No hay interés en intercambiar ideas cuando se trata del aborto

Por Shane Miller
20 de enero de 2020 8:00 PM Actualizado: 21 de enero de 2020 4:27 PM
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«¿Qué queremos? ¡[El derecho a] elegir! ¿Cuándo lo queremos? ¡Ahora!», cantaba una banda de activistas proaborto en la Universidad King’s College de Londres, Ontario, a principios de este mes.

Estos valientes manifestantes estaban protestando contra la proyección de la película provida «Unplanned», que ha sido objeto de controversia debido a que cuenta la historia de Abby Johnson, una exempleada de Planned Parenthood que se volvió activista a favor de la vida luego de dejar la organización al atestiguar un procedimiento de aborto.

La proyección fue presentada por la parroquia católica de la Universidad King’s College, cuyo director, el reverendo Michael Bechard, dijo al periódico estudiantil: «Es parte de nuestra declaración de valores y misión apoyar la vida en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural», señalando además que el objetivo no era persuadir a los asistentes para que se pongan en contra del aborto, sino tener una conversación al respecto. Bechard sostuvo que la universidad debería preocuparse por «exhibir cosas que generen ideas, emociones poderosas y pensamientos divergentes».

Aquellos que protestaban podrían haber asistido y participado en una respetuosa discusión. En otras palabras, tenían la libertad de participar en un ambiente pluralista que, se supone, las universidades deberían valorar y facilitar. Y en un ambiente tal, los concurrentes pueden querer expresar posturas que están radicadas en sus creencias espirituales -y hacerlo en un espacio público en el que tengan los mismos derechos que otros en esa universidad católica.

Pero los activistas agitados tienden a pensar que la libertad de expresión y conciencia son buenas ideas, siempre y cuando uno use el discurso para afirmar la ortodoxia progresista, tratando a la conciencia como opiniones privadas que deben ser reprimidas en público.

La parroquia declara en su sitio web: «Firmemente arraigada en la tradición Católica Romana, la Parroquia del Campus de la Universidad King’s College busca nutrir y estimular a los estudiantes, al personal, al cuerpo docente y a la comunidad más amplia a fin de que todos tengan una relación más profunda con nuestro Jesucristo». Pero actuar según estos principios es algo que los seguidores de la fe progresista no tolerarán, no vaya a ser que estos «anticuados católicos» invadan el campus progresista con el objeto de propugnar ostensiblemente estas ideas teocráticas.

Como de costumbre, los activistas de izquierda catalogan a los pensamientos como catastróficos y amenazas de violencia inminente o intención maligna, sin importar qué tan cordialmente sean expresados. Los pensamientos discordantes podrían animar la curiosidad de aquellos cuya búsqueda por el conocimiento pueda amenazar el consenso predominante. En su universo de fantasía, tienen un monopolio de la razón y de la moral, y todos los debates ya están resueltos. Cuando un sentimiento así choca contra la realidad de una sociedad libre, aquellos con puntos de vista alternativos de lo que constituye una vida buena y virtuosa deben ser coaccionados para conformarse con las ideas predominantes, bajo pena de ser excluidos de la arena pública.

En respuesta a la proyección, más de 40 profesores dirigieron una carta al Director de la Universidad, David Malloy, exigiendo que la universidad se disculpe por mostrar la película. La carta acusaba a la parroquia del campus de subestimar el compromiso de la escuela con un «debate profundo» y criticaba que no haya buscado la «participación» de expertos sobre derechos reproductivos.

Uno no necesita ser conocedor la neolengua académica para concluir que esto no tiene sentido. Es difícil saber con seguridad que estos expertos verían a un abogado provida como un participante merecedor de estar en cualquier debate, dado que en otra parte de la carta afirmaban: «Las mujeres que ejercieron sus derechos reproductivos corren el riesgo de ser estigmatizadas y traumatizadas por la posición ideológica presentada tanto en la película como en la Declaración del Director».

El hecho de que no haya interés alguno en intercambiar ideas es manifiestamente obvio. Hay una verdad irrefutable a los ojos de estos profesores, y nunca puede ser discutida o sujeta a interrogatorios. El contraargumento es algo de lo que los «indefensos» deben ser protegidos, dado que es una reafirmación de la «cultura blanca, masculina y cristiana» dominante en un espacio en que, desde cualquier punto de vista, esas características se están volviendo cada vez más impopulares.

Aquí yace el problema que tanto penetra nuestras universidades. Aquellos cuyas ideas ya son consideradas novedosas creen que están «peleando» contra la ortodoxia, negando así que ellos mismos son los puritanos que establecieron y reforzaron la ortodoxia progresista que actualmente predomina.

Shane Miller es un escritor político radicado en London, Ontario. Síguelo en @Miller_Shane94.

Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de The Epoch Times.

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