En la cultura antigua china, hay una creencia de que el universo tiene un camino tallado para usted, y que al seguir este camino, uno encuentra el talento dado por Dios, algo sublime y destinado a ser compartido. Ciertamente esto parece ser el caso para la bailarina china clásica Daoyong Zheng, que pasó de ser una enferma crónica cuando era niña a una mujer activa y ahora es una bailarina premiada y aclamada internacionalmente.
Cuando baila, sumerge su mente y alma en la escena. Cielos azules y nubes blancas aparecen ante sus ojos cuando comienza una danza mongol en las vastas praderas y escucha caballos galopando a lo lejos. Se convierte en una flor, un pájaro o en un general de alguna epopeya o leyenda cuando la historia así lo pide. Para ella, la danza se convierte en una realidad.
Semanas antes del comienzo de la temporada 2017 de Shen Yun Performing Arts, en donde Zheng de 22 años es actualmente bailarina principal, ella parece ser la encarnación de la pureza y la gracia. Como Zheng describe al relatar su viaje como artista, no siempre fue así.
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Creciendo
Daoyong Zheng ganó el primer lugar en el Concurso Internacional de Danza Clásica China de New Tang Dynasty Television en 2014.
Como una niña pequeña en Taiwán, Zheng estaba a menudo enferma y hospitalizada. Su madre tuvo la idea de que algún ejercicio le ayudaría a mantenerse en forma, así que a los 6 años, Zheng asistió a su primera clase de baile.
«La maestra me pidió que me sentara a un lado y observara, así que podría decidir por mí misma si me gustaría o no», dijo Zheng. «Sólo miré unos momentos antes de que saltara y me uniera a la clase, bailando con las demás».
Se enamoró de la danza inmediatamente y supo que quería ser bailarina cuando creciera. Incluso cuando el trabajo escolar empezó a amontonarse en la escuela básica y en la secundaria, era persistente con respecto a esto, terminando las tareas lo más pronto posible para poder tener más tiempo para danzar.
A esta edad, Zheng todavía no entendía el arte de la danza clásica china, pero se sentía atraída por el atletismo y el sentido de la realización. Era una chica no muy femenina, explicó Zheng, y actuaba de manera descuidada e informal. Pero era muy talentosa.
En 2008, su profesor de baile la animó a audicionar para Shen Yun, la principal compañía de danza clásica china. Pasó la audición, y desde entonces, ser parte de Shen Yun ha sido como un sueño.
Enfrentándose a sí misma
Desde que se unió a Shen Yun, con sede en Nueva York, «hubo enormes cambios dentro de mí», dijo Zheng. Además del crecimiento como bailarina, Zheng describe que los cambios más grandes han sido en su carácter.
A pesar de su personalidad poco femenina, Zheng rápidamente tuvo que aprender a desempeñar el papel de una madre.
Uno de los primeros personajes que interpretó fue la diosa San Sheng Mu. Como dice la leyenda, el destino trae consigo a la diosa y a un joven erudito llamado Liu Xiang una y otra vez en una historia de amor prohibido. Eventualmente se casan y tienen un hijo, Chen Xiang.
El hermano de la diosa, la deidad Erlang Shen, está furioso cuando descubre que su hermana se casó con un mortal y la aprisiona dentro de una de las montañas sagradas taoístas de China, el Monte Hua. Años más tarde, Chen Xiang extendió y dominó las enseñanzas de las artes marciales de los monjes taoístas. Derrota a Erlang Shen y divide la montaña con un hacha mágica, liberando a su madre.
En la danza que representa esta historia, hay un gesto de cariño que San Sheng Mu hace hacia su hijo, acariciando la mejilla del hijo.
Zheng recuerda a la profesora de baile diciéndole que parecía que estuviera acariciando una pared.
Así que se lanzó a la investigación, estudiando la historia y cómo había sido actuada en varias obras.
Zheng dice que para una chiquilla poco femenina como ella, había un montón de antecedentes culturales para aprender para así ser capaz de interpretar personajes como diosas y madres en la danza.
«Una bailarina china clásica, incluso cuando tiene lo que se necesita para ser bailarina y es muy habilidosa, no es una buena artista si no pone su corazón en ello», dijo Zheng. «Una bailarina no sólo debe seguir un alto estándar artístico, sino que también debe tener la humildad y el coraje para afrontar sus propios defectos».
Para Zheng, enfrentar sus defectos era algo que había tratado de evitar cuando era una bailarina más joven. Esto era imposible de hacer una vez que se unió a Shen Yun.
«Cuando yo era pequeña, estaba ansiosa por hacerlo todo bien y no me importaban mucho los demás», dijo Zheng. Lo más difícil había sido enfrentarse a sí misma.
Le costaba admitir cuando bailaba mal o no podía hacer algo bien. Estaba ansiosa por hacer todo bien y como resultado no pensaba en los demás. «Yo no tenía ninguna humildad y diría cosas que podrían herir los sentimientos de los demás».
Pero el ambiente de esta compañía de artes escénicas la animó a hacer cambios desde adentro hacia afuera, dijo Zheng. Se dio cuenta de que lo que necesitaba era tener compasión, por ella misma y por los demás. Pronto ya no tenía miedo de que otros señalaran sus deficiencias y en cambio acogió con satisfacción las oportunidades de mejorar.
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«Todo el mundo aquí piensa en los demás; cuando una persona ve un problema, no se trata de culpar a alguien. Más bien, se trata de cómo todos pueden mejorar», dijo Zheng. «Este grupo es como una gran familia».
Sólo un año después de unirse a Shen Yun, se convirtió en la bailarina principal. Ahora, después de ocho años, Zheng es un miembro experimentado de la compañía y se ha convertido en la hermana mayor para otros.
«Lo importante es que todo el mundo está progresando», dijo Zheng. «He llegado a comprender lo que significa hacer una contribución desinteresada».
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Algo puro
Un año después de que Zheng se convirtiera en bailarina principal, regresó a Taiwán durante la gira internacional y tuvo la oportunidad de actuar frente a sus padres y abuelo.
Zheng recuerda que cuando era niña, su abuelo siempre tocaba música clásica. Esto, sentía, inculcó en ella un temprano aprecio hacia las artes y la cultura clásicas. Ella también le agradece por siempre animarla a esforzarse para ser mejor.
Al principio, él no estaba seguro de los planes de ella para convertirse en bailarina. Esto sólo fortaleció la determinación de Zheng en mejorar, y ha estado agradecida por su apoyo durante los ocho años que ha estado de gira.
Parte de la mejora de Zheng ha venido de una mejor comprensión de las raíces de la danza clásica china: la cultura tradicional.
Ha mirado la cultura tradicional china para inspirarse. La gente del pasado cultivó la pureza, la búsqueda del mejoramiento de sí mismo, y ella busca hacerlo así hoy. Aquellos con alta moralidad son de disposición amistosa y compasivos en su expresión, dijo.
«Si una bailarina puede hacer ambas cosas, su baile será una actuación de pura compasión y belleza pura», dijo Zheng.
Zheng dice que no podría haber tomado una decisión mejor que la de dedicar su vida a la danza.
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