Las personas resilientes presentan una elevada actividad en las regiones cerebrales relacionadas con una buena regulación emocional, lo que indica una posible causa detrás de la capacidad de mantener la calma, la reflexión y la amabilidad.
Hasta hace poco, se pensaba que la resiliencia estaba relacionada con los rasgos psicológicos y el apoyo ambiental o social. La creciente evidencia del impacto neurobiológico en la resiliencia puede complementar las habilidades de orientación psicológica que uno puede aprender para mantenerse fuerte y amable.
Las investigaciones demuestran que determinadas regiones cerebrales están activas tanto en las personas amables como en las resilientes, y que hay formas de entrenar el cerebro para que se vuelva resiliente.
Conexiones cerebrales para la resiliencia amable
La regulación de las emociones es la capacidad de cambiar nuestra expresión o experiencia emocional. Fortalecer esta habilidad es el objetivo de muchas intervenciones terapéuticas modernas para la salud mental.
La idea que podemos cambiar nuestras emociones (en lugar de experimentarlas pasivamente) se remonta miles de años atrás, hacia el 380 a.C., a las enseñanzas de Platón. Sin embargo, Platón pensaba que las emociones debían controlarse con la razón, no eliminarse por completo. Creía que la inteligencia emocional era esencial para una vida equilibrada y satisfactoria.
La resiliencia saludable se define como una buena adaptación ante la adversidad. Estos cambios adaptativos moldean el funcionamiento de los circuitos cerebrales que regulan la reactividad emocional. La forma en que regulamos nuestras emociones afecta nuestros comportamientos sociales.
Una emoción positiva que genera afecto positivo es la compasión. La compasión denota un sentimiento de calidez y benevolencia vinculado a la motivación prosocial de ayudar a los demás cuando se enfrentan a su sufrimiento.
Regiones cerebrales activas
Según un estudio publicado en Nature Mental Health, las dos regiones más activas del cerebro de las personas resilientes a la compasión son el córtex cingulado anterior (ACC por sus siglas en inglés) y el córtex prefrontal (PFC por sus siglas en inglés).
El CAC se encuentra en una posición única en el cerebro, ya que conecta tanto con el sistema límbico, centrado en las emociones, como con la región cognitiva superior, más evolucionada, el CPF.
Estas regiones cerebrales desempeñan un papel crucial en el control de la respuesta de «lucha o huida», evitando que se convierta en abrumadora y permitiendo respuestas más adaptativas al estrés. Estas diferentes áreas del cerebro funcionan bien juntas o se comunican entre sí en las personas resilientes.
El ACC ayuda a mantener la calma y a controlar la regulación de las emociones. Esta región parece estar al mando cuando intentas ayudar a alguien disgustado y, por muy duro que sea contigo, no reaccionas. Esta parte del cerebro, junto con el CPF, funciona mejor cuando has comido y dormido bien, por lo que la toma de decisiones racionales y las tareas mentales complejas son más fáciles de manejar.
El PFC es más activo cuando consideramos las consecuencias a largo plazo y planificamos nuestro bienestar y el de los demás. Nos ayuda a adaptarnos a nuevas situaciones y a controlar nuestros impulsos.
Cómo la actividad cerebral puede impulsar respuestas emocionales positivas
Mediante resonancia magnética (RM), los autores del estudio Nature Mental Health examinaron los cerebros de los participantes que obtuvieron puntuaciones altas en una escala de resiliencia. Los datos de las imágenes cerebrales revelaron que los individuos altamente resilientes mostraban una mayor actividad en regiones asociadas con la regulación emocional y el funcionamiento cognitivo.
Usar los frenos emocionales
Los investigadores observaron patrones específicos de actividad cerebral que distinguían a los individuos altamente resilientes de los menos resilientes.
Las personas con mayor resiliencia solían controlar mejor sus reacciones emocionales, lo que les ayudaba a gestionar mejor las situaciones estresantes.
Estas personas también tenían más actividad en las regiones que regulan las respuestas emocionales y mejor cognición (pensamiento racional o flexibilidad cognitiva). Sus «frenos» funcionaban bien incluso bajo presión. A menudo, podían mantener la calma y responder de forma reflexiva y amable, lo que hacía que tanto ellos como las personas con las que se comunicaban se sintieran más positivos.
Estos individuos altamente resilientes también podían prevenir el estrés elevado o las respuestas emocionales prolongadas mejor que las personas menos resilientes del estudio.
Cómo regula las emociones el cerebro
Las mismas regiones cerebrales se activaban cuando las personas recuperaban el control de una respuesta emocional, según otro estudio publicado en Nature Neuroscience en marzo.
