Todo el secreto se encuentra en la música, a partir de la cual queremos construir un sistema terapéutico completamente diferente.
—Nicolaus Lenau, poeta austriaco y defensor de la musicoterapia en el siglo XIX
Hace muchos años, Vincent Cavarra luchaba contra el cáncer cuando se compró una entrada para Shen Yun Performing Arts. A mitad del espectáculo de danza y música clásicas chinas, los maestros de ceremonias explicaron que en la antigua China la música se consideraba medicina, y que los dos caracteres chinos incluso se parecen. Esa idea impactó a Cavarra, que inmediatamente escribió una nota para sí mismo: «la música es para curar».
«Estaba muy enfermo, luchaba contra el cáncer. Y cuando escuché eso, lo escribí, y a partir de ahí, escuché, cada vez más y más», dijo Cavarra. Sintió un cambio en sí mismo, y esa noche, cuando volvió a casa, buscó en Internet música similar a la que había escuchado interpretar a la orquesta de Shen Yun, con sede en Nueva York. Fue el comienzo de su viaje de curación, dijo.
Cinco años después, asistió a otro espectáculo de Shen Yun y contó su historia a un periodista. No es magia, dijo, es esta música.
«Me ayuda a dormir, me he fortalecido y puedo estar de pie, y puedo caminar, puedo correr», dijo. «Se acabó el cáncer, se acabó el mal de corazón».
Cavarra había traído amigos para compartir su fortuna esa noche. «Hoy he traído a dos [amigos]. … Les dije: ‘Vengan, déjenme mostrarles lo que veo’. Él tiene la enfermedad de Parkinson, ahora también está aprendiendo, ahora estoy intentando que salga y que vea», dijo.
Normalmente, su amigo no habría sido capaz de permanecer sentado durante un espectáculo de dos horas, dijo. Pero esa noche, «sus ojos estaban muy abiertos, muy atentos, muy atentos a lo que estaba viendo».
Esta música «trae salud, absolutamente. No cabe duda, no me cabe la menor duda», dijo. «Te lleva a otro lugar, a un lugar mejor».
Una terapia milenaria
La musicoterapia es una idea tan antigua como el tiempo, presente en culturas de Oriente a Occidente y en todas las demás. El cuerpo humano se consideraba una obra de creación sagrada, al igual que el mundo natural. El equilibrio de lo interno y lo externo a través de la música era un ejercicio para comprender mejor el gran diseño del Creador.
La teoría médica de la antigua Grecia y posteriormente de la Edad Media enseñaba que los cuatro temperamentos melancólico, sanguíneo, colérico y flemático correspondían respectivamente a los cuatro elementos de tierra, aire, fuego y agua, y regían la salud del individuo. Los compositores y médicos del Barroco de la época de la Ilustración creían que podían, mediante figuraciones musicales, equilibrar los humores hacia la salud.
La música está en armonía con el cielo y la tierra… La música virtuosa y elegante está en consonancia con el movimiento de la materia y con los principios de la salud humana. Posee una energía pura.
—Registro del Gran Historiador, escrito durante la dinastía Han alrededor del año 94 a.C.
Los compositores y músicos de Shen Yun explican en su sitio web: «En la antigua China, la música no era solo una forma de entretenimiento, sino también una forma de elevación espiritual. Refinar el carácter y buscar la armonía con el cielo era una parte natural del proceso artístico».
Sus artistas de hoy tratan de hacer lo mismo, «reviviendo esta tradición de autorefinamiento y cultivación en las artes». Todos los artistas meditan, buscan la espiritualidad, y viven según los principios de verdad, benevolencia y tolerancia.
Lamentaría que solo los entretuviera; deseaba hacerlos mejores.
