WASHINGTON— El movimiento de renuncia al partido en China es un despertar espiritual y cultural en el que las tradiciones milenarias del país están resurgiendo en la sociedad china, dijeron expertos en un foro en el Capitolio de Estados Unidos, en Washington, el 22 de noviembre.
Los chinos empezaron a renunciar a su afiliación al Partido Comunista Chino (PCCh) después de que The Epoch Times publicara hace 20 años una serie de editoriales tituladas «Nueve comentarios sobre el Partido Comunista».
Desde entonces, el número total de los que han denunciado cualquier asociación con el régimen de China se ha disparado hasta casi 440 millones, según el Centro Global de Servicios para Abandonar el Partido Comunista Chino, una organización de voluntarios que asiste las renuncias y lleva un recuento.
El número de abandonos del PCCh también incluye a personas que fueron miembros de las organizaciones juveniles del PCCh: los Jóvenes Pioneros, para niños de primaria, y la Liga de la Juventud Comunista, para aquellos en edad de cursar secundaria o bachillerato.
Aunque la pertenencia a estas organizaciones no es obligatoria sobre el papel, sí lo es en la práctica. Los estudiantes que no se han unido a estos dos grupos a cierta edad se enfrentan a una presión cada vez mayor e incluso a la discriminación para recibir prestaciones educativas.
Con cada nivel progresivo, desde los Jóvenes Pioneros hasta los miembros de pleno derecho del Partido, los chinos tienen que comprometerse más con el Partido, desde «contribuir a» hasta «luchar por» y, finalmente, «estar dispuestos a sacrificarlo todo por» el PCCh.
Piero Tozzi, director de personal de la Comisión bicameral Congreso-Ejecutivo sobre China (CECC), ve una conexión entre la retirada de la gente del PCCh y la cultura tradicional china.
Muchos chinos que abandonan el partido comunista y sus organizaciones afiliadas dicen que lo hacen para librarse del control del PCCh y para evitar que se les considere afiliados en caso de que el PCCh tenga que rendir cuentas por sus crímenes dentro o fuera de China.
«Hay un problema moral», declaró Tozzi a The Epoch Times después del foro, «Usted está respondiendo a eso retirándose de él. No está dando su consentimiento».
Dejar el PCCh, o «tuidang» en chino, es una «opción activa de resistencia pasiva», dijo Tozzi a los asistentes al foro.
El taoísmo, una antigua creencia en China, habla del «wu wei», o dejar que las cosas sigan su curso natural sin insertar demasiada intención o intervención.
«Algunos de los que estudiamos artes marciales estamos familiarizados con el principio ‘wu wei'», indicó Tozzi. «Cuando uno tiene una fuerza superior, en lugar de intentar enfrentarte a ella y quedar aplastado, cede».
Como acto de resistencia pasiva, el movimiento tuidang es «muy difícil de controlar y combatir» y tiene un «impacto tremendo», afirmó tras el foro.
Tras el foro, John Lenczowski, exasesor principal de asuntos soviéticos del presidente Ronald Reagan, declaró a The Epoch Times que «aunque la gente no sea especialmente consciente desde el punto de vista ideológico, sí tiene un sentido cultural más profundo de que hay algo malo en la tiranía comunista».
Lenczowski, fundador del Instituto de Política Mundial, una escuela de posgrado con sede en Washington, añadió que incluso durante el antiguo dominio imperial, las dinastías chinas no tenían un poder estatal ilimitado como el PCCh en la actualidad.
El «centro de gravedad» del PCCh, sin el cual el Partido ni siquiera podría sobrevivir, es su sistema de seguridad interna, y su núcleo es la «combinación del monopolio de la información y la comunicación, y la línea ideológica del Partido», dijo Lenczowski en el foro.
La estrategia psicológica del PCCh es someter a la gente a la «aceptación fatalista» de que cualquier resistencia sería inútil y sin esperanza. Por lo tanto, las decisiones individuales, que la gente puede adoptar tras atravesar la psique comunista, son eficaces para desmantelar el control, añadió.
También hizo una analogía con los arrecifes de coral, que dejan de existir cuando los organismos que se aferran a ellos los abandonan o mueren.
Tuidang, un «acto de disociación individual del partido-estado», ayuda a «descomponer ese arrecife», dijo Lenczowski.
En su opinión, las pretensiones del PCCh de añadir «características chinas» al marxismo y al leninismo son «un montón de tonterías»; el comunismo es una «importación occidental» que es «completamente incompatible con la cultura china». Hay una «guerra de ideas» en China entre el comunismo y «elementos de la cultura tradicional china y los fundamentos religiosos», añadió.
Robert Destro, profesor de Derecho en la Universidad Católica de América y exsecretario de Estado adjunto para Democracia, Derechos Humanos y Trabajo, declaró a la audiencia del foro que el tuidang es una forma de enfrentarse al PCCh, el cual trata a la gente china como «mercancía».
«Tenemos que ser realistas y comprender que lo que tenemos es una forma de guerra espiritual», dijo Destro. «A menos que la entendamos como tal, no sabremos cómo prepararnos».
«Dejen que caiga el partido»
Con el espíritu de las artes marciales chinas, Tozzi declaró que el mundo occidental debería dejar que el movimiento tuidang siguiera su curso y mientras tanto, «no se debería subvencionar la tiranía».
«Dejen que el partido caiga», dijo Tozzi.
Él criticó a la administración del presidente George H. W. Bush por enviar a Beijing al asesor de seguridad nacional Brent Scowcroft y ayudar al PCCh a estabilizar su poder, después de que aplastara las persecuciones prodemocráticas de los estudiantes chinos, matándolos en la plaza de Tiananmen, en junio de 1989.
«Nunca más debemos ponernos del lado del partido comunista contra el pueblo chino. Nunca más», dijo Tozzi.
«Si nosotros permitimos que el partido caiga, permitimos que el pueblo chino vuelva a resurgir», añadió.
«Entonces, y solo entonces, sin el Partido Comunista Chino, veremos un verdadero rejuvenecimiento del pueblo chino».
Nury Turkel, miembro senior del grupo de expertos de Hudson Institute, con sede en Washington, y expresidente de la Comisión de Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional, calificó el movimiento tuidang como «algo muy significativo, verdaderamente notable que más de 400 millones de personas abandonaran o decidieran abandonar el PCCh».
«Esta no es solo una cifra», dijo el Sr. Turkel, y recordó los riesgos que corre la gente al tomar la “significativa decisión” de denunciar al Partido.
Muchos estadounidenses no entienden hasta qué punto el PCCh controla a los chinos, indicó a contnuación.
«El PCCh lo decide todo» en China y a menudo somete a su pueblo a “malos tratos, castigos o castigos colectivos”, aadió Turkel.
El periodista Kim Se Hoon fue más allá.
Kim declaró que el mundo está «bajo las garras del PCCh de alguna manera, forma o manera», ya sea a través de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta, la plataforma de influencia geopolítica del Partido posicionada como inversiones en infraestructura global, o las aulas escolares en las que la enseñanza del idioma chino está incrustada con las doctrinas del PCCh.
Kim dijo que cuando la gente se dé cuenta de la verdadera situación, ya no separará los asuntos de derechos humanos con los de defensa y comercio.
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