Presentan demanda que cuestiona las normas de seguridad de la FCC para los equipos inalámbricos

Grupos afirman que los argumentos científicos son ignorados debido a los estrechos lazos entre el regulador y la industria

Por Conan Milner
20 de Agosto de 2020 9:52 PM Actualizado: 20 de Agosto de 2020 9:52 PM

La tecnología inalámbrica se ha convertido en una parte esencial de nuestro mundo. Pero, ¿qué pasa si esta necesidad moderna también está dañando nuestra salud?

De eso se trata una demanda presentada contra la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC).

El caso fue presentado en febrero, pero dos organizaciones sin fines de lucro— Children’s Health Defense (CHD) (Defensa de la salud infantil) y Environmental Health Trust (EHT) (Fondo de salud ambiental)—presentaron conjuntamente su escrito de inicial el 29 de julio en el Tribunal de Apelaciones de EE.UU. para el Distrito de Columbia. El caso desafía a la FCC a reconsiderar sus pautas de salud y seguridad inalámbricas que han estado en vigor desde 1996.

Cuando las reglas fueron escritas por primera vez, los teléfonos celulares eran simples, unidades del tamaño de un ladrillo, y relativamente raros. Hoy en día, se han transformado en dispositivos delgados y multipropósito, que se guardan en nuestros bolsillos, que son virtualmente indispensables para casi todo el mundo. Pero a medida que ha aumentado el uso de la tecnología inalámbrica, también lo ha hecho nuestra exposición a la radiación no ionizante utilizada para transportar los datos a través de las ondas aéreas, conocida como radiación por radiofrecuencia (RF) o de microondas. El caso alega que la FCC ignora la clara evidencia del daño que esta tecnología ubicua causa a las personas y al medio ambiente.

Durante más de 25 años, los reguladores han asegurado al público que las normas de seguridad de la FCC siguen siendo lo suficientemente eficaces como para satisfacer un mundo moderno inmerso en un campo inalámbrico. También confían en que incluso 5G—otra capa de radiación de RF de mayor frecuencia con cientos de miles de nuevas células de transmisión instaladas en las proximidades de donde vive y trabaja la gente— no supone ninguna amenaza para nuestro bienestar.

El informe, sin embargo, apunta a la evidencia de daño a los llamados niveles seguros. Algunos demandantes vinculados al caso afirman que la exposición normal y cotidiana a la tecnología inalámbrica los ha enfermado tanto que se ven obligados a retirarse del mundo moderno solo para sobrevivir.

Hipótesis sobre el calor

En una conferencia de prensa del 30 de julio para el caso, el presidente del CHD Robert F. Kennedy, explicó que la norma federal que designa los niveles seguros de exposición a la radiación de microondas —la Ley de Telecomunicaciones de 1996—establece que la seguridad es simplemente una cuestión de temperatura. Básicamente, mientras la exposición no sea suficiente para crear calor, como en un horno de microondas, el cuerpo no sufre ningún daño. Pero el caso contra la FCC insta a la agencia a examinar más de cerca las pruebas en contrario.

“Sabemos ahora, por miles y miles de estudios publicados revisados por expertos, que la radiación de microondas daña el cuerpo humano y las células humanas con una fracción mínima de lo que se necesitaría para elevar la temperatura del cuerpo”, dijo Kennedy. “Muestra un sombrío inventario de lesiones relacionadas con el Wi-Fi, incluyendo el estrés oxidativo, daños en el esperma y los testículos, daños celulares, daños en el ADN y daños neuropsiquiátricos”. El daño neuropsiquiátrico puede ser tan poderoso que puede ser leído casi inmediatamente en los electroencefalogramas de los niños, y esos efectos no desaparecen después de retirar la radiación”.

