Realineamiento político del 2024: Qué significa para el futuro

Trump ganó a los votantes de clase trabajadora. ¿Podrán conservarlos los republicanos?

Por Lawrence Wilson
29 de noviembre de 2024 9:49 AM Actualizado: 29 de noviembre de 2024 9:49 AM

Las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos  pueden ser recordadas como el momento en que los estadounidenses abandonaron los temas que definieron la era posterior a la Guerra Fría y formaron las nuevas coaliciones políticas basadas en la clase, dicen algunos expertos.

El presidente electo Donald Trump solidificó su dominio sobre la clase trabajadora en su segunda victoria electoral, incluso cuando los votantes con mayores ingresos y niveles de educación se movieron hacia la izquierda. Que estos cambios sean permanentes dependerá en gran medida de cómo respondan ambos partidos a la emergente política de clases, según los analistas.

Algunos creen que los demócratas pueden recuperar su histórica base de electores de la clase trabajadora escuchando a los votantes que llevan una década alejándose de su partido y elaborando una nueva visión liberal basada más en la clase que en la raza, el género o las cuestiones sociales.

Los republicanos, por su parte, podrían mantener unida esta nueva configuración del partido si cumplen las promesas con las que ganaron la mayoría, formando a la vez una filosofía de gobierno basada en la agenda America First (Estados Unidos Primero) de Trump sin alienar a los republicanos tradicionales de la era Reagan-Bush.

Esto es lo que sucedió en 2024 y lo que significa para ambos partidos.

Los votantes se movieron en ambas direcciones

La composición de los principales partidos políticos ha estado cambiando desde 2012, pero ese cambio alcanzó un punto de inflexión en 2024. El movimiento se vio más claramente en los votantes de clase trabajadora, que apoyaron a Trump en un número aún mayor que en 2016 y 2020.

Los analistas suelen utilizar los niveles de educación e ingresos como indicadores de la identidad de clase. Según ambas medidas, los votantes de clase trabajadora de todas las razas se desplazaron hacia la derecha.

Educación e ingresos

Los graduados universitarios favorecieron a los candidatos republicanos en todas las elecciones desde 1988 hasta 2004. Eso empezó a cambiar en 2008, cuando el presidente Barack Obama obtuvo el 50% del voto universitario. El cambio se aceleró en 2016, cuando los demócratas obtuvieron el 55% de los votos entre los universitarios y mantuvieron la mayoría en las dos elecciones siguientes. En 2024, el 53% de los votantes con una licenciatura votaron por Harris, al igual que el 59% de los que tenían un título avanzado, según mostraron las encuestas a pie de urna.

Durante el mismo período, los votantes que nunca asistieron a la universidad, un pilar tradicional de la coalición demócrata, votaron cada vez más a los republicanos. En 2016, el 46% de los votantes con educación secundaria o inferior votaron a los republicanos, lo que coincide con los dos ciclos electorales anteriores. Para 2024, el número de votantes republicanos que nunca asistieron a la universidad había aumentado al 63%, revelaron las encuestas.

Una migración similar se produjo en términos de ingresos. En 2012, el 60% de los votantes con ingresos inferiores a 50,000 dólares votaron a los demócratas. Para 2024, esa cifra había caído por debajo de la mitad.

Al mismo tiempo, la mayoría de los votantes de hogares con ingresos superiores a 100,000 dólares anuales se decantaron por el candidato demócrata por primera vez desde que se registran los datos en 1988. La participación republicana de este grupo en 2024 fue del 46%, la más baja de la historia.

Raza, género, religión

El apoyo de las minorías a los candidatos demócratas había sido fuerte desde la década de 1970, alcanzando un punto álgido en 2008 con la elección de Obama. Desde entonces, sin embargo, la caída ha sido significativa, especialmente entre los hombres negros e hispanos.

El apoyo a los demócratas por parte de los votantes negros cayó de un máximo del 95% en 2008 al 85% en 2024. La caída fue mayor entre los hombres negros, el 77% de los cuales votó al candidato demócrata en 2024, el mismo porcentaje que en 1972. Las mujeres negras, las votantes demócratas, más fiables, votaron en un 91 por ciento a la vicepresidenta Kamala Harris, un 5 por ciento menos que a Obama en 2008.

El apoyo de los hispanos a los demócratas rondó el 65% durante más de 40 años. En 2024, el nivel cayó 13 puntos porcentuales. El descenso fue más pronunciado entre los hombres hispanos. Solo el 43% de ellos votó demócrata este año, un porcentaje inferior al de las mujeres blancas.

Los votantes asiáticos apoyaron al candidato demócrata en un 73% en 2012. Esa cifra descendió constantemente en los tres ciclos siguientes, hasta alcanzar el 54% en 2024.