—George Frederic Handel, quizá el más exitoso de los compositores barrocos
Música, agua, vida
En 2004, el empresario japonés Masaru Emoto publicó «Los mensajes ocultos del agua», y su libro se convirtió rápidamente en un bestseller. Es posible que haya oído hablar de su experimento: Emoto expuso agua destilada a varios sonidos, entre ellos la música clásica y el heavy metal. El agua que había experimentado las vibraciones de la sinfonía «Júpiter» de Mozart produjo cristales ornamentados y geométricamente perfectos. En cambio, el agua que experimentó el heavy metal se cristalizó con formas distorsionadas. Emoto llegó a la conclusión de que los cristales hexagonales que vio representaban la fuerza vital de la madre naturaleza.
Los seres humanos, al estar compuestos en gran parte por agua, deben reaccionar de forma similar a los diferentes tipos de sonido, pensó Emoto, por lo que pasó a tratar a pacientes clínicamente enfermos con agua que había tratado con información vibracional.
«Creo que la música fue creada para devolver nuestra vibración a su estado intrínseco. Está en la naturaleza humana crear música que reajuste las vibraciones distorsionadas por la historia. Por eso estoy tan seguro de que la música es una forma de curación antes que un arte», dijo Emoto.
La esperanza es una elevación del alma o de los espíritus; pero la desesperación es un abatimiento de ésta: todas ellas son cosas que pueden representarse muy naturalmente con el sonido, sobre todo cuando las demás circunstancias (el tempo en particular) aportan su parte. Y de esta manera uno puede formar un concepto sensible de todas las emociones y componer de acuerdo con ellas.
—Johann Mattheson, compositor barroco y teórico de la música, diplomático y defensor de la musicoterapia
«Me han tocado el alma»
La música puede arrasar con los problemas escritos del cerebro.
—William Shakespeare
The Epoch Times ha cubierto Shen Yun desde sus inicios, ya que considera que el proyecto de la compañía es culturalmente histórico. Año tras año, el público afirma que la experiencia es rejuvenecedora, refrescante e incluso curativa para el cuerpo, la mente y el espíritu.
En 2016, Dennis Langevin, reverendo y veterano de guerra, asistió a un espectáculo en Waterbury, Connecticut, sobre todo para saciar su curiosidad por este espectáculo que había visto anunciado en todas partes.
«Soy militar retirado y estoy discapacitado al 100%, así que paso mucho tiempo con dolor. Así que mientras estoy sentado en las butacas, de repente me doy cuenta de que ya no siento dolor», dijo Langevin, ofreciendo su agradecimiento a todos y cada uno de los artistas, con un agradecimiento especial a los miembros de la orquesta. «En las dos horas que han tocado, mi dolor ha desaparecido».
«Soy un marine, y tenemos fama de ser tipos duros, los marines. Bueno, esto me hizo llorar. ¿Cómo decir gracias a alguien que puede hacer eso por ti? Así que, una vez más, muchas gracias», dijo.
«Luché en Vietnam y me vinieron muchos recuerdos», añadió, sobre todo cuando una de las obras mostraba a un creyente defendiendo su fe en la China actual, desafiando al ateo Partido Comunista Chino. La convicción de Shen Yun hacia la justicia y la fe impresionó a Langevin tanto como su habilidad y profesionalidad. «Eso me llegó al alma. Pasara lo que pasara, no cambió su creencia… más gente debería ser así. Es una cosa maravillosa, maravillosa que hacen, y de nuevo una cosa maravillosa que hicieron por mí. Muchas, muchas gracias».
«Me han tocado el corazón y me han tocado el alma, y eso lo hacen pocas personas», dijo.
La música puede sacarnos de la depresión o emocionarnos hasta las lágrimas: es un remedio, un tónico, un jugo de naranja para el oído. Pero para muchos de mis pacientes neurológicos, la música es aún más: puede proporcionarles acceso, incluso cuando ningún medicamento puede hacerlo, al movimiento, al habla, a la vida. Para ellos, la música no es un lujo, sino una necesidad.
—Dr. Oliver Sacks, profesor de neurología, médico y autor de best sellers
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