Según un estudio reciente, Estados Unidos descenderá en la clasificación mundial de esperanza de vida a mediados de siglo, debido al impacto generalizado de la obesidad en la salud de la población.
El estudio, revisado por expertos y publicado en The Lancet el 7 de diciembre, pronosticó la esperanza de vida de los estadounidenses entre 2022 y 2050, tras considerar el impacto de más de 350 enfermedades y lesiones.
Los autores del estudio señalaron que se prevé que la esperanza de vida general aumente de 78.3 años en 2022 a 79.9 años en 2035, y a 80.4 años en 2050. El estudio indica que este aumento será «modesto en comparación con el de otros países del mundo».
Como resultado, se prevé que la clasificación mundial de Estados Unidos en términos de esperanza de vida descienda del puesto 49 en 2022 al 66 en 2050, entre 204 naciones y territorios. Además, se espera que la clasificación en esperanza de vida ajustada a la salud —que calcula el número medio de años que una persona vive con buena salud— caiga del puesto 80 al 108.
A pesar del ligero aumento de la esperanza de vida, se prevé que las mejoras sanitarias se ralenticen en el país como consecuencia de los problemas de obesidad, según declaró el 5 de diciembre el profesor Christopher J.L. Murray, coautor principal del estudio y director del Instituto de Métrica y Evaluación Sanitarias (IHME).
El aumento de las tasas de obesidad representa un «grave factor de riesgo para muchas enfermedades crónicas y se prevé que alcance niveles nunca vistos», afirmó. «El incremento de las tasas de obesidad y sobrepeso en EE. UU., con una previsión del IHME de más de 260 millones de personas afectadas para 2050, señala una crisis de salud pública de escala inimaginable».
Los investigadores calculan que si las autoridades logran eliminar factores de riesgo como la obesidad, la hipertensión y la hiperglucemia de aquí a 2050, Estados Unidos podrá evitar la muerte de 12.4 millones de personas.
Por sexos, se prevé que la clasificación de esperanza de vida de las mujeres estadounidenses descienda del puesto 51 en 2022 al 74 en 2050. En el caso de los hombres, se espera que la clasificación caiga del puesto 51 al 65.
«Estos descensos sitúan a EE. UU. por debajo de casi todos los países de renta alta y algunos de renta media», señala el Instituto.
Los investigadores destacaron que los resultados «ponen de relieve la alarmante trayectoria de los desafíos sanitarios en EE. UU., que, de no abordarse, podrían conducir a un retroceso de los progresos sanitarios realizados en las últimas tres décadas en algunos estados y a una disminución de la posición sanitaria mundial para todos los estados».
Entre 1990 y 2021, las tasas de mortalidad por varias de las principales causas de muerte, como el ictus, el cáncer y la cardiopatía isquémica, disminuyeron en todo el país, lo que contribuyó a que la esperanza de vida mejorara durante este periodo de tres décadas.
El estudio fue financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates.
Obesidad crónica
La categorización del exceso de peso como factor clave de riesgo para la buena salud se produce en un momento en que Estados Unidos enfrenta una crisis de obesidad.
Más de dos de cada cinco adultos estadounidenses son obesos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), que calculan que más de 100 millones de estadounidenses son obesos y más de 22 millones padecen obesidad grave.
Las tasas de obesidad se dispararon en las últimas décadas, aumentando del 30.5 por ciento en 1999-2000 a casi el 42 por ciento durante 2017-2020, con tasas de obesidad severa casi duplicándose.
«Muchos adultos con obesidad padecen otras enfermedades crónicas graves. Por ejemplo, el 58 por ciento de los adultos estadounidenses con obesidad tienen presión arterial alta, un factor de riesgo para enfermedades cardíacas. Además, aproximadamente el 23 por ciento de los adultos estadounidenses con obesidad tienen diabetes», indica la agencia.
Durante una audiencia en diciembre de 2023, el senador Bernie Sanders (I-Vt.) destacó el problema de la obesidad infantil, señalando la relación entre el sobrepeso y el diagnóstico de diabetes tipo 2.
El senador abogó por prohibir la publicidad de comida basura dirigida a niños, argumentando que esta medida podría ayudar a reducir las tasas de obesidad infantil.
«Durante décadas, hemos permitido que grandes corporaciones de la industria alimentaria y de bebidas inciten a los niños a consumir alimentos cargados de azúcar, sal y grasas saturadas. Esta situación generó una crisis de adicción, con alimentos ultraprocesados tan adictivos como el alcohol y los cigarrillos», dijo.
En agosto, el presidente electo Donald Trump anunció que planea crear un grupo de expertos para investigar las razones del aumento de los problemas de salud infantil, incluida la obesidad.
En un video de septiembre, Robert F. Kennedy Jr., candidato de Trump para dirigir el Departamento de Salud y Servicios Humanos, señaló que los químicos en el suelo y los alimentos ultraprocesados son factores que contribuyen a la situación de obesidad del país.
Kennedy afirmó que el suministro de alimentos de Estados Unidos está «cargado de jarabe de maíz de alta fructosa, aceites de semillas y cientos de aditivos y sabores artificiales, y carbohidratos procesados que no existen en la naturaleza y están prohibidos en otros países».
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