‘Una perversa persecución sin precedentes’- Capítulo cinco: La influencia de Falun Dafa en la política china

Por Yuan Hongbing
20 de agosto de 2019 4:49 PM Actualizado: 20 de agosto de 2019 4:49 PM

La Gran Época se enorgullece de republicar “Una perversa persecución sin precedentes: Un genocidio contra lo bueno de la humanidad” (eds. Dr. Torsten Trey y Theresa Chu. 2016. Clear Insight Publishing). El libro ayuda a entender la sustracción forzada de órganos en China al explicar la raíz de esta atrocidad: el genocidio cometido por el régimen chino contra los practicantes de Falun Dafa, también conocido como Falun Gong.

Falun Dafa no se involucra subjetivamente en política

Haciendo la vista gorda ante la persecución de la tiranía del Partido Comunista Chino (PCCh) contra Falun Dafa, algunos intelectuales chinos en el país y en el extranjero que tienen una opinión muy elevada de sí mismos han permanecido en silencio hasta el día de hoy. Cuando defienden su propio silencio, su retórica favorita es: “no participamos en política”; “somos imparciales tanto con el Partido Comunista como con Falun Dafa, porque ambos están involucrados en política”.

En una ocasión, la Embajada de China en Australia emitió una declaración denunciando al libro ‘Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista’ como “artículos anti-China” y alegando que Falun Dafa era una “organización política reaccionaria anti-China”. Sin embargo, esta acusación es un insulto a la verdad.

Desde la teoría de la “Política al mando” de la época de Mao Zedong hasta el movimiento “Énfasis en la política” de la época de Jiang Zemin, estos utilizaron sistemáticamente al terrorismo de Estado para adoctrinar al pueblo chino de que participar en política es una prerrogativa del Partido Comunista. La historia del Partido Comunista demostró constantemente al pueblo que la política implica oleadas tras oleadas de purgas ideológicas y persecuciones políticas, que profanan la humanidad, destruyen la cultura, matan vidas inocentes, envenenan la conciencia colectiva y violan los derechos humanos. El Partido Comunista transformó la política en un anfiteatro de sangre, conspiraciones y barbarie. La política se convirtió en la maldad misma. En este sentido, el público chino en general, incluidos los practicantes de Falun Dafa, fueron privados del derecho a “participar en política”. Así como ser político es prerrogativa del Partido Comunista, también lo es ser malvado.

Desde julio de 1999, Jiang Zemin y la banda de burócratas del Partido Comunista utilizaron recursos políticos y sociales que confiscaron mediante la tiranía para lanzar una sangrienta y colosal persecución política para exterminar la fe en Falun Dafa. Los crímenes de genocidio de Jiang Zemin y el exterminio de la fe han enfurecido tanto al Cielo como a la humanidad. La crueldad de estos crímenes solo fue igualada por los actos de un puñado de dictadores tales como Mao Zedong, Adolf Hitler, Joseph Stalin, Pol Pot y Deng Xiaoping.

Enfrentados a persecuciones políticas como tsunamis y terremotos en cuanto a su escala y ferocidad, y ante calumnias desenfrenadas, arrestos, torturas y asesinatos, los practicantes de Falun Dafa sostuvieron su creencia con firmeza y resiliencia de acero. Su resistencia pacífica contra este reinado de terror es un testimonio de que la fe puede vencer a la tiranía. En sus continuos esfuerzos por exponer al mundo la maldad del régimen del PCCh, están sembrando las semillas de la libertad de creencia.

En años recientes, las declaraciones y acciones de Falun Dafa han demostrado que no solo están salvaguardando su propio derecho a la libertad de creencia, sino que también quieren conseguir los derechos humanos básicos para aquellos otros grupos que son perseguidos por el terror de Estado. La historia registró que en los últimos años de la denominada época de Jiang Zemin, los practicantes de Falun Dafa se convirtieron en el pilar principal que sostuvo y defendió los derechos humanos en China. Quizás la historia recordará mucho más.