Utilizando dos conjuntos de datos de imágenes de resonancia magnética, los investigadores de Dartmouth y de la Universidad de Pittsburgh identificaron el PFC anterior como una de las regiones cerebrales singularmente más activas cuando las emociones estaban reguladas, comparadas a cuando las emociones eran generadas, o estaban «fuera de control».
Las conclusiones de este estudio sugieren que cuanto más puedan activar los individuos las regiones cerebrales clave implicadas en la regulación emocional, más capaces serán de experimentar algo negativo sin dejar que les afecte personalmente.
«Como exingeniero biomédico, fue emocionante identificar algunas regiones del cerebro que son puramente únicas para regular las emociones», dijo Ke Bo, investigador postdoctoral en el Laboratorio de Neurociencia Cognitiva y Afectiva de Dartmouth y autor principal, en un comunicado de prensa. «Nuestros resultados aportan nuevos conocimientos sobre cómo funciona la regulación de las emociones, identificando dianas que podrían tener aplicaciones clínicas».
Así, una mayor capacidad de regulación emocional se relaciona con la resiliencia al estrés a nivel neurobiológico. La resiliencia ante la adversidad y la empatía (o amabilidad) son componentes básicos de la inteligencia emocional. Según el estudio, la rigidez mental nos hace menos resilientes y menos amables.
Rasgos psicológicos de las personas resilientes
Para que las personas continúen siendo amables cuando se enfrentan a desafíos se requiere una fortaleza extraordinaria. Las investigaciones, como el estudio Nature Mental Health, demuestran que las personas altamente resilientes comparten otras características de este tipo, como las siguientes:
– Son amables, tranquilas, no juzgan y son conscientes.
– Tienen una alta conciencia emocional y un neuroticismo más bajo.
– Experimentan menos estrés percibido, ansiedad y depresión.
– Tienen un mejor funcionamiento cognitivo (por ejemplo, memoria y atención).
Construir la resiliencia amable: Enfoques basados en la evidencia
Empoderarse con un sentimiento de control sobre la propia situación puede ayudar a reducir el estrés crónico y dar confianza para regular las respuestas emocionales. A continuación se presentan diferentes enfoques desde una perspectiva psicológica, fisiológica, espiritual y social.
Estrategias psicológicas
– Técnicas de regulación emocional: Para sentir que tienes el control, debes sentirte psicológicamente seguro. Muchas técnicas de relajación, como la meditación, pueden fomentar la sensación de seguridad y la capacidad de manejar el estrés y desarrollar resiliencia mental. Para saber más sobre el papel que desempeña el sistema nervioso en la sensación de seguridad, consulta este artículo.
– Desarrollo de habilidades de comunicación: Aprende algunas habilidades básicas de comunicación y practique, practique y practique.
– Práctica y formación de hábitos: Prefiero «La práctica hace el progreso» a «La práctica hace la perfección». Cuando practiques ser amable, verás los resultados en tiempo real. Al igual que un músculo bien desarrollado, cuanto más fuertes se vuelvan estas regiones cerebrales, más rápido se activarán cuando necesites contenerte y actuar con resiliencia. Por ejemplo, cuanto más practiques la cocina, más posibilidades tendrás de convertirte en un buen cocinero.
Apoyo fisiológico
– Papel de la nutrición: Lo que comes influye en tus células cerebrales y puede proporcionar una comunicación más fuerte y flexibilidad mental en las regiones ACC y PFC. La comida nutritiva alimenta esas células cerebrales y alimenta la resiliencia.
– Conexión cerebro-intestino: Tener una barrera intestinal intacta también puede apoyar a esas regiones cerebrales y ayudarte a ser más fuerte y amable más a menudo.
– Prácticas físicas: Un cuerpo y una mente flexibles van de la mano. Mantente físicamente activo dentro de tus posibilidades. Levantar pesas, caminar o montar en bicicleta con frecuencia puede darte una sensación de logro físico que te impulse en otras áreas.
Componentes sociales y espirituales
– Apoyo comunitario: Estar rodeado de un grupo de personas solidarias y afines puede darte fuerzas.
– Fe, gratitud y prácticas espirituales: La fe espiritual y las prácticas diarias de gratitud forman parte históricamente de algunos de los métodos de supervivencia humana más potentes para proporcionar esperanza en tiempos difíciles.
A través de la experiencia vivida y auténtica, estas estrategias pueden reforzar los efectos positivos en su sistema nervioso y ayudarle a generar más confianza.
Las personas que crean que pueden beneficiarse de una atención personalizada mientras aprenden habilidades de estilo de vida para la resiliencia deben consultar a un profesional de la salud o de la salud mental autorizado.
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