No espere para ser feliz

Estos son los buenos tiempos, así que asegúrese de atesorarlos

Por MIKE DONGHIA
14 de septiembre de 2022 6:02 PM Actualizado: 14 de septiembre de 2022 6:02 PM

De vez en cuando recuerdo con nostalgia ciertos periodos de mi vida como los «buenos tiempos».

Por supuesto, no los reconocí como los buenos tiempos mientras sucedían. Parecían días normales.

Encontré mucho que disfrutar en cada una de esas temporadas, y no me arrepiento de nada, pero noto una cierta inquietud en mí con el paso de los años.

En el momento, veía cada capítulo (por muy bueno que fuera) como un peldaño hacia algún éxito futuro y una mayor felicidad que estaba a la vuelta de la esquina.

Mi mente y mi energía estaban constantemente buscando y anhelando algo más, en lugar de disfrutar de las cosas buenas que ya eran mías.

Si hubiera sabido que algún día añoraría esos periodos, tal vez lo habría asimilado todo un poco más.

Hay buenas noticias en todo esto: Es probable que ahora mismo esté viviendo los buenos tiempos.

Este periodo de su vida, especialmente si elige ver lo que ya tiene, puede ser disfrutado en el presente de la misma manera que desearía haber disfrutado los del pasado.

Mucho esfuerzo y nunca alcanzamos la felicidad

Permítanme empezar con una definición de felicidad, ya que es una palabra que se utiliza con bastante flexibilidad en nuestra cultura. En este artículo, me refiero a un tipo de felicidad más profundo que las meras emociones positivas, algo más rico, más profundo y menos fugaz. Algunos lo llaman alegría o satisfacción, pero sea cual sea el nombre, todos sabemos que es importante.

De hecho, prácticamente todo el mundo, si se le pregunta, diría que no hay mayor motivación en su vida que ser más feliz.

Entonces, ¿por qué siempre perseguimos la felicidad y rara vez la saboreamos?

¿Por qué parece, para tantos, un objetivo futuro en lugar de una realidad presente?

Es como si todos apostáramos por disfrutar de una felicidad dichosa en nuestros años de jubilación, y nos limitáramos a pagar nuestra cuota ahora. Pero las investigaciones demuestran que nuestra capacidad para saborear el momento no solo está relacionada con las emociones positivas, sino también con un mayor bienestar psicológico.

Entonces, ¿cuáles son las razones por las que damos una patada a la caja de la felicidad y no disfrutamos de los buenos tiempos mientras estamos en ellos? Hay al menos tres razones que he observado en mí mismo:

Nos conformamos con golpes de dopamina sin valor

La cultura moderna nos anima a consumir de forma pasiva en lugar de crear activamente; a distraernos en lugar de comprometernos. Es mucho más fácil hojear las noticias del teléfono o buscar un bocadillo favorito que conectar con un amigo o sentir gratitud por lo que tengo. Pero cuanto más frecuentemente me entrego a estos placeres instantáneos, más los anhelo y menos receptivo soy a las alegrías más ricas pero más lentas de la vida.

Creemos que aún no lo merecemos

Aunque suene a locura mientras escribo esto, a veces no me permito disfrutar de lo que tengo porque tengo miedo de que me vuelva pasivo. Siento que me habré ganado el derecho a saborear la vida cuando haya alcanzado un nivel de éxito a mis ojos. O, a veces, me siento «atrasado», como si ya hubiera perdido el tiempo y ahora tuviera prisa por ponerme al día. Me digo a mí mismo que algún día cultivaré la capacidad de disfrutar del momento, pero me preocupa estar creando cadenas de hábitos que serán difíciles de romper.

Buscamos algo más

Recuerdo un momento particular en la universidad en el que me sentía inseguro sobre el futuro, y pensé que si podía encontrar un trabajo que me gustara y casarme con la chica que amaba, entonces estaría perfectamente satisfecho. Realmente pensaba que esas dos cosas resolverían mi inquietud de una vez por todas. Pues bien, me casé con esa chica, encontré un gran trabajo y formé una familia, pero con demasiada frecuencia me encuentro preguntándome qué será lo siguiente en lugar de atesorar esos maravillosos regalos.

Descubra su tesoro

Hay una pequeña parábola en la Biblia sobre un hombre que está caminando por el campo de otra persona y tropieza con un tesoro increíblemente valioso.

Procede a cavar un agujero y a enterrar el tesoro para que nadie más lo encuentre. Luego, se va a casa y empieza a vender todo lo que posee —aportando todo su patrimonio— para poder reunir el dinero suficiente para comprar el campo que contiene el tesoro enterrado.

Dejemos de lado por un momento la ética de su elección y centrémonos en su evidente motivo.

Una vez que sabía lo que tenía, no había razón para seguir buscando. No había razón para dudar. Ya había descubierto algo sumamente valioso y todo lo que tenía que hacer era reclamarlo.

Imagínese que, al vender todo lo que tenía, decidiera empezar a buscar otro campo para comprar, quizá uno en una zona más bonita de la ciudad. O si se distrajera con su nuevo dinero y empezara a darse pequeños placeres, se olvidaría por completo del campo.

¿Por qué seguir buscando cuando ya se ha hecho rico?

¿Por qué conformarse con emociones pasajeras, cuando hay algo mejor a su alcance?

Estas son las mismas preguntas que debemos hacernos cuando nos demoramos, aunque sea por un día, en saborear todo lo bueno que hay en nuestras vidas.

¿Por qué seguir buscando algo mejor si ni siquiera hemos aprendido a disfrutar de lo que tenemos?

¿Por qué desperdiciar los días y las semanas, saltando de un golpe de dopamina sin valor a otro, cuando algo más profundo y más rico ya está en su vida, esperando a ser descubierto.

No espere ni un minuto más para disfrutar de la felicidad que ya es suya. Estos son los buenos tiempos, y ya es hora de que nos demos cuenta.


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