Los burócratas del PCCh denuncian la resistencia pacífica de los practicantes de Falun Dafa y la preservación de los derechos humanos como “involucrarse en política”. Por favor, responda esto: ¿Acaso “no involucrarse en política” significa hacer la vista gorda y oídos sordos frente a los crímenes de genocidio y exterminio de la fe por parte de Jiang Zemin? ¿Acaso “no involucrarse en política” significa rendirse sin quejarse cuando el PCCh pisoteó los derechos humanos y abusó al pueblo? ¿Acaso «No involucrarse en política” significa no atreverse a decir la verdad contra las mentiras inventadas por la maquinaria propagandística del PCCh para encubrir sus crímenes? ¿Acaso el pueblo chino necesita actuar como masoquistas y esclavos y aceptar silenciosamente la opresión y los abusos del PCCh para poder escapar de la acusación de “involucrarse en política”?

¡Las leyes del Cielo son claras! ¡Las leyes del Cielo son justas! ¿Hay necesidad de decir en voz alta lo que está bien y lo que está mal?

Falun Dafa no es una organización política. Es una práctica de cultivación. Falun Dafa no se ha involucrado en política. Esto se debe a que, hasta el día de hoy, las creencias y acciones de los practicantes de Falun Dafa han demostrado claramente que no tienen ningún interés en el poder estatal; simplemente están informando a la humanidad sobre la maldad del régimen del PCCh. No tienen ningún interés en el poder estatal; simplemente están buscando un espacio que les permita la libertad de creencia.

Algunos intelectuales mojigatos afirman: “No nos dedicamos a la política. Entre el PCCh y Falun Dafa, no apoyamos ni nos oponemos a ninguno de ellos”. Cuando escucho tales declaraciones siempre me siento profundamente mortificado y avergonzado. Me avergüenzo de lo bajo que han caído los intelectuales. Tales declaraciones son hipócritas. Bajo esta hipocresía se esconde su cobardía, servilismo, egoísmo y falta de coraje y espíritu de rectitud para abogar por la justicia. Quiero preguntarles a estos intelectuales santurrones: si son testigos de una banda de matones que abusan brutalmente de los débiles e inocentes, ¿aún dirían: “no apoyamos ni nos oponemos a ninguno de ellos, porque somos imparciales”?

En este punto, me gustaría decirles a aquellos eruditos que no están de acuerdo con las creencias de Falun Dafa: reflexionemos sobre esas palabras atemporales de Voltaire: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Si ponemos en práctica estas palabras, seremos respetados en la historia. Por favor, no se olviden: cuando entremos en la vejez, nuestros hijos y nietos podrían mirarnos a los ojos y preguntarnos, “Durante esa brutal y colosal persecución política, ¿qué hiciste? ¿Te quedaste en silencio de manera vergonzosa?”.

La Embajada China calificó a los Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista como “artículos anti-China” y a Falun Dafa como una “organización anti-China”. El Partido Comunista se equipara al pueblo chino, lo cual es absolutamente una vergüenza. Ninguna organización política puede compararse con el pueblo chino, heredero de 5000 años de civilización. Por las traiciones y mutilaciones que ha cometido contra el pueblo chino, el PCCh debería arrodillarse eternamente ante las lápidas de los antepasados chinos para arrepentirse de sus crímenes.

Después de traicionar el espíritu de la cultura china con el marxismo, la teoría de un alemán basada en el odio y la violencia; después de que su estupidez y crueldad mataron de hambre a decenas de millones de campesinos; después de perseguir y asesinar a millones de intelectuales; después de masacrar a millones de tibetanos que se mantuvieron firmes en sus creencias; después de instigar a Pol Pot para que matara a millones de camboyanos –incluidas innumerables personas de etnia china–; después de empobrecer a centenares de millones de campesinos como ciudadanos de tercera clase durante más de medio siglo; después de haber sumido en la pobreza a decenas de millones de desempleados y trabajadores migrantes; después de haber provocado interminables tragedias sociales y desastres humanos; después de haber creado una clase de funcionarios corruptos y degenerados sin parangón en la historia; después de haber entregado la riqueza de la sociedad a una alianza de poderes corruptos y crímenes organizados; después de todo esto y después de haber herido al pueblo chino tan gravemente, el Partido Comunista todavía se atreve a equipararse con el pueblo chino, ¿no son absolutamente descarados?

