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«Pureza auténtica»: Shen Yun muestra la China antes del comunismo

11 de julio de 2021

Para ver algunas de las mejores obras de arte de la civilización occidental, hay que mirar hacia arriba.

En los techos de los palacios y las iglesias hay amplias escenas de los cielos, de alegorías y santos, y seres divinos en toda su magnificencia —hazañas de innovación técnica y tecnológica, dominio de la destreza unido al florecimiento de la creatividad y la imaginación humanas que rivaliza con cualquier cosa inventada hoy en día.

El más famoso de todos, quizás, es el fresco de Miguel Ángel en el techo de la Capilla Sixtina. Más que una escena del cielo, la historia de la humanidad se desarrolla en los paneles centrales del techo, desde la creación hasta la caída y la salvación del hombre, con espectadores semidivinos que observan desde las esquinas.

El arte en su máxima expresión incide en nuestra humanidad, respondiendo a nuestras preguntas más profundas y ayudándonos a encontrar el sentido de la vida.

«Uno piensa: ‘¿Cómo será el cielo? Si existiera el cielo, ¿cómo sería?», dice Jared Madsen, que lleva mucho tiempo actuando en Shen Yun Performing Arts, una compañía de danza clásica china con sede en Nueva York. Esta búsqueda de lo divino, de algo superior, es lo que se ve en gran parte de la cultura china y en muchas de nuestras actuaciones».

«Lo mejor es que en nuestro espectáculo hay algunos que no solo busca, sino que logra a ir al cielo. Los suben y vuelan al cielo. Llegan a ver a las [hadas celestiales], y tienen toda una experiencia como esa».

«Son cosas en las que creo que todos los seres humanos piensan y se preguntan. Y verlas en el escenario es increíble».

Madsen se refiere a un elemento de producción único —y patentado— de Shen Yun, que presenta la cultura china antes de la llegada del comunismo.

Mientras que el Partido Comunista Chino (PCCh) tiene como objetivo «luchar contra el cielo, la tierra y el hombre», la cultura tradicional china es todo lo contrario, está centrada en la creencia de la armonía entre el cielo, la tierra y la humanidad.

Las escenas de los palacios celestiales, del Creador descendiendo para impulsar 5000 años de civilización, de seres divinos acudiendo en ayuda de los buenos y los creyentes, de los seres humanos desde la historia hasta los tiempos modernos —lidiando con estas profundas cuestiones relacionadas con el propósito de la vida— todo esto se convierte en una obra de arte viva representada con una danza expresiva, un vestuario brillante y un telón de fondo digital que extiende la pantalla hacia el cosmos. Shen Yun reúne el tipo de esplendor en la imaginación y el dominio de la habilidad y la técnica que se requiere para formar una obra maestra.

«Es un espectáculo cultural, pero al mismo tiempo es mucho más profundo que eso. (…) Conecta con algo de la raíz de la humanidad», dijo Madsen.

Esta es la auténtica cultura tradicional china que el PCCh no quiere que vean.

La verdad sobre China

La misión de Shen Yun es «revivir 5000 años de civilización china», según el sitio web de la compañía. Los antiguos chinos creían que esta civilización estaba inspirada en lo divino, transmitida por los dioses, y la mantuvieron intacta durante cinco milenios —hasta el sangriento golpe comunista de 1949. Y después de que el PCCh tomó el poder, lanzó la Revolución Cultural, que desarraigó la cultura tradicional destruyendo templos, quemando libros y maltratando a inocentes. En total, el ascenso al poder del PCCh causó al menos entre 50 y 60 millones de muertos.

Muchas cosas se perdieron y bajo el régimen comunista la cultura china se deformó, pero las leyendas históricas, los mitos y los personajes perduraron en la memoria de algunos en China y en el extranjero. En 2006, artistas de todo el mundo —incluidos algunos que huyeron de China— se reunieron en el país de la libertad para formar una compañía que les permitiera expresar una cultura casi perdida y presentarla en el escenario mundial.

La cultura tradicional china tiene sus raíces en el pensamiento divino, dice Madsen: el budismo, el taoísmo y el confucianismo. El respeto a lo divino y la creencia de que las personas buenas serán bendecidas y las malas serán castigadas son fundamentales en esta cultura.

Esta visión holística de la humanidad es lo que inicialmente atrajo el interés de Madsen por las filosofías chinas, cuando estaba en la escuela secundaria. En nuestro mundo moderno, dependiente de la tecnología y en gran medida secularizado, las preguntas sobre nuestro origen, el propósito de la vida y lo que nos espera más allá no se exploran en las conversaciones cotidianas. Pero Madsen encontró algunas respuestas —a veces a preguntas que ni siquiera había imaginado— en las filosofías antiguas que empezó a leer, y desarrolló una gran fascinación por China.

