Siempre estamos entrenando algo

Nuestros pensamientos y acciones repetitivos pueden arraigar ciertos comportamientos, en nuestro detrimento o beneficio

Por LEO BABAUTA
04 de agosto de 2022 7:30 AM Actualizado: 04 de agosto de 2022 7:30 AM

Cada día, realizamos una serie de acciones que están entrenando nuestra mente a largo plazo.

A veces nos entrenamos intencionadamente: Meditamos, practicamos la concentración, nos ponemos a hacer ejercicio, resistimos las tentaciones, etc.

Sin embargo, la mayoría de las veces nos entrenamos sin querer, como cuando pulsamos el despertador, miramos las redes sociales durante 30 minutos o nos castigamos por algo que no estamos haciendo. Probablemente son cosas en las que ya se entrenó para hacer, y las está reforzando cada vez que las hace.

No estoy señalando esto para hacer sentir mal a nadie, no se trata de hacernos sentir mal por cómo nos estamos entrenando. Dios sabe que ya lo hacemos bastante.

Estoy señalando esto porque nos da una oportunidad, podemos poner conciencia e intencionalidad en lo que estamos entrenando, todos los días. Esto puede cambiar la forma en que hacemos todo, lo que puede crear una forma diferente de aparecer en nuestras vidas y un conjunto diferente de resultados.

Por ejemplo:

-Si me despierto y compruebo los mensajes y las redes sociales, ¿me gustaría dedicar ese tiempo a meditar y escribir un diario en su lugar? ¿O tal vez me gustaría crear una sesión de planificación y estiramiento para comenzar mi día?

-Si me tomo descansos viendo vídeos, ¿me gustaría en cambio dedicar esos descansos a dar breves paseos y hacer estiramientos? ¿O me gustaría leer un libro si quiero leer más?

-Si realizo mis tareas diarias cambiando constantemente de tarea y con múltiples distracciones, ¿me gustaría entrenarme para disfrutar de una concentración singular?

-Si tiro la ropa al suelo después de quitármela para ducharme o cambiarme, ¿me gustaría ponerla en su sitio y empezar a prestar más atención a mi vida?

-Si me apresuro a hacer todo como si no pudiera esperar a terminar con todo, ¿me gustaría pasar más tiempo preocupándome realmente por cada tarea y actividad, prestándole toda mi atención?

-Si trato a las personas como interrupciones molestas de mi trabajo, ¿me gustaría en cambio dirigirme a ellas con toda mi atención y amor?

-Si me siento frustrado por lo que otra persona dijo o hizo, ¿me gustaría ocuparme de mis emociones y ver la luz en la otra persona?

-Si pospongo mis tareas y proyectos más significativos por el trabajo, ¿me gustaría priorizarlos y encontrar la estructura que realmente me ayude a dirigirme a esas tareas?

-Si como sin pensar cada vez que estoy estresado, ¿me gustaría, en su lugar, aportar compasión a mi estrés y comer despacio, con atención y con alegría?

-Si trato mis entrenamientos como una tarea que hay que aplazar o apresurarse, ¿me gustaría en cambio tratarlos como sesiones sagradas para cuidar de mi cuerpo milagroso y traer salud alegre a mi vida?

-Si juzgo a los demás, ¿me gustaría, en cambio, aportar curiosidad y compasión?

-Si me quejo del mundo que me rodea (incluyéndome a mí mismo), ¿me gustaría encontrar gratitud por el milagro de la vida?

Puede ver que esta es una oportunidad para cambiar todo lo que hacemos, y lo que es más importante, cambiar cómo hacemos todo.

Esta práctica requiere un alto grado de conciencia de lo que estamos haciendo y de cómo lo estamos haciendo, pero es una conciencia que podemos desarrollar con intención y práctica, que es exactamente como entrenamos algo nuevo: intención y práctica.

¿Qué le gustaría entrenar en este momento?


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