Mujer que estuvo cerca de ser asesinada por su fe relata el horror de “vivir bajo el terror comunista”

Por Daksha Devnani
23 de Enero de 2021 7:35 PM Actualizado: 30 de Enero de 2021 7:51 PM

Después de huir de la China comunista, una mujer que estuvo a punto de ser asesinada por mantener su fe hace 20 años ahora tiene la misión de denunciar las graves injusticias impuestas por el Partido Comunista Chino (PCCh).

Ella es una de las innumerables ciudadanas inocentes que repentinamente fueron consideradas “enemigas del Estado” y una amenaza para las ideologías marxistas y ateas del régimen comunista, después que el PCCh inició una represión a nivel nacional para erradicar a Falun Dafa, un sistema de meditación espiritual que se practica libremente por más de 100 millones de personas en todo el mundo, pero que está siendo violentamente reprimido en China desde 1999.

Angel, de 49 años, huyó de China en 2015 después de soportar años de persecución y escapar por poco de la sustracción forzada de sus órganos. Actualmente reside en Melbourne (Australia), donde disfruta de la libertad de practicar su fe. Sin embargo, hace dos décadas, la vida fue completamente diferente para ella.

“Intentaban obligarme a renunciar a mi fe. Pero no soy un trozo de madera. Tengo mis propios pensamientos”, dijo Ángel al Centro de Información de Falun Dafa, recordando la tortura que sufrió tras ser raptada del trabajo por la policía china y llevada a un centro de lavado de cerebro en 2001.

“Esto es un atropello a los derechos humanos, un atropello a la libertad de creencia”.

Angel, de 49 años, huyó de China en 2015 después de ser perseguida por su fe en la práctica espiritual Falun Dafa. (Cortesía de Angel)

Para protestar contra la brutal persecución, Ángel inició una huelga de hambre, pero eso ocasionó más maltrato. Las autoridades le introdujeron un tubo de goma en la boca para alimentarla a la fuerza mientras varias personas la sujetaban.

“Cuando sacaron el tubo, estaba cubierto de sangre. En realidad no quiero recordar esto…”, dijo Ángel sobre la desgarradora experiencia.

Fe arraigada en “Verdad, Benevolencia y Tolerancia”

Angel recuerda los días previos a 1999, cuando entre 70 y 100 millones de personas practicaban Falun Dafa tan solo en China.

“La increíble eficacia curativa de Falun Dafa le permitió a muchas personas tener cuerpos más fuertes y sanos”, dijo Angel. “Así que, naturalmente, la gente quería contárselo a los demás. En pocos años, cientos de millones de personas la practicaban”.

En aquella época, Angel, de 28 años de edad, sufría varios problemas de salud y ansiedad.

“Esto me llevó a la depresión”, dijo Ángel. “No podía controlar mis emociones y me sentía perdida en la vida”.

“Al estar tan angustiada todo el tiempo, mi ritmo cardíaco se volvió irregular. A veces, al subir dos tramos de escaleras, mi corazón palpitaba como un loco, mi cuerpo se sentía débil y sudaba (…) Además, mi hígado desarrolló un problema, esto se hizo muy doloroso”.

Ángel dijo que su “dolor psicológico superaba por mucho sus dolores físicos”.

Se sentía sin esperanza, pensaba que no llegaría a los 40 años. En su afán por recuperar la salud, Angel decidió probar los ejercicios de meditación de Falun Dafa. “Después de practicar Falun Dafa, me convertí en una persona alegre, optimista y feliz”, dijo.

Falun Dafa, también conocido como Falun Gong, es un antiguo sistema de cultivación de mente y cuerpo basado en los principios universales de Verdad, Benevolencia y Tolerancia; la práctica consiste en cinco ejercicios suaves y lentos.

Angel participando en la Banda Marchante Tian Guo (Tierra Divina) en Australia para dar a conocer los beneficios de la práctica espiritual Falun dafa y denunciar la persecución ilegal que se está llevando a cabo en China. (Wang Yucheng/The Epoch Times)

Perseguida brutalmente por su fe

Desde julio de 1999, innumerables seguidores de Falun Dafa han sido detenidos y torturados durante su encarcelamiento ilegal. Miles de practicantes de toda China han muerto a causa de la persecución en los últimos 21 años. Ángel es uno de los muchos testigos vivos que han sobrevivido a estas brutalidades en carne propia.

En el año 2000, con la esperanza de apelar a la libertad de practicar Falun Dafa, Ángel y otros cuatro practicantes se subieron a un tren para ir a la plaza de Tiananmen, en Beijing.

“Fuimos a apelar por nuestro derecho a practicar libremente, en paz”, recordó. “Solo llevábamos 10 segundos sentados, más o menos, cuando nos secuestraron ilegalmente.

“Habían policías y agentes vestidos de civil por todas partes en la plaza de Tiananmen”.

Angel, una practicante de Falun Dafa meditando en la Plaza de Tiananmen, China. (2001) (Cortesía de Angel)

Angel fue trasladada a una comisaría local y la interrogaron sobre dónde vivía y trabajaba. Sin embargo, como se negó a revelar su identidad, los policías le quemaron el dorso de la mano con un mechero, lo cual le produjo grandes ampollas.

Sin embargo, otro practicante divulgó la identidad de Ángel y de los demás a los policías, después de soportar con dificultad las agresiones físicas. Después, enviaron a Ángel de regreso a su ciudad, donde estuvo detenida en su lugar de trabajo durante cuatro largos días y vigilada las veinticuatro horas del día.

“Quedé traumatizada por el incidente”, dijo Ángel. “Era la primera vez que me perseguían”.

