Abuela de 102 años se convierte en la paracaidista más longeva del mundo para trasmitir este mensaje
Irene O’Shea, una abuela de 102 años se convirtió en la paracaidista más longeva del mundo al lanzarse este domingo desde más de 4 kilómetros de altura.
Su coraje tenía un profundo trasfondo, pues con su salto la abuela quería trasmitir un poderoso mensaje. Lo hizo para llamar la atención sobre la enfermedad que cobró la vida de su hija.
El salto, de poco más de 4200 metros, fue realizado en la región de Langhorne Creek, Australia, de la mano de Jed Smith, un paramédico de 24 años que también funge como profesional de paracaidismo.
La señora, cuyo cuerpo fue fuertemente sostenido por el paracaidista profesional que controló todos los aspectos del salto, sonrió ante las cámaras antes de dejarse caer al vacío.
Durante la caída los cuerpos de Smith y O’Shea alcanzaron una velocidad de casi 219 kilómetros por hora, antes de que el paracaídas se abriera y aterrizaran sanos y salvos segundos más tarde.
Según SA Diving, una empresa dedicada al paracaidismo, “tener a O’Shea con ellos ‘ha sido un verdadero placer’”.
No es su primer salto
La historia de esta paracaidista se remonta a dos años atrás cuando se lanzó de un avión por primera vez para celebrar su aniversario número 100. Lo hizo con el equipo del SA Skydiving en las afueras de Adelaida.
Luego, con su penúltimo salto rompió el récord Guinness, y se convirtió en la paracaidista más longeva del mundo. Según ella, que reside en la ciudad de Athelstone, Australia, ese salto “salió muy bien”.
De acuerdo con medios locales, el salto que realizó esta mujer durante las primeras semanas de diciembre fue para concienciar sobre la enfermedad de la neurona motora de la que murió su hija años atrás.
O’Shea usó su último salto como “la oportunidad perfecta” para recaudar dinero con el fin de ayudar a la Asociación de la Enfermedad en el Sur de Australia (Motor Neurone Disease Association of South Australia (MNDSA)).
Medios locales indican que al preguntarle a la señora si era una especie de adicta a la adrenalina, ella les dijo simplemente que no, que solo era “una persona normal, como cualquier otra”.