La embajada de EE. UU. en Beijing insta a los ciudadanos estadounidenses a que pospongan sus viajes a China y dentro de ella, ya que el país sigue aplicando sus estrictas políticas de «COVID-19», que podrían bloquear el acceso a productos esenciales como alimentos, agua y medicamentos.
El embajador Nicholas Burns dijo en un posteo de Twitter que la embajada está monitoreando la situación del COVID-19 en toda China y asistiendo a los ciudadanos estadounidenses «que están experimentando desafíos debido a los cierres y restricciones».
Esto se produce mientras el número de infecciones en China se ha mantenido cerca de máximos históricos y mientras las autoridades han seguido imponiendo diversas medidas de prevención y control de COVID-19, incluyendo pruebas a gran escala y cuarentenas.
Los viajes dentro de China siguen siendo «extremadamente difíciles» mientras que las normas relativas a la contención del COVID-19 cambian con frecuencia, dijo la embajada. Advirtió que los funcionarios chinos podrían obligar a la gente a permanecer en sus residencias durante largos periodos de tiempo sin ningún aviso previo.
«El acceso a la atención médica puede ser limitado debido a los cierres», dijo la embajada, mientras que la capacidad de los ciudadanos estadounidenses para salir de China es «limitada y costosa».
La embajada aconsejó a los estadounidenses que pospongan sus viajes hacia y dentro de China a menos que su viaje sea esencial.
«Si están preocupados por su seguridad en este momento, por favor consideren regresar a Estados Unidos», añadió.
La advertencia de viaje se produjo después de que dos días antes se recomendara a los estadounidenses que tuvieran a mano un suministro de emergencia de dos semanas de medicamentos, alimentos y agua embotellada.
Algunas ciudades de China relajan las restricciones del COVID-19
Algunas ciudades chinas han anunciado que están relajando sus restricciones del COVID-19 tras las protestas generalizadas.
En general, sin embargo, las autoridades chinas han dicho que persistirán en su política de «cero COVID-19 dinámico» y no han dado ninguna indicación de cuándo terminarán las estrictas medidas.
En Guangzhou, centro manufacturero situado cerca de Hong Kong, las autoridades sanitarias locales anunciaron el levantamiento de los cierres en varias partes de la ciudad el 30 de noviembre, pero dijeron que las zonas de la ciudad designadas como de «alto riesgo» seguirían cerradas.
Las autoridades de Ghuangzhou también anunciaron que dejarían de ordenar pruebas a gran escala por COVID-19 en todo el distrito.
En Zhengzhou, una ciudad que alberga una importante planta de ensamblaje que fabrica los iPhones de Apple, los negocios, incluidos los supermercados, las bibliotecas, los gimnasios y los restaurantes, podrán reanudar sus actividades a partir del 30 de noviembre, después de que las autoridades locales dijeran que se pondrían en marcha las medidas normales de lucha contra el COVID-29
En Shanghái, las autoridades sanitarias anunciaron el miércoles que eliminarían las medidas de control en 24 zonas de «alto riesgo» a partir del 1 de diciembre.
Chongqing, una megaciudad del suroeste de China, y Beijing, la capital del país, también han relajado sus restricciones.
Protestas
Las protestas estallaron en toda China durante el fin de semana del 26 y 27 de noviembre, motivadas en parte por la ira ante un incendio mortal en la región de Xinjiang, en el extremo occidental del país, en el que murieron 10 personas, según reportes oficiales.
Los manifestantes y los foros en internet alegaron que las restricciones locales de COVID-19 impidieron a los residentes escapar del incendio y retrasaron la llegada de los socorristas al lugar de los hechos.
Las autoridades locales negaron que las restricciones para frenar el virus contribuyeran de algún modo, y culparon a los vehículos abandonados en las calles por bloquear el acceso de los camiones de bomberos.
Sin embargo, los críticos cuestionaron la versión oficial, argumentando en foros en internet que las restricciones a la circulación relacionadas con el COVID-19 habían provocado el abandono de los coches en las calles, al mismo tiempo que expresaban su frustración con las políticas draconianas del país en relación con el virus.
Los manifestantes aprovecharon las concentraciones para exigir algo más que el fin de las medidas de cierre: algunos pidieron reformas políticas, como la renuncia del líder chino Xi Jinping y del Partido Comunista Chino (PCCh).
Desde el mortífero incendio, se han producido 51 protestas públicas en 24 ciudades de China, según el recuento más reciente realizado por Nathan Ruser, investigador de Australian Strategic Policy Institute.
Con información de Frank Fang.
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