Los votantes musulmanes, el 74% de los cuales habían apoyado a los demócratas en 2016 y el 69% en 2020, prácticamente abandonaron el partido en 2024, según las encuestas a pie de urna realizadas por el Consejo de Relaciones Estadounidenses-Islámicas. Ello se debió en gran medida a la gestión de la guerra entre Israel y Hamás por parte del Gobierno de Biden. Solo el 20% de los votantes musulmanes eligieron a Harris. En Michigan, donde se encuentra la mayor concentración de musulmanes estadounidenses del país, la cifra fue del 14%.

Cambios regionales

Los cambios en el electorado por clase y raza en 2024 fueron lo suficientemente significativos como para crear un movimiento, si no una avalancha, en los patrones de voto regionales.

El Muro Azul de los estados industriales, Pensilvania, Michigan y Wisconsin, había sido sólidamente demócrata en las elecciones presidenciales desde 1992 hasta 2016, cuando Trump ganó los tres. Aunque el presidente Joe Biden reconstruyó ese muro en 2020, Trump volvió a llevarse esos estados en 2024.

Trump también erosionó el apoyo demócrata en bastiones tradicionales del partido como Nueva York, Nueva Jersey y California. Aunque Harris ganó en los tres por un cómodo margen, obtuvo un porcentaje de votos menor que Biden en 2020 o Hillary Clinton en 2016.

En el condado de Wayne, Michigan, donde se encuentra Detroit, Harris obtuvo unos 38,000 votos menos que Biden en 2020. En el condado de Filadelfia, Pensilvania, Harris obtuvo unos 36,000 votos menos que Biden. En el condado de Queens, Nueva York, el déficit fue de casi 165,000, y en el condado de Los Ángeles, California, fue de 621,000.

«Harris, en los bastiones demócratas de Michigan y Pensilvania, simplemente superó el total de votos de Biden», dijo a The Epoch Times Ken Kollman, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Michigan.

Aunque Harris aún ganó esos condados por un amplio margen, la erosión del apoyo en áreas tradicionalmente fuertes para los demócratas impulsó la victoria de Trump, según Kollman.

Según William Galston, investigador senior de la Brookings Institution, el resultado de estos cambios es que la clase social ha vuelto a ser una fuerza poderosa en la política electoral.

«Estamos asistiendo a la aparición de una nueva política de clase», dijo Galston en una mesa redonda celebrada el 12 de noviembre en la Brookings Institution. «La clase, definida como nivel educativo, domina la escena en Estados Unidos y en todo el mundo industrializado».

Esta nueva realidad socava los supuestos que han informado ambos partidos durante décadas, y los expertos dicen que ambos tendrán que hacer ajustes antes de las próximas elecciones.

Demócratas: Escuchar y reimaginar

Las declaraciones autorreflexivas de los demócratas tras las elecciones se han centrado en la necesidad de escuchar a los votantes.

«El país quería un cambio, y la campaña de la vicepresidenta decidió que ellos no lo ofrecerían», declaró el veterano estratega demócrata, James Carville, en una entrevista en PBS el 13 de noviembre.

Doris Kearns Goodwin, historiadora y comentarista demócrata, se centró en la necesidad de reenganchar a la gente que ha dado fuerza al partido durante generaciones.

«Lo más importante que los demócratas tienen que sacar de esta derrota es que perdieron a los electores comunes de la clase trabajadora, que habían sido la base del Partido Demócrata desde Roosevelt», dijo Goodwin en una entrevista en Fox News el 8 de noviembre. «Creo que la clase trabajadora se sintió invisible. Se sentían olvidados».

David Schultz, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Hamline de St. Paul, Minnesota, declaró a The Epoch Times que los demócratas deberían hablar con la clase trabajadora de verdad.

«Lo que es más importante, es salir a la calle y escucharles», dijo Scultz.

La economía triunfa por sobre la identidad

Una de las conclusiones más probables de esas conversaciones, según Schultz, podría ser que la política de identidad parece menos importante para los votantes de la clase trabajadora que las cuestiones básicas de supervivencia económica.

«Los hispanos, al fin y al cabo, dicen: ‘Nosotros queremos trabajo. No nos entusiasma la inmigración ilegal y queremos salarios más altos’», declaró Schultz, señalando que esto no se ajusta a la percepción general de los «temas hispanos».

Gabriel Sánchez, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Nuevo México, llegó a una conclusión similar.

«Abrumadoramente, la economía es de lo que los hombres latinos han estado hablando realmente durante tres ciclos electorales seguidos», dijo Sánchez en la mesa redonda del 12 de noviembre.

