Mantengan la Teoría Crítica de la Raza fuera de la atención médica

Por Wesley J. Smith
06 de febrero de 2021 6:46 PM Actualizado: 06 de febrero de 2021 6:46 PM

Opinión

The Lancet —la revista médica más antigua del mundo— proclama que su misión es promover «la mejor ciencia para una vida mejor». Desafortunadamente sus editores actuales llevaron esta venerable publicación hacia vertientes ideológicas políticamente progresistas que no tienen relación con la «ciencia».

Más recientemente, la revista publicó un completo grito de batalla para imponer la “Teoría Crítica de la Raza” en la atención médica.

La Teoría Crítica de la Raza (CRT por sus siglas en inglés) afirma que todo en la sociedad occidental está irremediablemente manchado por el fanatismo de la «blancura». Por lo tanto, todas nuestras instituciones y tradiciones están irreparablemente contaminadas por el pasado y el continuo «racismo institucional». Poner remedio no es suficiente. La mitigación solo pone una beda en el cáncer. La única cura verdadera es demoler todo lo que viene de antes y reconstruir desde cero siguiendo las líneas «antirracistas».

La CRT es lo opuesto a la «diversidad» y a la «tolerancia». Es un movimiento resentido empeñado en vengarse de todo lo que sea calificado como «blanco». Como dice mi colega del Discovery Institute, Chris Rufo —que ha escrito extensamente sobre la CRT— «la Teoría Crítica de la Raza trata la ‘blancura’ como una plaga moral y calumnia a todos los miembros de ese grupo racial como cómplices de la opresión». Eso aparentemente ahora se incluye en la práctica de la medicina.

Tal intolerancia descarada no debería tener cabida en la atención médica. Sí, se debe prestar especial atención a garantizar que los afroamericanos y otras minorías no reciban tratamiento médico con poca atención, como lo han hecho históricamente. Pero los médicos deberían cuidar a cada paciente como individuos iguales, sin importar la raza, a menos que tenga que ver con la curación o prevención de la enfermedad.

También deberían hacerlo las iniciativas de salud pública. Pero no le diga eso a los autores, ninguno de los cuales es médico —que se quejan en la jerga burocrática titulada «Es hora de tomar en serio la Teoría Crítica de la Raza: yendo más allá de la perspectiva de género es ciega al color en la salud global», esto «a pesar del supuesto reconocimiento racial del momento, la comunidad sanitaria mundial ha sido lenta en centrar conscientemente la raza en el trabajo de la salud pública”.

Los lectores necesitan un traductor del peculiar lenguaje de Woke (lenguaje del antirracismo) para discernir lo que ellos quieren decir. Ellos instan a que la raza se convierta en un enfoque principal del «concepto de interseccionalidad» para describir «cómo las múltiples categorizaciones sociales —como la raza y el género— interactúan para conferir opresiones y privilegios entrelazados». Aún más: «Al igual que la problemática binaria de masculino versus femenino, la raza es una construcción social compleja con implicaciones biológicas».

Al igual que en la ideología de género, la biología viene evitada, por construcciones sociológicas enteramente conjuradas. Después de todo, cuantas más víctimas mejor y mayor número de personas será a quienes se les dará una participación en la deconstrucción de Occidente al tener derecho a varios métodos de resarcimiento y reparación.

El mundo de la Teoría Crítica de la Raza hace que una pintura de Salvador Dalí parezca realista. Una lista de las citas en el documento incluye, «Demarginalización la intersección de la raza y sexo: una crítica feminista negra de la doctrina antidiscriminatoria, la teoría feminista y la política antirracista».

Entonces, esta «Interseccionalidad y desigualdad global del género». ¿O qué tal esto de impulsar el clamor social?: «Un marco global de raza crítica y racismo: enredos raciales y blancura profunda y maleable». Por supuesto.

He aquí una cita típica de esa última y casi impenetrable regla «académica»: «La blancura profunda y maleable se produce a través de la extensión del poder económico, político y cultural de los blancos y del intento de los países y grupos de negociar sus posiciones estructurales y discursivas raciales desplegando formas de capital racial como vía para blanquearse”.

O, como dicen los autores de The Lancet, mezclando sus victimologías: “Esta conciencia racial debe ser parte integral de nuestros esfuerzos para abordar la desigualdad de género en todo el mundo … Solo entonces desarrollaremos un sentido esencial de humildad y autoconciencia para ser antirracistas en nuestro trabajo”.

Eso no es antirracista. Eso es intolerancia grosera, descarnada y cruel, y además, un llamamiento flagrante a la disolución de la sociedad. Lo cual, por supuesto, es el objetivo de la jerga revolucionaria.

Yo me pregunto si los editores comprenden la lógica destructiva de lo que están publicando. The Lancet fue fundada en 1823 por el inglés Thomas Wakley. No importa lo progresivo que haya sido Wakely para su época, definitivamente no estaba lo suficientemente despierto para la nuestra. Además, era blanco e indudablemente creía en el género binario, como lo han sido la gran mayoría de los editores de publicaciones durante los últimos casi 200 años.

La Teoría Crítica de la Raza (CRT) sostiene, por lo tanto, que The Lancet está contaminada para siempre por la intolerancia pasada y actual. Publicar un llamado para imponer la CRT en el sector de la salud no cambia eso. Si quieren demostrar que son antirracistas, los editores deberían seguir el Camino de Interseccionalidad cerrando The Lancet, limpiando toda la blancura de su publicación como si fuera moho y reconstruir una revista nueva y crítica editada por la Teoría de la Raza que, como dice el artículo, «corrige los desequilibrios de poder raciales y de género».

¡Basta! Ya es bastante malo que la alta academia esté impregnada de diversas toxinas de la Teoría Crítica. Pero es especialmente alarmante que la Teoría Crítica de la Raza se esté poniendo de moda entre el establishment médico. La TRC no curará a ningún enfermo, ni promoverá el bienestar, ni combatirá eficazmente las enfermedades pandémicas. Más bien, si se le permite hacerse cargo de la gobernanza del sector de la salud, destrozará nuestros sistemas médicos.

El galardonado autor Wesley J. Smith es presidente del Discovery Institute’s Center on Human Exceptionalism.

Las opiniones expresadas en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de La Gran Época.


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