Pero los entes reguladores dicen que estos estudios no son suficientes. Después de años de recoger comentarios públicos sobre las preocupaciones de los daños causados por la tecnología inalámbrica, la FCC declaró que no había nada lo suficientemente sustancial para cambiar sus lineamientos. En un informe de más de 100 páginas del 19 de diciembre de 2019, la Comisión declaró que su antiguo estándar era suficiente para garantizar la seguridad pública.

“Después de revisar el extenso registro presentado en respuesta a esa investigación, no encontramos ninguna base apropiada y por lo tanto nos negamos a proponer enmiendas a nuestros límites existentes en este momento”, afirmaba el informe de la FCC. “Nos tomamos muy en serio nuestro deber de proteger al público de cualquier daño potencial debido a la exposición a la radiofrecuencia”.

Pero el Dr. David O. Carpenter, director del Instituto de Salud y Medio Ambiente de EE.UU. y demandante en el caso del CHD, dice que la hipótesis del calor en la que se basan los entes reguladores para determinar la seguridad no proviene de los médicos.

“Ellos derivaron su información del Instituto de Ingenieros Electrónicos y Eléctricos, (IEEE), y de agencias dominadas por ingenieros eléctricos y físicos, no del tipo de personas a las que quieres acudir si tienes un ataque al corazón”, dijo Carpenter. “Sin embargo, estas son las personas de las que, la FCC, toma su información para establecer estándares que se supone que protegen la salud humana”.

Carpenter ha advertido sobre el daño que la telefonía móvil supone para la salud pública desde hace varios años. Es coeditor del Informe de iniciativa biológica—un documento compilado por 29 científicos independientes y expertos en salud de todo el mundo que detalla la evidencia del daño de la radiación inalámbrica.

El Informe de iniciativa biológica se publicó por primera vez en 2012, pero desde entonces se han realizado estudios más sólidos, entre los que destaca un estudio de 30 millones de dólares realizado por el Programa Nacional de Toxicología de Estados Unidos (NTP). Con el apoyo de la Administración de Alimentos y Fármacos de EE.UU. (FDA), el estudio del NTP fue diseñado para ser la última palabra sobre si la tecnología inalámbrica causa o no problemas de salud. El estudio expuso a los roedores a toda una vida de radiación de teléfonos celulares, mostrando que la exposición a los inalámbricos claramente causa cáncer, daño al ADN y altera el sistema endocrino.

Otro estudio grande e importante del Instituto Ramazzini de Italia comunicó conclusiones similares. Analizó la exposición de los animales a intensidades de RF mucho más bajas, muy por debajo de los límites de seguridad de la FCC, y aun así mostró claras pruebas de cáncer.

Dicha evidencia ha llevado a los científicos de todo el mundo a presionar a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que reconsidere su evaluación de los riesgos para la salud relacionados con las comunicaciones inalámbricas. En 2013, el Centro Internacional de Investigación sobre el Cáncer de la OMS descubrió que los niños son más susceptibles a la exposición de radiación RF que los adultos y que “se han observado asociaciones sólidas entre la exposición a la radiación RF de los teléfonos inalámbricos” y los tumores cerebrales, el “glioma y el neuroma acústico”.

El organismo llegó a la conclusión de que la radiación RF era un posible carcinógeno humano. Sin embargo, una de las razones por las que la OMS no dio, a la exposición inalámbrica, una advertencia más fuerte es la falta de pruebas en animales, una omisión que los estudios de NTP y Ramazzini pretenden completar.

“La evidencia de cáncer por radiación de radiofrecuencia es abrumadora y absolutamente definitiva, y sin embargo es ignorada por la FCC”, dijo Carpenter.

Pero es probable que no se escuchen estos detalles sobre lo inestable en la ciencia de los medios de comunicación. Kennedy dijo que uno de los temas más frustrantes para lograr que el público entienda los daños relacionados con la radiación por RF es la poderosa influencia que tiene la industria inalámbrica para silenciar la historia. En un mundo, donde las compañías de medios de comunicación están a menudo íntimamente ligadas a las grandes empresas de telecomunicaciones, que tienen un interés en el despliegue del 5G, tales historias son malas para los negocios. Facebook, en particular, admite censurar las críticas a 5G.