Sin embargo, ese no fue el final de las torturas a las que se enfrentaría. Solo un año después, en diciembre de 2001, los policías volvieron a secuestrar ilegalmente a Ángel en su lugar de trabajo y la llevaron a un centro de lavado de cerebro, donde hizo una huelga de hambre para protestar por la persecución. La alimentaron forzadamente con comidas saladas mezcladas con sustancias desconocidas.

El maltrato afectó la salud de Ángel, y su presión arterial se redujo peligrosamente. Su familia recibió una carta que decía que iba a ser “liberada incondicionalmente”. Aunque regresó a la casa, los funcionarios comunistas la seguían vigilando.

Cuando su salud se estabilizó, continuó con sus esfuerzos por denunciar la persecución. En 2004, volvió a ser detenida por tercera vez por repartir folletos informativos sobre la práctica y su represión. La tortura que sufrió Ángel esta vez fue peor y más inhumana que sus dos primeros encarcelamientos.

Una ilustración de la alimentación forzada, un método de tortura rutinario empleado en las prisiones chinas para presionar a los presos de conciencia a renunciar a su fe. (Wang Weixing/Minghui.org)

“Varias personas me inmovilizaron para alimentarme a la fuerza”, dijo Ángel. “Para salir antes, las presas colaboraron con la policía para torturarnos brutalmente”.

Algunas presas saltaron sobre su pecho “con toda la fuerza posible presionando con todo el peso de su cuerpo”. Al mismo tiempo, otras presas la agarraban de la cabeza y le tiraban del pelo.

“Me dieron de comer a la fuerza cosas muy saladas. Sentía una sed terrible. Sentía la lengua seca como la arena”, dijo. “Sentía que el estómago me ardía. No sé qué me echaron”.

Recordando un incidente estremecedor durante la detención de marzo de 2004, Ángel dijo: “Cuando estaba encarcelada, los guardias me sacaron sangre. En ese momento estaba confundida. De las 20 personas detenidas en esa gran sala, ¿por qué sólo me sacaban sangre a mí? ¿Por qué no le sacaron sangre a nadie más?”.

Sin embargo, al ser la única practicante a Falun Dafa en la celda durante ese tiempo, Ángel se dio cuenta dos años después la razón por la que le sacaron sangre.

“Fue finalmente en 2006 cuando se reveló la verdad. El Partido Comunista Chino está matando a los practicantes de Falun Dafa para vender sus órganos. En ese momento por fin me di cuenta que el PCCh se dedica a esa maldad. Matando inocentes a demanda”, dijo Ángel.

En 2006, dos investigadores canadienses independientes —David Matas, abogado internacional de derechos humanos, y David Kilgour, exsecretario de Estado canadiense (Asia-Pacífico) y defensor de los derechos humanos— publicaron un informe de 46 páginas, acompañado de 14 apéndices, en el que se confirmaba que en China se asesina a los presos de conciencia de Falun Dafa por sus órganos vitales.

Una pintura muestra a la policía y a los médicos chinos sustrayendo los órganos a un practicante de Falun Dafa vivo. Los investigadores creen que las autoridades chinas han sustraído forzadamente los órganos a miles de seguidores de Falun Dafa. (Minghui.org)

Al ser alimentada a la fuerza durante un mes y sufrir horribles torturas, el estado de Ángel se empezó a deteriorar y no podía caminar ni hacerse cargo de sí misma; fue ingresada en la enfermería del campo de trabajos forzados.

“Un médico dijo que, como mi endocrino era un desastre, podía morir en cualquier momento, así que era inútil tratarme. Se negaron a aceptarme”, dijo.

Avisaron a la familia de Ángel para que la recogiera. Cuando su madre la vio tumbada e inmóvil, se quedó impactada.

“Me persiguieron hasta dejarme irreconocible. Mi anciana madre lloraba gritando mi nombre. Los policías le dijeron a mi madre: ‘Se la entregamos. Todavía está viva'”, recuerda Ángel.

“Una esperanza”

Después de enfrentarse a horrendos abusos, Ángel sabía que permanecer en China era un peligro para su vida.

“Viviendo bajo el terror rojo comunista en China, no hay garantía de que un esté a salvo. Ante el peligro, y desesperada, huí de China y volé a Australia, este hermoso y libre país”, dijo Angel.

Ahora que reside en Australia desde hace cinco años, Angel trabaja como limpiadora 20 días al mes, y en el resto del tiempo, se esfuerza por crear conciencia sobre la persecución que aún existe en su querida patria, China.

A pesar de la lluvia o el sol, Angel está decidida a exponer el lado oscuro del PCCh y a menudo la ven sosteniendo en silencio una gran pancarta blanca que dice “detengan la persecución a Falun Dafa”, al frente de la entrada principal del consulado chino en Toorak.

Angel sosteniendo una pancarta que dice “Detengan la persecución a Falun Dafa en China” frente a la entrada principal del consulado chino en Toorak, Melbourne, Australia. (Cortesía de Angel)

Angel se esfuerza por recolectar firmas para una petición que se enviará al gobierno australiano, pidiendo el fin inmediato de la persecución a Falun Dafa.

“Si hago bien mi parte, permitiendo que la gente se entere de la terrible verdad de la situación en China, la gente tomará de buena manera mi tabla de firmas para firmar. Para mí (…) eso es una esperanza”, dijo Ángel.

Añadió que ser testigo de la amabilidad de la gente es lo “más hermoso”.

“Cuando veo que la gente lee nuestros materiales y se entera de la persecución, surge ese sentimiento de esperanza”, dijo Angel.

Arshdeep Sarao contribuyó con este artículo.


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