Recolector de basura brasileño construye escuela para niños: «¡Todo lo paga con su dinero!»

Por Celeste Armenta
27 de julio de 2021 5:20 PM Actualizado: 13 de abril de 2022 5:30 PM

Luego de pasar por una experiencia de vida y muerte, un recolector de residuos de manglar hizo la promesa de ayudar a las personas si sobrevivía. Después de 33 años, sigue cumpliendo su palabra y paga con su dinero una escuela en Brasil.

Sebastião Pereira Duque, de 66 años, vive en Olinda, en Pernambuco, Brasil, desde 1973, donde es recolector de residuos en el manglar de la zona. Cuando contaba con 33 años, Pereira sufrió un ataque con cuchillo del que pensó que no sobreviviría.

Luego de esa experiencia, el hombre decidió asumir un compromiso: «Hice la promesa de que si mi vida tuviera continuidad ayudaría a la gente», según Razoes Para Acreditar.

Pereira inició así un modesto proyecto educativo al que llamó «Nueva esperanza». Inicialmente el espacio de la escuela era un terreno baldío, que con donaciones y la colaboración de la comunidad se convirtió en un espacio con 2 aulas y un lugar para recreación, informó el medio local Leia Ja.

El modesto hombre se dio cuenta de la falta de espacios educativos donde las familias trabajadoras pudieran dejar a sus pequeños. Además, las escuelas municipales solo aceptan a niños a partir de los 6 años.

«La enseñanza es donde está nuestra luz, nuestro camino. Solo pienso en el futuro de los niños, que Dios ilumine su camino, ya que aún hoy, a pesar de todas las dificultades, está iluminando el mío», dijo Pereira.

Antes de la pandemia mundial por el virus del PCCh, el patógeno que provoca COVID-19, los 4 profesores de la escuela llegaron a atender a 100 niños entre 2 y 6 años. Para prevenir los contagios, el número se redujo a 40 niños divididos en  2 grupos, y se suspendieron las clases de judo y capoeira que impartían, según Razoes Para Acreditar.

Imagen ilustrativa (Thomas Pedrazzoli en Pixabay)

Jacqueline Cavalcanti es una de las maestras en «Nueva esperanza» desde hace 10 años. Ella recibe parte de la aportación que los padres de familia dan mensualmente a la escuela, apenas 7 dólares.

“El ayuntamiento solo empieza a acoger niños a partir de los seis años, y aquí ya aceptamos con dos. Tienen esta convivencia, aprenden qué es una escuela, cómo comportarse, comienzan a reconocer las letras en las calles», dijo Cavalcanti.

Para sostener económicamente a la escuela, Pereira trabaja de manera independiente recolectando residuos de manglar, y la aportación de los padres se queda para pagar a los profesores.

«No tomo un centavo de los niños. Esta tarifa es para los profesores. Y todo en la escuela está conmigo. Merienda, vaso desechable, cuaderno, plastilina, agua, luz. Yo pago por todo», dijo Pereira.

Pereira se quedó huérfano cuando tenía 4 años, y poco después comenzó a trabajar en el campo. Además de la escuela «Nueva esperanza», el recolector ayudó a construir 30 casas para personas de la comunidad que necesitaban un hogar. Todo con materiales donados.

El recolector encontró una manera de mantenerse activo ayudando a su comunidad, y además de la escuela también restaura sillas de ruedas, hace muletas y cuando tiene ropa o comida, la dona. Tiene la filosofía de nunca aceptar dinero, y cuando le insisten pide lo equivalente en material para la construcción.

«La gente cree que hago algo, pero no lo hago. Nosotros somos los que lo hacemos. Todos compartiendo, uniéndonos, dando una mano, nos hacemos más grandes», expresó Pereira.


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