Vivía en el basurero y a los 12 años años quedó huérfano, ¡ahora es un graduado universitario!

Por The Epoch Times
28 de Marzo de 2019 6:51 PM Actualizado: 28 de Marzo de 2019 6:53 PM

Conoce a Jeb Bayawon, un graduado de la Universidad Estatal de Mindanao, Filipinas, cuya historia inspiradora ha sido noticia en su país y el mundo.

La razón por la que la historia de Jeb ha capturado el corazón de la nación es porque solía vivir en un basurero en la ciudad de Cagayán de Oro, trabajando como recolector de basura.

Al crecer, Jeb y sus hermanos solían buscar comida de las sobras para reciclar o para vender chatarra y botellas vacías recogidas de la basura para ayudar a sus padres.

“Vendíamos las sobras y las botellas a las tiendas de chatarra”, dijo Jeb al Rappler.

Imagen Ilustrativa (Crédito: TANG CHHIN SOTHY/AFP/Getty Images)
Imagen Ilustrativa (Crédito: TANG CHHIN SOTHY/AFP/Getty Images)

Aunque la familia de Jeb era pobre, su padre seguía dando prioridad a la educación y se aseguraba de que asistiera a la escuela primaria.

“Mi padre siempre me aconsejó que fuera a la escuela”, recuerda.

Sin embargo, Jeb no lo tenía fácil en la escuela porque olía terrible, debido a que se revolcaba en el montón de basura.

Mientras Jeb llegaba con esos malos olores, sus compañeros se burlaban de él, y cada vez que abría su almuerzo, “ponían una mueca de asco porque sabían que venía de la basura”.

La discriminación causó que a Jeb no le gustara la escuela. Poco a poco, abandonó la escuela después de que sus padres fallecieron cuando él tenía 12 años. Su padre sucumbió a la tuberculosis, y no mucho después, su madre murió de un ataque de hipertensión.

Después de la muerte de sus padres, Jeb tuvo que cuidar de sí mismo cuando sus hermanos salieron de casa en busca de una vida mejor. Parecía que Jeb se convertiría en un recolector de basura por el resto de su vida.

Afortunadamente, su destino cambió para mejor en 2007 cuando conoció a Thomas Kellenberger, un ex policía suizo que fundó “Island Kids Philippines Foundation”.

A través de la fundación, Jeb recibió un subsidio, alojamiento, suministros y la oportunidad de seguir estudiando. Y así, dejó el basurero y regresó a la escuela.

“Continué mis estudios porque quería aprender”, dijo Jeb. “No quería que la gente me despreciara”.

Con diligencia y perseverancia, Jeb terminó su educación primaria, pasó el Examen de Evaluación y Equivalencia de ALS, y entró a la lista del decano durante su primer semestre en la universidad.

Finalmente, en junio de 2018, se puso una bata de graduación y una gorra para recibir su Licenciatura en Educación Secundaria en Inglés en la Universidad Estatal de Mindanao.

Habiendo obtenido su título, Jeb ahora espera retribuir a su comunidad trabajando como maestro. Para lograr este objetivo, en septiembre de 2018 tuvo que presentarse al examen de licenciatura para poder enseñar.

“Más allá de eso, estoy planeando quedarme con la Fundación IKP donde puedo ser voluntario como profesor de ALS”, dijo.

Jeb se graduó de la universidad a pesar de crecer pobre y sin padres. Su historia es una inspiración para todos. Demuestra que los niños desfavorecidos son capaces de sobresalir en la escuela y perseguir sus sueños, siempre y cuando se les dé una oportunidad educativa.

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