La Organización Médica Colegial (OMC) de España realiza un seminario sobre ética de trasplantes de órganos en colaboración con la Asociación Médica Mundial (AMM) y la Asociación Médica China, a pesar de la reiterada presentación de evidencias de la sustracción forzada de órganos perpetrada por el régimen chino en el país asiático desde 2006.
Este sábado 14 de diciembre a las 9:00 a.m. de España, integrantes de las tres instituciones médicas ofrecen un panel para abordar la ética transcultural e internacional en el trasplante de órganos, las estrategias para una mayor colaboración internacional y las innovaciones y direcciones futuras en la ciencia de los trasplantes.
Sin embargo, víctimas y organizaciones internacionales han alertado que durante los últimos años el Partido Comunista Chino (PCCh) ha estado llevando a cabo una sustracción forzada de órganos sistemática —que es la práctica de matar a personas para extraer sus órganos para la venta—, de prisioneros de conciencia a una escala significativa, vinculada con una brutal persecución a grupos religiosos y minorías étnicas en China.
Este artículo presenta un panorama de cómo la evidencia de la sustracción forzada de órganos realizada por el régimen comunista chino representa una preocupación para la comunidad internacional, y cómo el pueblo español puede ubicarse en esta línea para no convertirse en cómplice de uno de los más atroces crímenes de este siglo.
Sustracción forzada de órganos, «un crimen de lesa humanidad»
El tema de la sustracción de órganos en China no es totalmente desconocido en España. En febrero de 2017, representantes de la ONG Médicos contra la Sustracción Forzada de Órganos (DAFOH por sus siglas en inglés) llevaron al Congreso de los Diputados en Madrid 250,000 firmas de españoles que pedían una investigación de las extracciones forzadas de órganos en China.
El mismo año, el Dr. José Ignacio Landa García, miembro del Consejo Asesor del CGCOM, el órgano que coordina a los colegios oficiales de médicos en todo el territorio español, escribió un artículo titulado Trasplantes ilegales y trasplantes criminales, donde condena «este tipo de prácticas médicas».
«Considero la extracción de órganos de forma involuntaria de las personas condenadas a muerte en la República Popular China, especialmente los presos de conciencia como los seguidores de Falun Gong, un crimen de ‘lesa humanidad’”, recalcó el Dr. Landa.
En Europa, el tema tampoco es nuevo. En 2019, un tribunal popular independiente nombrado Tribunal de China, con sede en Londres, examinó durante 12 meses una amplia gama de pruebas relacionadas con la sustracción forzada de órganos. Tras cinco días de audiencia pública, el tribunal concluyó que la comisión de crímenes contra la humanidad por parte de China «ha quedado probada más allá de toda duda razonable», y advirtió que «los gobiernos y cualquiera que interactúe de manera sustancial» con China deben reconocer que «están interactuando con un Estado criminal» (pdf).
Apenas el 5 de noviembre pasado, un grupo de legisladores, abogados y víctimas de la persecución de China en Reino Unido se reunieron en una audiencia para crear conciencia sobre cómo la sociedad médica occidental podría contribuir inadvertidamente a la práctica del régimen chino de la sustracción forzada de órganos.
Eleanor Stephenson, abogada y consultora legal de la Coalición Internacional para Poner Fin al Abuso de Trasplantes en China, discutió en el evento que los profesionales médicos podrían ser cómplices de los crímenes de la China comunista si brindan capacitación clínica a los cirujanos de trasplante chinos que probablemente estén involucrados en la sustracción forzada de órganos.
«Un acusado no necesita tener conocimiento del delito preciso que se cometerá», dijo Stephenson.
En mayo de este año, China anunció la aplicación de una nueva regulación sobre buenas prácticas de donación y trasplantes de órganos. Sin embargo, expertos sugieren que las nuevas regulaciones no conducen a la transparencia sobre la fuente de las donaciones, ni protege a los prisioneros de conciencia; tampoco pone fin al turismo de trasplantes de órganos en China ni a la sustracción forzada de órganos.
«Las pruebas de la recopilación de datos biométricos, las desapariciones de practicantes de Falun Gong y uigures, la gran cantidad de trasplantes y el turismo de trasplantes respaldan a quienes cuestionan la sinceridad, la transparencia y la eficacia de la nueva regulación», dijo Anne Zimmerman, presidenta del Comité de Asuntos Bioéticos del Colegio de Abogados de la Ciudad de Nueva York, en un informe publicado en Bioethics Today en mayo de 2024.
«Un médico [chino] que ahora ejerce en los Estados Unidos sugiere que la mitad de los trasplantes de órganos en China se realizan en hospitales militares. Eso es una señal de alerta, ya que el ejército administra prisiones y campos de trabajo dirigidos a Falun Gong y uigures», añadió Zimmerman.
