Niño de 7 años queda herido por mina antipersonal del ENL que explota sobre su perro mientras jugaba

Por Anastasia Gubin
16 de octubre de 2019 7:42 AM Actualizado: 16 de octubre de 2019 7:42 AM

El Ejército reveló que este lunes un niño quedó herido al encontrarse en un campo minado oculto en la vereda de San Ignacio en la zona rural de San Calixto, en el Norte de Santander mientras jugaba con su perro. Uno de los dos activó el objeto explosivo.

La peor parte la sufrió la mascota que murió en el lugar producto de la explosión de la mina, mientras que el menor de siete años resultó herido con una de sus piernas muy afectada, informó El Colombiano. Es posible que el perro le salvara la vida.

“La víctima presenta esquirlas en todo el cuerpo ocasionadas por la mina”, indicaron las fuentes militares, según el informe. 

El medio Oronoticias mostró un vídeo del menor mientras era atendido en el centro hospitalario, vendado en gran parte del cuerpo.

Es el tercer menor afectado en la misma zona este año por minas antipersonales atribuidas a la Compañía Diego del ELN, según Oronoticias.

El niño y su perro se divertían cuando cerca de las 14:20 horas el tiempo se detuvo. El menor herido recibió los primeros auxilios de la Fuerza de Despliegue Rápido Número 3 que luego lo trasladó hasta el municipio de El Tarra, desde donde fue llevado al hospital de Ocaña, reportó El Colombiano.

El jueves pasado un menor de 15 años estaba jugando fútbol en una cancha y, cuando el balón se fue por un camino rural, fue a recogerlo y lo alcanzó la mina.

En febrero de 2019 un policía murió y once resultaron heridos, varios con amputaciones y fracturas, luego de que la compañía que integraban cayó en un campo minado durante un patrullaje en un sector de cultivos de hoja de coca, informó La Opinión.

Seis heridos sufrieron amputaciones y fracturas y otros cinco resultaron aturdidos, precisaron las autoridades. Entre ellos hay policías y miembros del grupo manual de erradicación de la coca. El incidente ocurrió en una jurisdicción del Municipio de San Andrés de Tumaco de Nariño.

Según el portal Acción Contraminas del gobierno de Colombia, desde 1985 hasta el 30 de septiembre “se han registrado 11.781 víctimas por minas antipersonal y munición sin explosionar, siendo 2006 el año más crítico, pues se presentaron 1228 víctimas, el mayor número en toda la historia de Colombia».

“En la última década, la tendencia ha venido cayendo, con excepción del año 2012, hasta ubicarse en 2016 en niveles que no se presentaban desde el año 1999. En lo corrido de 2019, se han presentado 72 víctimas”, añade.

Cerca de 20 por  ciento de las víctimas por la minas murieron y el resto lleva el recuerdo de las heridas.

Un 61 por ciento de los afectados son miembros de la fuerza pública y el resto civiles, incluidos un 20 por ciento de niños.

Experiencia de John Harold

John, quien perdió ambas piernas por una mina antipersonal, compartió el siguiente relato cuando fue invitado a un paseo al mar junto con otros heridos por la misma causa.

«Soy de Curumaní, Cesar. Tengo 26 años. Desde pequeño siempre quise ser futbolista o ser militar. No fui futbolista porque a mis papás no les gustaba el fútbol. Yo me les escapaba y el resultado era que me pegaban. Lo que decían era que al jugar fútbol me podía partir una pierna y mire ahora, me fui para el Ejército y no tengo las dos. Ese el único deporte que si yo pudiera lo jugaría con todo el corazón».

«Todo cambió para mí y ser soldado me ha traído los mejores momentos a mi vida. Todo empezó cuando ingresé al Ejército como soldado profesional en el 2011. Me enviaron para Nariño y allá llevaba nueve meses».

«El día que explotó la mina en mi pie, el 2 de noviembre de 2012, los perros ya habían pasado por ahí. La mina la piso un dragoneante que iba de primero. Él calló y nos metimos varios a ayudarlo. Cuando traté de salir lo que pasó fue que volé, volé. Le voy a decir la verdad: uno en el instante en lo que piensa es en que lo mataron. Yo quede consciente. De ahí comencé a llamar a todos, fueron cuatro minutos en que gritaba y gritaba».

«No sentí dolor. Fue cuando llegué a la clínica cuando comenzó a doler. Lloré mucho porque se habían muerto los amigos míos, no por mí. Yo estaba consciente de que iba a quedar así, lo asumo con tranquilidad».

«Desde noviembre de ese año, mi vida ha sido distinta, pienso que me ha ido muy bien y le doy gracias a todos los médicos que han estado conmigo. Es más, ni cuando estaba con mis piernas, me habían pasado tantas cosas buenas. Es como uno asuma la vida. Hoy tengo esposa, tengo un hijo… me ha ido muy bien. Todo esto que me ha pasado es bueno, el estar aquí en San Andrés, conocer el mar y tener esta experiencia de vida».

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