No es ningún secreto que muchos de los primeros bailarines de Shen Yun Performing Arts eran exalumnos de la Academia de Danza de Beijing. Sin embargo, una década después de la creación de Shen Yun, con sede en Nueva York, sus actuaciones empezaron a ser muy diferentes de las de cualquier compañía de danza china.
«Piénselo, Beijing [la Academia de Danza] elige a los mejores bailarines de toda una nación, de entre miles de aspirantes bien formados. Cuando nosotros [Shen Yun] empezamos, ciertamente no era así», dijo Gu Yun, uno de esos exalumnos que desde hace mucho tiempo es profesor de danza y coreógrafo de Shen Yun. Cuando la academia de danza de Shen Yun recién se había formado, recibía aspirantes con más interés que con formación.
En septiembre, Gu concedió una entrevista en el estado de Nueva York como parte del jurado de un concurso internacional de danza clásica china, al que se presentaron bailarines de todo el mundo. Dijo que los participantes que no hacían parte de Shen Yun se habían presentado con la esperanza de aprender más sobre el método de danza de Shen Yun, que, desde su introducción al público, se convirtió en el referente más alto al que aspiran los bailarines chinos clásicos.
La diferencia es evidente
En un perfil de video creado recientemente en el sitio web Shen Yun Creations, el bailarín principal de la compañía, Steven Wang, describió su experiencia con la danza en China comparada con su experiencia con Shen Yun en Nueva York.
«Cuando tenía 12 años me aceptaron en una academia de danza profesional, y desde entonces no he dejado de bailar. Hace unos 20 años», dijo.
«En el estilo de danza que estudié en China, cuando uno hace movimientos, pone muchas cosas personales. Pero cuando se trata del estilo de danza clásica china de Shen Yun, hay que hacerlo con un gran porte. Por ejemplo, cuando los hombres bailan, tienen que ser muy masculinos, valientes y majestuosos».
«Cada movimiento de preparación, cada postura, cada expresión, da a la danza una sensación de grandeza. Y cuando se completa una técnica, se remata con una postura digna».
Por ejemplo, «si se hace el estilo de danza ‘Han Tang’ dentro de China», los bailarines terminan sus movimientos encogiéndose en una bola, «como si [estuvieran] arrastrándose por el suelo».
«Así que tan solo esto muestra un marcado contraste», dijo.
Los bailarines de Shen Yun describen a menudo la estética que persigue la compañía como «grandiosa». Los artistas se esfuerzan por presentar una visión digna de la humanidad en sus danzas, en línea con los valores de la cultura tradicional china, que tiene el respeto hacia lo divino como una de sus creencias fundamentales. También mantiene la premisa de que el hombre fue creado a imagen y semejanza de los dioses, por un Creador supremo.
No es por falta de esfuerzo que las escuelas y compañías de danza de China continental, todas vinculadas al régimen comunista chino, no lograron captar al público internacional.
Cuando Shen Yun, con su misión de revivir la cultura tradicional china de inspiración divina a través de las artes, adquirió fama mundial, la reacción del Partido Comunista Chino fue intentar robar el protagonismo y tomar el control. Creó unas 60 compañías de danza chinas y las envió por todo el mundo, convencido de que sus propios y bien formados bailarines definirían la danza china a nivel internacional.
«Ahora, ¿escucharon hablar de alguna de estas [compañías]?», preguntó el presentador de Shen Yun, Jared Madsen, en una entrevista con NTD. «No, porque no eran muy buenas. ¿Por qué? Porque nadie quiere ver propaganda comunista.
«Cuando hablan de la cultura tradicional china, la utilizan para tratar de promover el comunismo. Es decir, aquí los vemos directamente, [diciendo], ‘Esto es propaganda, y nadie quiere ver esto'».
Dicho esto, el término «danza clásica china» fue efectivamente acogido por la Academia de Danza de Beijing. Cuando la escuela abrió sus puertas en la década de 1950, la primera de su clase, se encargó de organizar la danza china de forma que se pudiera enseñar y transmitir durante generaciones. Antes de eso, la danza se transmitía de un bailarín experimentado de un grupo de teatro o de la corte imperial a los aprendices.
Cuando la academia invitó a estos experimentados bailarines a impartir clases para documentar esos valiosos conocimientos, terminó adoptando el nombre de danza clásica china para describir esta forma que se había templado y desarrollado durante miles de años. Luego llegó la Revolución Cultural, una campaña en los años 60 y 70 en la que el Partido Comunista Chino se propuso destruir la cultura tradicional china y sustituirla por la cultura comunista a través del derramamiento de sangre y quema de libros. Después de eso, los fundamentos de esta forma de arte se perdieron y dejaron de transmitirse a los nuevos estudiantes.
Pero en una academia del norte del estado de Nueva York, los artistas de Shen Yun investigaron incansablemente el pasado, con la esperanza de revivir lo mejor de la cultura tradicional china. Al hacerlo, no solo recuperaron los personajes históricos y las historias más apreciadas en el escenario, sino también los valores derivados del confucianismo, el taoísmo y el budismo inherentes a esas historias. Además de llevar la danza clásica china a la escena mundial, seleccionaron y perfeccionaron los métodos de danza que le fueron legados por la antigüedad, refinando su arte hasta crear algo que puede llamarse verdaderamente «clásico».
The Epoch Times se enorgullece de patrocinar a Shen Yun Performing Arts. Para más información, visite ShenYunPerformingArts.org
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