“Su medida no es que sea una tergiversación o que no sea verdad. Su medida es que se aparta de los pronunciamientos oficiales de la autoridad de la FCC, del 5G, y eso es el último insulto a nuestra democracia”, dijo Kennedy. “Sabemos todo esto, y la única razón por la que se escapa de la regulación es por la corrupción y la adulación de agencias, y finalmente la censura”.

Los reguladores, por su parte, dicen que hacer lo contrario sería promover demandas infundadas y equivaldría a dar una patada al país cuando a caído.

En un artículo en The Washington Post titulado “Las teorías conspirativas del 5G amenazan la recuperación de EE.UU.”, el consejero general de la FCC Thomas M. Johnson Jr. escribe que: “las conjeturas sobre el efecto del 5G en la salud humana son largas en el miedo y cortas en la ciencia”, pero los activistas tratan de “capitalizar el miedo y la desinformación”.

“Paradójicamente, es probable que esos temores exacerben el sufrimiento durante la crisis de COVID-19, porque el daño causado por la pandemia de coronavirus requiere una fuerte conectividad a Internet para facilitar el teletrabajo, el aprendizaje a distancia, así como para mantenerse en contacto con los amigos y la familia. Por lo tanto, la inversión en 5G es fundamental para la recuperación de Estados Unidos, y es importante que los estadounidenses sepan que las redes inalámbricas son seguras”, escribió Johnson.

Fuente de una enfermedad

El argumento jurídico de este caso es un debate sobre lo que dice la ciencia respecto al potencial daño. Pero para la gente que ya afirma estar perjudicada por la tecnología inalámbrica, el tema es mucho más personal.

Todos hemos sido gradualmente sometidos a mayores exposiciones de radiación inalámbrica en los últimos 25 años, y la mayoría de nosotros parece estar bien. Pero hay una larga lista de síntomas asociados con la exposición a la radiación por radiofrecuencia, desde dolores de cabeza y hormigueo en las manos hasta náuseas y pérdida de memoria. Algunos casos son leves, pero otros pueden ser debilitantes.

Esta enfermedad se conoce como Sensibilidad Electromagnética (ES) o enfermedad de las microondas, y no es un descubrimiento nuevo. Años antes de que se inventaran los teléfonos celulares, la NASA reconoció la evidencia de la enfermedad de las microondas en 1980. La enfermedad también está cubierta por la Ley para estadounidenses con discapacidades (ADA).

Carpenter dice que un “porcentaje significativo de la población” ya sufre de la enfermedad de las microondas. Sin embargo, un problema importante es que la mayoría de la gente no piensa en mirar a sus aparatos como la fuente de su enfermedad. De hecho, incluso la mayoría de los médicos no están familiarizados con los daños vinculados a esta tecnología y a los síntomas que puede causar.

“Sin duda afecta a muchas personas que nunca pensaron que sus dolores de cabeza, el zumbido de sus oídos, su fatiga, su sensación general de enfermedad pueden provenir del Wi-Fi, que está en su teléfono celular es demasiado fuerte, con demasiada frecuencia, que están demasiado cerca de un generador de 5G en la calle o de una torre de telefonía móvil”, dijo Carpenter. “Pero esto está muy bien documentado y un número cada vez mayor de personas están expuestas”.

La demanda cita a más de 100 informes de enfermedades por los niveles de RF/EMF autorizados por la FCC. Algunos incluyen apoyo documental, incluyendo diagnósticos médicos.

La única cura conocida para la ES es la distancia prolongada de las fuentes de radiación de RF. Pero a medida que la tecnología inalámbrica se extiende, esta influencia invisible se hace casi imposible de escapar. Las víctimas de la ES contaron historias de devastadores daños personales y financieros y trastornos en sus vidas como resultado de esta exposición, y la incapacidad de vivir o participar en la sociedad moderna.