La consternación internacional por este tema comenzó cuando en 2006, dos abogados canadienses, David Matas y el ya fallecido David Kilgour, dieron a conocer una investigación en la que descubrieron que, entre 2000 y 2005, China había realizado al menos 41,500 trasplantes de órganos. Esta es una cifra especialmente alarmante para un país sin un sistema organizado de donación de órganos y cuya cultura y costumbres no aprueban la donación voluntaria de órganos.
La investigación también reveló que los sitios web de los hospitales en China publicaban información asegurando que contaban con tiempos de espera cortos para todos los órganos a cambio de grandes pagos.
La iniciativa de su investigación surgió atendiendo una solicitud de la Coalición para Investigar la Persecución a Falun Dafa en China (CIPFG), una organización con sede en Washington D.C., que había recibido varias denuncias de sustracción forzada de órganos a practicantes vivos de Falun Dafa en China.
Falun Dafa, también conocido como Falun Gong, es una disciplina espiritual que incluye ejercicios suaves, una meditación y enseñanzas que se basan en los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, y que ha sido perseguida por el Partido Comunista Chino desde 1999, según informa su sitio web. Miles de practicantes de Falun Dafa permanecen detenidos en una red de campos de trabajos forzados en toda China.
En 2006, la Asociación Médica Mundial (AMM) aprobó una resolución que exigía a China el cese inmediato de la práctica de usar a presos vivos como donantes de órganos. Diez años después, en 2016, China solicitó la anulación de la resolución tras anunciar un cambio en su legislación en 2015, que prohibía la sustracción de órganos sin consentimiento informado a presos ejecutados y que presuntamente se ajustaba a los protocolos de trasplantes de órganos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En 2017, una investigación del periodista Ethan Gutmann y el abogado David Matas descubrió que en China se realizaban entre 60,000 y 100,000 trasplantes por año.
En 2019, una nueva investigación publicada en SocArXiv, de la Universidad de Maryland, reveló que solo durante el periodo fechado del 10 al 20 de marzo del 2016, se reportaron 880 trasplantes, sin embargo, solo se registraron 135 donantes voluntarios, poniendo en duda las fuentes de los trasplantes de órganos en China.
En 2020, un tribunal internacional independiente, el Tribunal sobre China, establecido por la Coalición Internacional y conformado por abogados de distintas nacionalidades, presidido por el británico Sir Geoffrey Nice QC, determinó que según las evidencias los practicantes de Falun Dafa han sido en mayor escala las víctimas de la sustracción forzada de órganos (pdf) .
Esfuerzos bipartidistas del Congreso de EE. UU. por detener este delito
En marzo de este año, la Comisión Ejecutiva del Congreso sobre China (CECC), liderada por el responsable de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Chris Smith (R-NJ) y el senador Jeff Merkley (D-OR), realizaron una audiencia para abordar el delito de la sustracción forzada de órganos en China.
En la audiencia, la Comisión escuchó nuevos testimonios sobre la sustracción forzada de órganos a uigures y otras minorías étnicas musulmanas en la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, practicantes de Falun Gong y prisioneros políticos, quienes acusaban a miembros de la República Popular China de ser culpables de abuso de trasplantes.
Los testigos también denunciaron la complicidad directa o indirecta de comunidades empresariales, médicas y de investigación en el atroz delito.
“La sustracción forzada de órganos a escala industrial en China es una atrocidad sin precedentes en su maldad. La cantidad de personas ejecutadas por sus órganos, algunas incluso antes de que tengan muerte cerebral, es asombrosa… la sustracción forzada de órganos autorizada por el Estado en China equivale a crímenes contra la humanidad”, dijo el representante Chris Smith, presidente del CECC, en un comunicado de prensa.
En mayo de este año, el senador estadounidense Marco Rubio (R-FL) y el representante estadounidense Chris Smith (R-NJ) señalaron al Departamento de Estado por no hacer lo suficiente para detener la sustracción forzada de órganos en China.
En una carta, firmada además por los representantes Jennifer Wexton (D-VA), Michelle Steel (R-CA), Zach Nunn (R-IA) y Ryan Zinke (R-MT), los congresistas instaron al Secretario de Estado, Antony Blinken, a utilizar todos los recursos existentes y disponibles para interrumpir esta práctica cruel e inhumana, exigir al Partido Comunista Chino que aborde plenamente las pruebas de la sustracción forzada de órganos y rinda cuentas sobre su sistema de donación de órganos.
Por otra parte, en junio, la Cámara de representantes aprobó un proyecto de ley, impulsado por el representante Scott Perry (R-PA), que tiene como objetivo de poner fin a la larga persecución y brutal represión del régimen chino contra el grupo espiritual Falun Gong.
Durante los últimos 25 años, los entre 70 y 100 millones de practicantes de esta disciplina se han enfrentado a riesgos de largas penas de prisión, trabajos forzados y tortura, así como sustracción forzada de órganos, solo por mantener su fe.
