propósito de infectar las redes globales con malware. La información y la campaña cibernética de China en relación con la pandemia comenzaron ya en enero, según un informe de la Universidad de Stanford.

Pero más allá de las guerras comerciales, la información falsa y los ataques cibernéticos como parte de sus programas generales de espionaje contra Estados Unidos y sus aliados, China también ha mostrado repetidamente su mano militar en las disputas marítimas asiáticas. Por ejemplo, China amenaza regularmente a los buques de Malasia y Vietnam que buscan nuevos depósitos de energía en el Mar del Sur de China. Los marineros chinos también apuntaron con un arma láser a un barco filipino allí. Todo esto ha contrarrestado los movimientos de disuasión de los nuevos despliegues navales y aéreos de EE.UU.

Ahora estos movimientos chinos se suman al comportamiento depredador de larga data del PCCh en relación con el comercio y la inversión en China, así como al robo de propiedad intelectual y de tecnología a Estados Unidos.

Las Naciones Unidas también informaron que China es cómplice, junto con Rusia, en la ruptura de las sanciones de la ONU contra Corea del Norte, particularmente en lo que respecta a los envíos de petróleo. Por lo tanto, esas sanciones de la ONU han sido esencialmente anuladas por Rusia y China, actuando conjuntamente.

Nos enfrentamos a una alianza chino-rusa que trabaja conjuntamente en el noreste y sudeste de Asia, a través del apoyo chino a la intervención de Rusia en Siria y a la cooperación tripartita con Irán.

¿Cómo deberíamos responder a este desafío de China? El exjefe del Banco Mundial, Robert Zoellick, recomienda que simplemente propongamos mejores ideas y forjemos asociaciones atractivas, particularmente en las que China ya no sea un mal actor en su producción, el comercio o el cambio climático.

En gran medida, muchos han abogado por desacoplar nuestras economías de China, y hacerlo en algunos aspectos es inherentemente un proceso a largo plazo. Y dada la escala del desafío económico global que ahora nos enfrenta, lo más probable es que tenga que hacerse con el tiempo. Pero en áreas clave como la alta tecnología, la industria y la tecnología de defensa, y el sector de la salud, primero podemos comenzar a revitalizar de inmediato nuestra propia base para producir las herramientas y los productos que necesitamos aquí.

Y segundo, debido a que el desafío es inherentemente global, nuestra respuesta debe ser realista y, en la medida de lo posible, involucrar a múltiples aliados. Ahora, hasta cierto punto, las políticas de American First aplicadas podrían fomentar resentimientos entre aliados que Beijing y Moscú pueden explotar, debilitando la firmeza de estos hacía EE.UU. Ahora, para contrarrestar mejor las invasiones de China y Rusia, cuya estrategia es atacar a los aliados y a las periferias, en lugar de hacerlo directamente a Estados Unidos, podríamos fomentar un enfoque híbrido, que defienda los intereses de Estados Unidos y lo haga en cooperación con los aliados

Así pues, es que las guerras comerciales, o el hecho de parecer estar al margen de los esfuerzos de recuperación internacional, causan consternación entre nuestros aliados europeos y asiáticos y plantean el espectro de que esas alianzas se disuelvan con el tiempo, un resultado que sólo beneficia a China y a Rusia. Las advertencias sobre este resultado se están multiplicando rápidamente, pero debemos reconocer que la política arancelaria de Estados Unidos persuadió a Canadá, México, Japón, Corea del Sur y China para que firmaran nuevos acuerdos comerciales.

El gran problema ahora es «¿qué sigue?»

Nuestros aliados también se han visto muy perjudicados por el comportamiento maligno del régimen chino. Por lo tanto, están listos para buscar mejores acuerdos en otros lugares, especialmente con Estados Unidos. Y es muy cierto que las alianzas pueden ser una fuente de fortaleza para Estados Unidos. Pueden, cuando no aumentan la dependencia, minimizar los costos de los despliegues militares globales, ya que podemos desplegar fuerzas en Japón, Corea del Sur, Australia y en los países de la OTAN en primera línea, y esas bases pueden servir como puntos de partida para la proyección hacia otras crisis mundiales, si es necesario.

Las alianzas también pueden fortalecer nuestra capacidad para disuadir a China militarmente y competir económicamente con dicho país, al tiempo que crean comunidades regionales de interés con suficiente capacidad de resistencia para enfrentar tanto los halagos económicos como las amenazas y al mismo tiempo proteger la soberanía e intereses de EE.UU. Podríamos reunirnos aún más con la UE y con los estados asiáticos aliados, formar pactos comerciales regionales con mecanismos creíbles para la resolución de disputas, y aprovechar los nuevos acuerdos comerciales con Corea del Sur y Japón.

En el ámbito militar, las alianzas como la OTAN, en Europa, o nuestras alianzas con Japón y Corea del Sur, han mantenido la paz durante 75 años. De hecho, puede que se necesite una alianza de estados asiáticos y europeos para patrullar el Mar del Sur de China de manera permanente, con el fin de disuadir los movimientos agresivos de China allí. Asegurar aumentos considerables en el apoyo militar aliado, para el Pacífico Occidental y la OTAN, fue un logro singular de la Administración Trump que movió las cosas en la dirección correcta.

De hecho, el ocultamiento sobre el brote inicial de la pandemia, su represión masiva e inconcebible a la población musulmana uigur, sus movimientos militarmente agresivos en el Mar del Sur de China y sus ofensivas de información falsa, por nombrar solo algunos, son signos de debilidad. Los Estados leninistas y autoritarios como Rusia y China no pueden permitirse el lujo de admitir ser débiles. Siempre les persigue el conocimiento de su propia ilegitimidad y corrupción. Por lo tanto, se ven obligados a comportarse agresivamente en la política mundial.

Pero también deberíamos reconocer que el liderazgo neomaoísta de Xi Jinping podría estar debilitando significativamente la economía de China, que claramente está sufriendo por la pandemia más de lo que se atreve a admitir. Además, sus represiones y ofensivas traicionan su miedo constante a ser atacados, y su miedo a que la oposición interna de China explote cualquier debilidad. Esta paranoia arraigada hace simultáneamente que estos países sean difíciles de tratar, pero también es una ventaja inestimable para Estados Unidos y para sus aliados, que no tienen esos temores.

Por lo tanto, si bien reconocemos el desafío que plantea China, debemos, a toda costa, no perder los nervios. Perder nuestra confianza es precisamente el objetivo principal de China. Pero un Estados Unidos fuerte y seguro puede, mientras defiende los intereses de su pueblo, junto con sus aliados, aprovechar las debilidades e inestabilidad interna de China, ya que una confianza estadounidense regenerada puede restablecer el equilibrio correcto en las relaciones entre Estados Unidos y China.

Peter Huessy es el presidente del Análisis Geoestratégico de Potomac, Maryland, una firma consultora de defensa y seguridad nacional.

Este artículo fue escrito en co-autoría con Stephen Blank quien es miembro senior del Instituto de Investigación de Política Exterior.

Las opiniones expresadas en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de The Epoch Times.


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