Una médica familiarizada con los síntomas de la ES es la Dra. Tori Jelter, otra demandante en el caso, y una pediatra que ve regularmente evidencias de la enfermedad en su clínica. Ella describe la transformación de un niño de 10 años con autismo que era completamente no verbal. Los padres del niño lo trajeron a Jelter porque empezó a mostrar un comportamiento muy agresivo. Pensaron que podría necesitar medicación, pero Jelter se preguntaba si su entorno tenía la culpa.

“Debido a que había revisado bibliografía que decía que la radiación inalámbrica puede afectar profundamente el comportamiento, sugerí que disminuyeran su exposición, y que vieran si eso era un factor que contribuyera antes de empezar a tomar la medicación. Les recomendé que apagaran el router WiFi durante 12 horas por la noche, y que desconectaran todos los teléfonos inalámbricos y vieran si eso hacía una diferencia”, dijo Jelter.

“Este chico que nunca había dicho una palabra en su vida, en tres días dijo una frase completa, y después de eso mejoró gradualmente. El comportamiento agresivo se disipó”.

Otro ejemplo que dio Jelter: fue el de un niño de 8 años que tenía un trastorno generalizado del desarrollo. Al considerar sus síntomas, Jelter pidió a sus padres que modificaran la radiación inalámbrica en el hogar. Al poco tiempo, los profesores de su escuela llamaron a los padres para una reunión. Querían saber qué tipo de medicación era la responsable de tan drástica mejora.

“De hecho, había mejorado dos grados en dos meses. Los padres explicaron que no había ningún medicamento, simplemente apagaron el router WiFi y desenchufaron los teléfonos inalámbricos”, dijo Jelter. “Es una parodia para los niños que la radiación inalámbrica no esté más regulada. He escrito cartas a la FCC, pero no ha pasado nada. Parece que nada cambia realmente a menos que se resuelvan las cosas en la corte, y ya hace mucho tiempo que debería haber ocurrido.

Encontrar una médica como Jelter permite a los enfermos de ES identificar la raíz de su enfermedad, y hacer algo al respecto. Pero no todo el mundo tiene tanta suerte. Isobel Gallo, de diecinueve años, dijo que se enfermó por la exposición inalámbrica cuando tenía 16 años. Desarrolló náuseas, dolor en el corazón, falta de aliento, confusión cerebral y ardor en los oídos. Pero nadie pudo descubrir qué era lo que lo causaba.

“Ni yo, ni mis padres, ni la escuela sabíamos que la radiación de microondas podía enfermar a la gente”, dijo Gallo. “Como muchos otros niños, me dijeron que estaba mentalmente enferma. Me dijeron que había desarrollado algún tipo de ciberfobia. Me dijeron que estaba inventando mis síntomas para llamar la atención. Y debido a nuestra ignorancia, fui herida mucho más seriamente de lo que hubiera sabido desde el principio. Me vi obligada a abandonar la escuela secundaria y actualmente estoy confinada a mi casa”.

Gallo presentó una declaración jurada como parte del caso (1 de 15 declaraciones juradas presentadas al tribunal). Afirma que la regulación de la FCC ha destruido su futuro porque su condición hace que le sea imposible ir a la universidad y le dificulta encontrar un trabajo, mantener amistades, o incluso caminar por su vecindario.

“Es indignante que la FCC haya permitido que sus normas obsoletas dañen a tantos niños. Su trabajo es proteger al público. Yo debería haber sido protegida. Y en cambio, la FCC ha ignorado completamente mi existencia”, dijo Gallo. “La FCC necesita escuchar a los científicos y proteger a su gente”.

Los funcionarios de la FCC no respondieron inmediatamente a una solicitud de The Epoch Times para comentar el caso.

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