«La persecución generalizada, sistemática y patrocinada por el Estado contra Falun Gong por parte de los líderes del Partido Comunista Chino de la República Popular China, constituye una clara violación a los derechos humanos básicos de los practicantes de Falun Gong y podría constituir un genocidio», dice el texto de la legislación.
El proyecto de ley (H.R. 4132), que aún necesita la aprobación del Senado, exige «el fin inmediato» a la persecución. Si se convierte en ley, exigirá que Estados Unidos que evite cualquier cooperación con China en el campo del trasplante de órganos y que aplique sanciones específicas y restricciones de visados para combatir la persecución contra Falun Gong en el ámbito internacional.
También impondría sanciones a funcionarios chinos, líderes militares u otras personas «que conscientemente sean responsables o cómplices, o hayan participado directa o indirectamente, en la sustracción involuntaria de órganos» en China.
Sobreviviente a la sustracción forzada de órganos en China
Cheng Pei Ming, un practicante de Falun Gong que logró sobrevivir a la sustracción de órganos perpetrada por el régimen chino, ha dado una revelación escalofriante sobre las atrocidades de la persecución en China.
Cheng compartió públicamente su desgarradora experiencia en una conferencia de prensa en Washington, DC, el 9 de agosto, y al día siguiente habló con el periodista Tasnim Nazeer de The Diplomat sobre las torturas y cómo logró huir de China.
Oriundo de un pueblo rural de la provincia de Shandong, Cheng dijo que fue condenado a ocho años de prisión y torturado en repetidas ocasiones entre 1999 y 2004 por practicar Falun Gong.
“La tortura en la prisión era muy sistemática. Una era mental y la otra física. Me presionaban mentalmente a mí y a mi familia porque querían que renunciara a mi fe en Falun Gong y, si no lo hacía, obligarían a mi esposa a divorciarse de mí cuando estuviera en prisión”, dijo Cheng a The Diplomat.
«Me hicieron análisis de sangre muchas veces y me sometieron a todo tipo de torturas inhumanas”, señaló.
A pesar de la presión, Cheng no renunció a su fe y se mantuvo firme.
El 16 de noviembre de 2004, llevaron a la fuerza a Cheng al hospital porque presuntamente se había tragado un pequeño clavo oxidado y una cuchilla de roma.
“Dijeron que tenía que operarme, pero me negué rotundamente. Me sujetaron y me pusieron una inyección, y rápidamente perdí el conocimiento”, contó Cheng. “Cuando desperté, todavía estaba en el hospital y sentía un dolor terrible en el costado. Tenía un tubo ensangrentado conectado a mí. Estaba encadenado a la cama”.
Usualmente estos objetos se extraen mediante una endoscopia, pero Cheng había sido sometido a una cirugía de tórax abierto y tenía una cicatriz de unos 35 centímetros. Después de la cirugía, lo enviaron a la prisión de Daqing.
En 2006, Cheng inició una huelga de hambre y a los pocos días lo llevaron al hospital Longnan de Daqing. Un guardia aseguró que Cheng había ingerido un cuchillo y necesitaba una cirugía para extraerlo. Cheng sostiene que no había ingerido ningún objeto.
La noche anterior a la cirugía, Cheng pidió que lo liberaran de las esposas para ir al baño. Al regresar, el guardia olvidó ponerle las esposas y se quedó dormido, y Cheng aprovechó para escapar por las escaleras de incendios internas del hospital.
Cheng buscó ayuda y huyó como refugiado a Tailandia donde permaneció en un campo de las Naciones Unidas. Años después, con ayuda de Sen Nieh, profesor de ingeniería mecánica en la Universidad Católica de América, quien conoció su caso y decidió darle una mano, Cheng logró trasladarse a Estados Unidos.
Mediante tomografías computarizadas, se confirmó que a Cheng le faltan los segmentos 2 y 3 del lóbulo hepático izquierdo y la mitad del lóbulo inferior izquierdo del pulmón.
“Me habían extirpado parte del hígado y de los pulmones. Ni siquiera me enteré hasta que me examinaron en Estados Unidos”, dijo Cheng.
No está claro por qué los agresores de Cheng solo le extirparon parcialmente los órganos y lo dejaron sobrevivir en 2004.
En cualquier caso, organizadores y defensores de los derechos humanos afirman que los procedimientos quirúrgicos forzados y la falta de claridad al respecto ponen de manifiesto la brutalidad del régimen y la necesidad de una investigación abierta y transparente. Ante la falta de una investigación independiente cualquier vinculación con organismos de trasplantes proveniente de China queda bajo el escrutinio público como una señal de alerta para los ciudadanos de cualquier país.
Con información de Eva Fu y Frank Fang
Siga a Yeny Sora Robles en X: @YenySoraRobles
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