La historia y la verdad han prevalecido sobre la propaganda y las mentiras. Está claro que el Partido Comunista, en particular su banda de burócratas, son la desgracia de China, son los criminales contra la nación china y la fuente de todo mal.

Exponer valientemente los malvados crímenes del PCCh es el amor más profundo y sincero por la nación china. Solo poniendo fin al régimen tiránico del PCCh podrá el pueblo chino ser verdaderamente salvado, enterrar la tiranía del PCCh y lavar un siglo de humillación sufrida por China.

Un milenio puede pasar con facilidad, pero los pecados del PCCh no serán borrados.

El impacto objetivo del movimiento Falun Dafa en la política china

Subjetivamente hablando, Falun Dafa no tiene ningún deseo de involucrarse en la política. Sin embargo, objetivamente la resistencia a la persecución por parte de los practicantes espirituales de Falun Dafa tuvo un profundo efecto en la política china, que se manifestó principalmente en los siguientes aspectos:

1) Se convirtió en uno de los factores que sacó a la historia china de la sombra del terrorismo de Estado del PCCh.

2) El vehículo más importante para que el PCCh mantenga su régimen totalitario es la violencia estatal, que causa temor generalizado entre el pueblo y, a su vez, destruye la voluntad del pueblo para desafiar su control. En 1989, el régimen del PCCh desplegó cientos de miles de tropas y dejó a Beijing sumido en un baño de sangre, llevando a cabo la horrible “Masacre de la Plaza de Tiananmen”. El entonces líder del PCCh, Deng Xiaoping, y sus ‘élites políticas’ amenazaron incluso con “matar a 200.000 personas para asegurar la estabilidad durante 20 años”. Esto envolvió a China en una atmósfera sangrienta de terrorismo de Estado.

Después de la masacre de la Plaza de Tiananmen, los intelectuales liberales de Beijing intentaron romper con el terror de Estado. Tales intentos incluyeron el “Maremoto de la Historia”, la Conferencia Antiizquierdista del Hotel Olímpico de más de cien Intelectuales Liberales, el establecimiento de la “Alianza para la Protección de los Derechos Laborales”, la junta de peticiones de firma para “Apoyar al pintor de la Libertad Yan Zhengxue bajo la Persecución Policial”. A pesar de lo anterior, la mayoría de la gente vivía con miedo después de la masacre en Beijing.

El 25 de abril de 1999, para protestar contra la difamación de Falun Dafa por parte de la maquinaria propagandística del PCCh y de un académico estrechamente vinculado a Jiang Zemin, más de diez mil practicantes de Falun Dafa fueron a Beijing para apelar. Practicaron pacíficamente la meditación alrededor del complejo edilicio del Gobierno Central del PCCh, Zhongnanhai, y mostraron devoción a su creencia de “Verdad, Benevolencia y  Tolerancia”. Esta protesta a gran escala por parte de practicantes espirituales de Falun Dafa demostró coraje y valor impulsado por la fe, lo que opacó con creces al puño de hierro del PCCh. Hizo pedazos al oscuro miedo que había oprimido al pueblo chino desde la Masacre de la Plaza de Tiananmen. A partir de entonces, los levantamientos públicos para “salvaguardar los derechos humanos y luchar contra la tiranía” se extendieron como un reguero de pólvora por todo el continente de Asia oriental. Hoy en día, se cuentan por cientos de miles cada año en China.

Los hechos anteriores demostraron que en su resistencia contra la persecución, los practicantes espirituales de Falun Dafa fueron fundamentales; de hecho, merecen el más alto honor por ello, al guiar a la nación china fuera del terror generalizado desde la Masacre de la Plaza de Tiananmen y hacia una era de frecuentes protestas contra la tiranía.

3) Los esfuerzos de Falun Dafa para oponerse a la persecución y aclarar la verdad han puesto al descubierto la naturaleza malvada del régimen totalitario del PCCh, acelerando el despertar político del público chino.