Esto puede deberse, en parte, a que los hispanos son un grupo diverso que comprende una mezcla de orígenes nacionales y culturas. Como resultado, «ellos no tienen un sentido de un destino vinculado tan fuerte», declaró a The Epoch Times Aaron Dusso, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Indiana en Indianápolis, refiriéndose al sentido de identidad e intereses comunes que caracteriza a algunos grupos demográficos.

El sentido de un destino vinculado es más pronunciado entre los estadounidenses de raza negra, según Dusso. Sin embargo, una proporción cada vez mayor de hombres negros votó a los republicanos en las elecciones presidenciales de 2024, por cuarta vez consecutiva, y eso, a pesar de los llamados directos a los hombres negros tanto de Obama como de su esposa, Michelle Obama, para que voten a Harris en función de su identidad.

Una explicación de ese cambio puede ser que los negros más jóvenes parecen menos preocupados por las cuestiones de derechos civiles de una generación anterior y más por las oportunidades económicas.

Lorenzo Sewell, un pastor del área de Detroit que intervino en la Convención Nacional Republicana, declaró que su decisión de apoyar a Trump tenía su origen en la decepción por los resultados económicos del liderazgo demócrata para la comunidad negra.

«Hemos tenido demócratas gobernando esta ciudad durante 56 años. No digo que los demócratas estén equivocados. Solo pregunto: ‘¿Dónde está el cambio?’», declaró Sewell al Epoch Times, señalando que muchos se ven obligados habitualmente a elegir entre pagar el alquiler, reparar su coche o pagar la manutención de sus hijos.

Harris hizo mucha campaña con la promesa de proteger el acceso al aborto como derecho civil. Los demócratas tuvieron éxito con ese tema en varias iniciativas electorales estatales después de que la decisión Dobbs de la Corte Suprema de EE. UU. anulara la decisión de Roe vs. Wade en el año 2022.

Sin embargo, en la contienda presidencial, Harris obtuvo el menor porcentaje de voto femenino, el 53%, desde 2004. Trump, con un 45%, recibió el mayor porcentaje de voto femenino de un republicano desde el presidente George H. W. Bush.

«Para mí es una clara indicación de que, en última instancia, la decisión de Dobbs no va a tener un efecto político», declaró Dusso.

Nuevo mensaje

Según Schultz, los demócratas deben reformular su visión de una coalición diferente para recuperar el terreno perdido. Esta coalición debe incluir tanto a los votantes con estudios superiores y rentas altas que han entrado en el partido como a los votantes de clase trabajadora.

«Creo que ellos tienen que atemperar a los suburbios con educación universitaria, que son lo suficientemente acomodados como para no tener que preocuparse por [el costo de los productos de primera necesidad] y decir: ‘Esta es la coalición que tenemos que formar’», dijo Schultz.

Eso puede implicar descentrarse de las cuestiones de política de identidad, no porque carezcan de importancia, sino porque el primer objetivo en política es salir elegido, declaró a continuación.

Los demócratas podrían reconquistar a la clase trabajadora volviendo a la visión liberal que animó a su base hace décadas, indicó Dusso. Eso significa menos mensajes en torno a programas gubernamentales o incentivos fiscales, que han caído en saco roto. En su lugar, cree que los demócratas deberían articular una visión más amplia de la justicia económica y cerrar la brecha de riqueza entre las clases alta y baja.

«Los jóvenes se sienten atraídos por mensajes que se parecen mucho más a lo que Bernie Sanders ha estado diciendo durante la última década (…) un mensaje económico populista basado en la clase trabajadora», dijo Dusso, añadiendo que, además de los jóvenes, él cree que podría “resonar entre los obreros”.

Republicanos: Entrega y unidad

Según los analistas, los republicanos se enfrentan a un reto similar a la inversa. Para sacar provecho de estas elecciones, deben cumplir sus promesas a la clase trabajadora y, al mismo tiempo, unir a los republicanos tradicionales en torno a una visión diferente a la que ha animado al partido desde 1980.

La complicación es que algunas de las políticas America First (Estados Unidos Primero) de Trump, que atrajeron a los trabajadores al partido, entran en conflicto con los pilares del republicanismo al estilo de Reagan: conservadurismo moral, política exterior intervencionista y economía de libre mercado.

Por ejemplo, los cristianos evangélicos, que representan una amplia franja de la coalición republicana, mantienen posturas conservadoras sobre las cuestiones LGBT y el aborto. Sin embargo, Trump ha suavizado sus opiniones sobre algunos de estos temas, atrayendo a un público más amplio.

Richard Grenell, un gay que fue embajador de Estados Unidos en Alemania y director interino de inteligencia nacional durante la primera administración Trump, fue invitado a hablar en la Convención Nacional Republicana en julio.

