Qué podría pasar en una guerra fría tecnológica entre China y Estados Unidos

Por Fan Yu - La Gran Época
07 de junio de 2019 8:23 PM Actualizado: 07 de junio de 2019 8:23 PM

Análisis de noticias

Durante la Guerra Fría, alrededor de la mitad del mundo se basó en las tecnologías, la maquinaria y las ideologías políticas desarrolladas por la Unión Soviética. La otra mitad -el mundo libre- adoptó las de Estados Unidos y sus aliados.

A medida que aumentan las tensiones de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, ¿podríamos estar en la cúspide de una nueva versión de la guerra fría impulsada por la tecnología y las finanzas?

Desde que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, consideró al gigante chino de las telecomunicaciones Huawei como una amenaza a la seguridad nacional y le prohibió la compra de equipos clave de Estados Unidos, Beijing se involucró en una escalada de “ojo por ojo” que podría tener ramificaciones duraderas en la industria de la tecnología en el futuro.

Y Huawei puede ser solo el comienzo. Se está considerando la posibilidad que varias otras empresas chinas se unan a la lista negra con Huawei.

Si se produjera una guerra fría tecnológica, alteraría significativamente el panorama tecnológico existente, desmantelaría las cadenas de suministro mundiales y removería la red de comercio mundial que sustentó el ascenso de China como potencia económica mundial.

Desvinculación de la cadena de suministro mundial

Los consumidores de todo el mundo estuvieron acostumbrados a ver durante años a esta conocida descripción en los envases de los productos de Apple : “Diseñado por Apple en California. Ensamblado en China”.

Ese es el modelo seguido por la mayoría de las empresas de tecnología durante las últimas décadas. Las compañías estadounidenses desarrollan nuevas tecnologías y productos en Estados Unidos, que son ensamblados por mano de obra comparativamente más barata en China, y luego enviados para su venta a nivel mundial.

En el futuro, es probable que las órdenes de compra deban ser redirigidas.

Una prohibición de gran alcance similar a la impuesta a Huawei y sus afiliadas impediría efectivamente que otras compañías extranjeras -cuyos productos contienen al menos un 25 por ciento de tecnología de EE.UU.- puedan suministrar a los chinos.

¿Qué significa esto en la práctica?

Es posible que más empresas empiecen a adoptar prácticas de investigación, desarrollo y de fabricación localizadas. En lugar de fábricas chinas que abastecen al mundo cuando los costos de mano de obra china eran bajos, ahora se pueden establecer operaciones localizadas para abastecer directamente al mercado chino.

Alrededor del 33,2 por ciento de las empresas estadounidenses que operan en China están retrasando o cancelando sus inversiones en China, según la encuesta más reciente de la Cámara de Comercio Americana en China (AmCham China, por sus siglas en inglés) publicada el 22 de mayo. Si las tarifas tienen un carácter más permanente, es probable que las empresas estadounidenses trasladen la producción fuera de China, lo cual se considera una opción cada vez más prudente dada la creciente inestabilidad política dentro de China y los crecientes costos laborales.

Otro 35,5 por ciento de los encuestados están adoptando un enfoque de “En China, por China” para mitigar el impacto de los aranceles, según la encuesta de AmCham China. Eso se refiere a la fabricación de productos dentro de China para ser vendidos en China. Esa estrategia puede ampliarse en una guerra fría de tecnología completa, ya que la investigación y la innovación también pueden necesitar ser localizadas y las empresas pueden necesitar erigir barreras internas de información.

Los perdedores, grandes y pequeños

Las compañías chinas serán las principales perdedoras, ya que no existen reemplazos chinos para muchos componentes de origen estadounidense.

Por ejemplo, HiSilicon, el brazo de fabricación de chips de Huawei, deriva actualmente su arquitectura de chips Kirin mediante una licencia de la empresa de semiconductores ARM Holdings, radicada en el Reino Unido. Pero en mayo, ARM notificó a Huawei que dejará de conceder la licencia a sus diseños de chips a HiSilicon debido a que tiene ciertos componentes de procedencia de Estados Unidos.

Huawei también perdió el acceso a la plataforma de software Android de Google, que es el principal sistema operativo que se ejecuta en todos los teléfonos inteligentes de Huawei. A finales de mayo, el Departamento de Comercio de Estados Unidos le otorgó a Huawei una licencia temporal de 90 días para proporcionar parches de seguridad a los teléfonos existentes.

Además, Huawei fue suspendida de la Wi-Fi Alliance, un organismo normativo de la industria para los protocolos de tecnología.

Estos eventos no solo obstaculizan a Huawei, sino que también frenan sus ambiciones. Sin acceso a estas tecnologías, simplemente no hay forma que Huawei alcance su objetivo de superar a Samsung como el proveedor de teléfonos inteligentes número uno del mundo. Y en lo que sucede por el tema de redes, el SoftBank de Japón se convirtió en el último cliente potencial en rechazar los equipos de Huawei para redes 5G, anunciando el 31 de mayo que en cambio se dirigirá a los gigantes de las telecomunicaciones europeas Nokia y Ericsson.

Si prohibiciones similares se extendieran a otras compañías chinas -muchas de las cuales tienen asistencia operativa y unos estados contables mucho más pequeños que los de Huawei-, muchas de ellas podrían dejar de operar por completo.

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