Después de la Masacre de la Plaza de Tiananmen, el PCCh se apoyó en sus portavoces para encubrir sus imperdonables crímenes contra la humanidad, engañar a la comunidad internacional y consolidar su control autocrático. Sus títeres incluían a eruditos que había entrenado y mimado, escritores directamente asociados con la clase dominante, así como algunos “sinólogos” y “expertos chinos” internacionales en su nómina de sueldos. Desde todo tipo de ángulos, inventaron una serie de mentiras sobre las próximas reformas políticas del PCCh y difundieron la ilusión de que las “reformas económicas” llevarían a la democratización de China. Estas mentiras y delirios, en gran medida, obstaculizaron la determinación del pueblo chino de levantarse y luchar contra la tiranía del PCCh. Además, una clase de intelectuales pseudo-liberales como Liu Xiaobo continuaron el apaciguamiento de los políticos estadounidenses y europeos, promovieron la idea de ceder ante el PCCh y afirmaron que tanto el sistema autocrático del PCCh como la situación de los derechos humanos en China estaban mejorando gradualmente. Esto también ayudó mucho al PCCh a camuflar su naturaleza malvada.

Bajo un trasfondo tan complejo, los practicantes espirituales de Falun Dafa sostuvieron sus actividades contra la persecución y para esclarecer la verdad, día tras día, durante más de una década. Expusieron de manera completa y efectiva la naturaleza malvada del PCCh, la cual repudia la historia, la humanidad, la sociedad, la naturaleza humana y la cultura china. Como la gran música china de los tiempos antiguos, la verdad salió tronando y despertando. Las campañas de los practicantes de Falun Dafa permitieron que más y más chinos se dieran cuenta de que “solo sin el PCCh, habrá una nueva China”. Este es un gran despertar político, y sentó las bases ideológicas esenciales para una revolución democrática en la China contemporánea.

4) Los practicantes de Falun Dafa iniciaron un levantamiento espiritual moderno entre el pueblo chino, renunciando a sus membresías del PCCh y sus organizaciones afiliadas.

El régimen del PCCh es un grupo de criminales que han perpetrado innumerables crímenes de lesa humanidad contra personas de diversos orígenes étnicos en todo el continente de Asia oriental. Es el grupo más descarado y más grande de funcionarios corruptos en la historia de la humanidad. Es una mafia política que controla a su pueblo a través de la policía secreta y la vigilancia. Al utilizar la cultura del Partido Comunista de Occidente, el PCCh destruyó la patria civilizada y la cuna espiritual del pueblo chino. Son los traidores más despiadados de China a lo largo de sus milenios de historia.

De la historia del mandato del PCCh en el continente asiático oriental podemos extraer las siguientes conclusiones: la tiranía del PCCh es la fuente de todo mal; el pueblo chino contemporáneo es el esclavo político bajo el control marxista y perdió sus raíces culturales; un “sueño chino” que realmente pertenezca al pueblo sería abolir el régimen del PCCh y crear una China federal libre y democrática.

El movimiento cada vez más grande para abandonar el PCCh y sus organizaciones afiliadas, iniciado por los practicantes espirituales de Falun Dafa, está desintegrando al PCCh desde sus bases. Se propaga como un incendio, capturando los corazones del público. A decir verdad, renunciar al PCCh es la forma en que el pueblo chino se libera de las cadenas ideológicas. Es un levantamiento monumental en el reino espiritual y finalmente se manifestará en cambios políticos que alterarán el curso de la historia.

Conclusión

Subjetivamente, Falun Dafa no se dedica a la política, pero objetivamente ha tenido un impacto político en impulsar la democratización de China. Se puede decir que su resultado es fortuito.

En su colosal persecución contra Falun Dafa, el régimen del PCCh evolucionó rápidamente hacia la forma más oscura de despotismo, es decir, una mafia política dominada por espías y policías secretos.

Después del 18º Congreso del PCCh, los “Viejos Guardias Rojos” de Mao Zedong (el equivalente al Cuerpo de SS del Partido Nazi), un grupo de criminales antihumanos, tuvieron pleno control de los poderes del PCCh. En consecuencia, China entró en su período más oscuro en sus milenios de historia. Sin embargo, a medida que la tiranía del PCCh evolucionaba hacia su forma más vil y cruel, también se anunciaba la desaparición de su reinado antihumano y antisocial. “Una nueva China sin el PCCh”, un “sueño chino” que pertenece al pueblo, se convertirá inevitablemente en una magnífica realidad.

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