«A Donald Trump no le importa si eres gay o heterosexual, negro, moreno o blanco, o de qué género eres», dijo Grenell en su intervención. «Él sabe que todos somos estadounidenses y que es hora de poner a Estados Unidos en primer lugar».

Trump se ha referido en repetidas ocasiones a sí mismo como el presidente estadounidense más provida y como decisivo en la anulación del caso Roe contra Wade.

Sin embargo, ha dicho que la regulación del aborto debe dejarse ahora en manos de los estados, y la plataforma del Partido Republicano de 2024 omitió un llamado a una prohibición nacional por primera vez en años, decepcionando a algunos republicanos provida. Trump se refirió a la prohibición del aborto en Florida después de la sexta semana de embarazo como un «terrible error», enfadando a otros.

La exembajadora ante la ONU Nikki Haley, que se enfrentó a Trump en las primarias republicanas, ha articulado una política exterior reaganesca de armar a los aliados de Estados Unidos. «Con Ucrania, no debería haber espacio entre nosotros» declaró Haley durante una entrevista en julio con CNN, manifestándose a favor de la ayuda militar continua a Ucrania. «Cuando se trata de Israel, lo mismo».

Trump hizo campaña con la promesa de restaurar la fortaleza estadounidense en el escenario mundial, diciendo que eso implica reconstruir el ejército de esta nación y pedir a los aliados que contribuyan más a la defensa global. Respecto a Ucrania, Trump dijo en un foro ciudadano de CNN en mayo de 2023: «Están muriendo, rusos y ucranianos. Quiero que dejen de morir, y lo haré, lo haré en 24 horas».

En cuanto al libre comercio, Trump declaró desde el inicio de su primera campaña en 2015 que su prioridad está en corregir los desequilibrios en el comercio de Estados Unidos con otras naciones.

«Necesitamos un comercio justo. No el libre comercio. Necesitamos un comercio justo. Tiene que ser justo», dijo Trump en un programa de “60 Minutes”.

Algunos de los nominados del gabinete de Trump para 2024 proceden de fuera del establishment republicano. Entre ellos figuran los exdemócratas Robert F. Kennedy Jr, abogado ecologista proabortista y activista de la reforma sanitaria, y la exrepresentante de Hawai Tulsi Gabbard, que ha criticado tanto a liberales como a conservadores por su disposición a recurrir a la guerra para resolver disputas internacionales.

La forma de gobernar de Trump ha frustrado a algunos republicanos de la era Reagan-Bush, 100 de los cuales citaron su enfoque de la política exterior como una de las razones por las que decidieron apoyar a Harris en 2024. Su declaración también criticó a Trump por otros motivos, como su gestión de los acontecimientos que condujeron a la brecha en el Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021.

Sin embargo, muchos republicanos tradicionales han permanecido en el redil republicano a pesar de sus desacuerdos con Trump.

El expresidente George W. Bush no respaldó a Trump. Tampoco lo hizo el vicepresidente Mike Pence, quien declaró que el 6 de enero, Trump se había puesto por delante de la Constitución. Sin embargo, ninguno respaldó a Harris ni señaló una ruptura con el partido.

Solo el 4% de los que se identifican como republicanos votaron por Harris en 2024, mientras que el 5% de los que se identifican como demócratas votaron por Trump.

Al final, ofrecer resultados económicos para el país puede ser la fuerza unificadora más fuerte, según Schultz.

«Estas fueron unas elecciones sobre leche, pan y huevos», dijo Shultz. «Si la gente siente que, dentro de cuatro años, podrá permitirse la leche, el pan y los huevos más que ahora, y si conectan eso con Trump, creo que [el movimiento] sobrevive».

2028 y más allá

Algunos expertos advierten que no hay que exagerar el impacto de las elecciones a pesar del cambio de ciclo entre algunos votantes.

«No deberíamos sobreinterpretar esto. No es una elección de realineamiento de 1980», declaró Carville. «Fue una mala noche».

En opinión de Kollman, las elecciones estuvieron muy reñidas y el resultado dependió de un pequeño porcentaje de votos en un puñado de estados indecisos.

Otros dicen que la economía fue probablemente un factor decisivo en la mente de los votantes.

«Estas elecciones se perdieron hace dos años, cuando la inflación empezó a dispararse», indicó Dusso.

Aunque la tasa de inflación había bajado desde su máximo del 9.1 por ciento en junio de 2022, según Dusso, la percepción pública de la economía predijo el cambio.

Independientemente de lo que impulsó el cambio de clase en estas elecciones, los próximos cuatro años determinarán su duración.

«Describo 2024 como potencialmente un realineamiento crítico», declaró Schultz, «y 2028, dependiendo de cómo respondan tanto los demócratas como los republicanos al cambio del electorado, podría convertirlo en permanente: un realineamiento que podría durar otros 25 o 30 años».


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