«Y entonces me fui a China», dijo Madsen. Esto fue en los años 90, y la realidad fue desalentadora. «Rápidamente me di cuenta sobre las cosas increíbles que leía en varios libros sobre el confucianismo y el taoísmo —justo en el momento en que aterricé en China, fue un llamado de atención: ‘Oh, esta es una sociedad comunista'».

En cierto sentido, cuando Madsen conoció a Shen Yun, fue como regresar a casa.

La belleza que eleva el alma

Dante, el poeta supremo, escribió que la belleza despierta el alma para actuar.

La bailarina principal de Shen Yun, Evangeline Zhu, piensa lo mismo. La belleza no es solo agradable a la vista. Un tipo de belleza pura y trascendente, lo que los eruditos y artistas medievales y renacentistas llamarían belleza objetiva, o lo que los románticos llamarían lo sublime, puede conmover el alma.

«Hay un aspecto crucial en el arte, y es su principio estético», dijo Zhu. «¿Qué es la belleza? ¿Qué no es bello? Las artes tienen que ver con la belleza, pero el criterio particular de una forma de arte es muy importante».

«Pero, en el mundo actual, la gente no se pone de acuerdo sobre lo que es ‘bello’. Decimos que está en el ojo del espectador, o que es mi gusto. Ante eso, creo que la mente y la comprensión moral del artista son tan importantes como su habilidad». Para expresar la belleza que trasciende, el artista debe tratar de entender lo que significa.

Shen Yun se toma en serio esta búsqueda de la comprensión de la belleza; su propio nombre significa «la belleza de los seres divinos al danzar». Incluso el vestuario —embellecido con más detalles de los que cualquier integrante del público podrá captar— está hecho con respeto a la autenticidad, creado a partir de la vestimenta dinástica que, según se decía, se inspiraba en los cielos.

«Para mí, la forma de arte que puede ampliar la mente de la gente, que puede evocar su humanidad y mover sus corazones hacia la bondad, eso es hermoso», dijo Zhu.

La danza clásica china es muy expresiva y se presta a contar historias a través de la danza. Las actuaciones de Shen Yun incluyen una docena de danzas narrativas, cada una cuenta con una composición original de antiguas melodías chinas interpretadas por una orquesta clásica occidental, con una mezcla de algunos instrumentos chinos. Estos cuentos hablan de amor y desamor, de alegría y tragedia, de la relación entre un padre y un hijo, y de héroes que demuestran su honor y su valor al defender a su pueblo. Zhu ha visto a muchos espectadores conmoverse hasta las lágrimas con su actuación.

«La danza es una forma de comunicación», dice. «Transmite algo más allá del lenguaje, y a través de los sentidos, se comunica e impresiona al público con algo profundo».

«¿Qué se comunica? (…) Creo que es importante que un artista piense en eso».

La bailarina principal de Shen Yun, Evangeline Zhu. (NTD Television)

Inspirar la bondad en el corazón de la gente

Lo que el público suele llevarse es inspiración y esperanza.

Recientemente, después de un largo receso, la gente que había planeado ver a Shen Yun actuar en el Lincoln Center, donde se cancelaron los espectáculos a mitad de la gira debido a la pandemia, finalmente tuvo la oportunidad. En Stamford, Connecticut, el 26 de junio, Shen Yun inició una nueva temporada.

«Es muy edificante desde el punto de vista espiritual», dijo Chris Fiene, un ingeniero. «Después de la pandemia, resulta muy agradable experimentar por fin un espectáculo con otras personas y verlas disfrutar también».

John Connor Blow salió del teatro con los brazos en alto, expresando su gratitud. «Me emocioné hasta las lágrimas de alegría», dijo Blow, que soñó con ver Shen Yun todo el año pasado. «Y me cambió la vida».

«Uno puede sentir una conexión propia con los bailarines y la situación que intentan representar. Me siento de maravilla. Es una experiencia increíble», dijo Diego Mansilla, profesor de la Universidad de Massachusetts. Él y su esposa, Adel, habían esperado casi tres años para ver Shen Yun, que se prolongaron por la pandemia, pero la espera valió la pena.

Algunos actos de danza de Shen Yun retratan la tragedia, pero también el triunfo del bien de la humanidad, dijo Diego. Sin importar la adversidad que se represente, el final de cada historia aporta bondad y esperanza.

Adel dijo que esto es algo que se quedará con ellos en su vida diaria, un recordatorio «para asegurarnos de que este lado malo nunca gane dentro de nosotros (…) [y] que la bondad que ellos [los artistas] muestran, se mantenga en mi interior y hacer la elección consciente de que no quiero estar con las fuerzas malas».

«Hacen tanto para mostrárnoslo, para inspirar (…) esta auténtica pureza», dijo. «¿Cómo puedo regresar a casa y enfadarme por las cosas? No puedo. (…) Siento que ahora soy responsable de continuar lo que ellos nos dieron. Lo dieron con tanto esfuerzo».

Con información de NTD.

The Epoch Times se enorgullece de patrocinar a Shen Yun Performing Arts. Para más información, visite es.ShenYunPerformingArts.org


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