“Estamos aquí por nuestros hijos”: nueva semana de protestas de chalecos amarillos en París
Este sábado volvieron a salir a las calles parisinas los chalecos amarillos, y aunque se produjeron enfrentamientos entre manifestantes y policías en el centro de la ciudad, fue una manifestación en gran parte pacífica.
La policía antidisturbios disparó pequeñas cantidades de gas lacrimógeno para dispersar a grupos de manifestantes que se dirigían por las calles laterales del famoso bulevar Campos Eliseos de la capital francesa.
Unos 8000 policías y 14 vehículos blindados fueron desplegados en París, después de que protestas similares de los últimos fines de semana se volvieran violentas, con manifestantes destrozando y saqueando tiendas y levantando barricadas en llamas en las calles.
Algunos de los protestantes expresaron su enojo por haber sido restringidos a solo unas pocas cuadras por la policía.
«Estamos rodeados de CRS», dijo el manifestante Lionel Toussaint, de 53 años, que trabaja en la industria del patrimonio, refiriéndose a la policía antidisturbios. «No estoy armado. Sólo tengo pañuelos de papel».
El movimiento de chalecos amarillos atrajo a una amplia gama de personas descontentas de todo el espectro político de Francia.
Max Werle, de 56 años y padre de nueve hijos, dijo a AP que las protestas fueron las primeras manifestaciones en las que participa.
«Estoy aquí por mis hijos», dijo, y añadió que su hija había dado a luz el lunes en un camión de bomberos porque el hospital local de Loiret, en las afueras de París, había cerrado hace años.
Las protestas de este sábado también se llevaron a cabo en otras partes de Francia, sin que se reportaran incidentes violentos.
El último balance del Ministerio del Interior destacó que en todo el país hubo 66.000 manifestantes y, solo en París, unos 4000, frente a los 136.000 y 10.000, respectivamente, de hace siete días, informó EFE.
También fue menor fue el número de detenidos y heridos. La prefectura de policía de París indicó que en la capital hubo siete heridos y 168 arrestados, de los que 115 quedaron bajo custodia, en comparación con los 96 heridos, 1082 detenidos, y los más de 900 que quedaron bajo arresto durante la cuarta jornada.
Los Campos Elíseos y la Plaza de la Ópera Garnier, epicentros de la marcha parisina, estuvieron especialmente vigilados, con registros en los accesos, y el cierre de las líneas de metro aledañas y de algunos museos y comercios.
Semana clave
La protesta de este sábado era clave en la continuidad de las manifestaciones de los chalecos amarillos, porque ocurrieron de nuevo a pesar de que el presidente francés, Emmanuel Macron, anunció el lunes un conjunto de medidas que fueron presentadas para mejorar el poder adquisitivo de los ciudadanos pero que le costarán a las arcas públicas unos 10.000 millones.
«Migajas», denunciaron los manifestantes, que en sus panfletos subrayaron que «quien siembra miseria cosecha cólera».
Los «chalecos amarillos», realizaron su primera protesta nacional el 17 de noviembre contra el aumento de la tasa sobre el carburante. Luego se transformó en una rebelión contra los altos impuestos que erosionan el nivel de vida, y también contra lo que muchos ven como incapacidad del gobierno para abordar las preocupaciones de las regiones de Francia y de la gente común.
El portavoz gubernamental, Benjamin Griveaux, les había pedido anular la protesta ante la situación excepcional que vivía el país, en alerta máxima tras el atentado del martes en Estrasburgo, con cuatro muertos y 12 heridos, perpetrado por un yihadista que fue abatido el jueves.
Pero superado ese episodio, los «chalecos amarillos» dijeron estar dispuestos a continuar la protesta.
«Seguimos por nosotros y por el futuro de las próximas generaciones», resumió a EFE Jérôme Jumeaux, llegado del departamento de Seine et Marne, en las afueras de la capital, que prevé participar en la sexta jornada de protestas el próximo sábado, cuya convocatoria ya circula por las redes sociales.
Crisis del Estado de Bienestar
Analistas relacionaron los movimientos de protesta que están conmoviendo la tranquilidad social en las grandes urbes europeas, comenzando por París, con la crisis Estado de Bienestar.
A diferencia de los estadounidense, por ejemplo, en el caso de los italianos, españoles y franceses se han estado beneficiando del Estado propugnado por el modelo socialdemócrata europeo.
Meses de vacaciones, licencias médicas a partir de un simple dolor de cabeza, subsidios de desempleo y cuantiosas variantes de beneficios, agradaron por igual a europeos y a millones de inmigrantes dispuestos a poner en peligro su vida por vivir de ese Estado asistencialista.
Pero estas manifestaciones en Europa cuestionan ese Estado asistencialista, afirmó Juan David García Ramírez.
Por otra parte, en Berlín, Frankfurt y otras ciudades germanas, miles de ciudadanos han expresado sus reparos en torno de los efectos nocivos que comporta la entrada indiscriminada (y carente de control alguno) de centenares de miles de inmigrantes provenientes de Oriente Medio.
Lo mismo está sucediendo ahora mismo en Bruselas, cuando se registran manifestaciones en rechazo al pacto mundial migratorio de la ONU.
La «economía de mercado» y a la «democracia liberal» no se deben poner al servicio de la «utopía socialista».